Semana tras semana, desde hace ya unos cuantos años, vamos viendo elementos que componen el patrimonio artístico y monumental de Guadalajara. Desde el románico al eclecticismo, o desde la arquitectura contemporánea al Renacimiento, hay edificios y conjuntos que son dignos de admirarse, que nos interesan y nos hacen disfrutar contemplándolos. En un análisis del estilo artístico menos abundante en la provincia de Guadalajara, el barroco, hay algunos elementos que merecen destacarse, y a eso voy a dedicar este y próximos trabajos en esta sección de “Crónicas de la Provincia”. El barroco es estilo que solo cuaja en las grandes ciudades, en los contextos de la Corte, de sus cortesanos y de la Iglesia y sus miembros. En los pueblos, al menos en Guadalajara (otra cosa es Italia, Austria, etc…) apenas quedan huellas de la arquitectura barroca. Hay excepciones solemnes, por supuesto, como en Terzaga, Atienza o Illana. En cuanto a retablos y obras muebles ya es otra cosa. Lo veremos en su momento. Viajamos a Almonacid de Zorita Nuestro paseo se alarga hoy hasta el extremo sureste de la provincia, a la vega del Tajo, y a Almonacid de Zorita más concretamente. Un pueblo con largo curriculum, que perteneció al señorío de los caballeros de Calatrava, luego al Rey, y en fin se ha mantenido a lo largo de los siglos alegre y productivo (ya veremos qué pasa ahora, cuando le han cerrado y están desmantelando su Central eléctrica). Son varios los elementos curiosos que mantiene en pie, enteros o a medias, de su patrimonio monumental. Quedan restos de muralla y dos portalones. Queda la iglesia parroquial que no se acabó nunca del todo. Queda el humilladero gótico y el convento de las concepcionistas (abandonado ya totalmente, expoliado a tope, sin sus antiguos retablos renacentistas), queda el magnífico palacio de los condes de San Rafael, y queda este edificio del que vamos a hablar hoy, y a recomendar su visita. Una pequeña joya del barroco rural. El Palacio de los Condes de Saceda La familia de don Juan Escudero Lozano, acaudalado prócer del pueblo, a principios del siglo XVII aportó sus caudales para que en sus viejas casonas se alojaran y fundaran congregación los jesuitas, y junto a su palacio se levantara la iglesia del colegio que proponían a los “soldados de Cristo” que levantaran y mantuvieran. De aquel viejo palacio, al que también se denomina de los Condes de […]
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La iglesia de San Nicolás en Guadalajara
Recorrer la capital de nuestra provincia supone encontrar con frecuencia edificios antiguos, algunos espléndidos, la mayoría bien cuidados, que nos dan la posibilidad de admirar facetas del arte de antiguos tiempos, especialmente en los aspectos arquitectónicos, espaciales, escultóricos y pictóricos. Con sus detalles puntuales de orfebrería, de heráldica y tejidos o artesanías sobre hierro y madera. Nos vamos a parar en un céntrico edificio, la iglesia parroquial de San Nicolás, que fue en su día, cuando se construyó en el siglo XVII, templo mayor de los jesuitas en la ciudad. El 18 de enero de 1982 fue declarada esta iglesia como Monumento Histórico-Artístico de categoría nacional, después de haber apostado por esa declaración, y para la que facilité los informes previos de solicitud. Merece la pena hacer un alto en el paseo, -turístico o habitual- por la Calle Mayor, y estar no más de veinte minutos, media hora máximo, admirando sus interesantes detalles. La construcción del templo La llegada de los jesuitas a Guadalajara se propició por un grupo de nobles alcarreños a finales del siglo XVI, pero hasta el 1619 no tuvo lugar la definitiva fundación, que corrió a cargo de la linajuda familia de Lasarte. Lentamente se fueron abriendo el Colegio y convento (1631) y la iglesia o capilla del mismo (1647).. Un siglo largo después, en 1767, los jesuitas fueron desalojados de este lugar, como de toda España, y posteriormente fue destinado el edificio a Hospicio de la ciudad, pasando su capilla a ser parroquia de San Nicolás el día 7 de Septiembre de 1770, por un real decreto con «el dictado de Real Parroquia de San Nicolás». Así pues, está claro que esta iglesia parroquial que ahora lleva el título de otra más antigua, mudéjar, que existió enfrente, donde luego se alzó el teatro municipal y el Banco de España, fue levantada para ser capilla de un Colegio de la Compañía de Jesús, y es por ello que su estructura refleja la forma en que esta institución componía sus lugares de rito y oración. Como si fuera una miniatura del Gesú de Roma, así San Nicolás de Guadalajara se nos muestra hoy espléndida en sus volúmenes y espacios de grandes dimensiones, con su decoración original todavía en pie, tras muchas restauraciones que han conseguido mantener su primitivo aspecto. Visto desde fuera Presenta este edificio una fachada de fábrica de ladrillo sobre zócalo de piedra, […]