Es difícil dudar de cual sea la más espectacular Plaza Mayor de nuestra provincia. Es difícil rechazar la candidatura de Sigüenza para este puesto, el que corona la más serena y rotunda de las plazas, la más colmada de años, de edificios y memorias. Una plaza con catedral y ayuntamiento, con palacios y casonas, con soportales y escudos… Pero a la de Sigüenza se unen muchas otras. Tantas, que dan de sí para hacer una ruta, y bien amplia, por los caminos de Guadalajara para admirar plazas mayores, relojes concejiles, copudas olmas y señoriales palacios ducales. Las clásicas A la de Sigüenza, suprema delicia tapizada de piedra arenisca, de sonidos campaniles y rumores de mercados, se une la gran plaza de España en Molina de Aragón, en la que se levanta al costado norte su antiguo Ayuntamiento, pegado a la primitiva iglesia de los condes de Lara, la Santa María del Conde que hoy ha quedado como centro cultural. En ella se alzan los estrechos solares hidalgos y la fuente del Centenario. Más el palacio de los marqueses de Embid. Y el sonido de fiestas siempre, la memoria de sus encamisadas, de sus castillos y luchas de moros y cristianos, de sus fanfarrias nocturnas y justas poéticas. En Atienza lucen dos plazas mayores, separadas por un callejón en cuesta en el que se alza el Arco de Arrebatacapas, memoria de su circuito de murallas. En la de Abajo, que está dedicada a España, luce el Ayuntamiento barroco y la también barroca fuente de los delfines. En la de Arriba, llamada también del Trigo, el íntimo sabor de los soportales y las galerías talladas con escudos de clérigos y cofrades. A Pastrana la desborda la memoria dela Princesade Éboli, puesta en una esquina dentro de la gran reja de su Ventana “dela Hora”, que da nombre a la plaza y a la leyenda de la tuerta revoltosa. En esa plaza mayor dela Alcarriasuena la piedra dorada del palacio de los duques, hoy remozado, y los sencillos edificios populares que la bordean para entregar su telón de fondo, abierto y luminoso, en forma de pantalla soleada y ornada de la distancia azul del valle del Arlés. En Cogolludo todo es piedra renaciente, memoria de alabastro y visita de almirante: en su costado norte se alza la fachada plateresca del palacio de los duques de Medinaceli, y por delante de sus tres paramentos […]