Hace ya bastantes años me presentaron a un joven que, estudiante de medicina, tenía por afición principal hacer dibujos, al carboncillo, de los rincones de su ciudad natal, que él admiraba y conocía bien. Con los años, ese joven alcanzó a terminar su carrera, a especializarse, a conseguir doctorados, y a escribir libros tras investigar en archivos. Todo lo consiguió con el esfuerzo necesario y, sobre todo,con la voluntad hipertrofiada que tienen los grandes. Ahora, hace unos días, ese joven ha tomado posesión de su sillón en la Real Academia Nacional de Medicina, y nos ha hecho disfrutar por ello a quienes, desde hace mucho tiempo, sabíamos que llegaría muy lejos.En el día 25 de octubre ha sonado como un clarín en Sigüenza, que ha hecho viajar hasta Madrid a muchos seguntinos y seguntinas. A mí entre ellos, aunque sea mi natural devoción la de mi ciudad natal, Guadalajara. El viaje ha tenido por razón la asistencia, en la Real Academia Nacional de Medicina, de la calle Arrieta, solemne y clásico templo de la ciencia, a la toma de posesión de su sillón de académico de Francisco Javier Sanz Serrulla, desde ahora propietario, y seguro que por muchos años, del sillón 24 de esa casa de maderas y mármoles. El sillón que antes habían ocupado Luis Sánchez Granjel y Pedro Laín Entralgo, las solemnes figuras de la historia de la medicina, del saber antroplógico y el razonamiento.Aunque en estos días se han hecho lenguas de este hecho algunos medios de información provincial, y en las redes sociales también se han parado unos cuantos a comentarlo, a mí me gustaría que un público más amplio –como sé que es el que se entretiene en estas lineas- supiera de Sanz Serrulla, de su quehacer benemérito en el área del estudio y la ciencia, y en la bien conseguida nominación de excelentísimo que le ha venido adherida a esta etapa de su vida, siempre la penúltima.Natural de Sigüenza, (1957) donde vivió feliz su infancia y adolescencia hasta que pasara a estudiar a Madrid, Javier Sanz se dedicó tan pronto como terminó sus estudios médicos a la investigación del pasado de su profesión. Fruto de ello fue su tesis doctoral Historia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sigüenza, que ganó el premio provincial de investigación histórica “Layna Serrano” correspondiente al año 1986 por lo que fue editada y se agotó rápidamente.Posteriormente, después […]