A propósito de la puesta en escena, ya pronto, de algunas esculturas que en función de estatua callejera van a conmemorar hechos muy enraizados en la cultura y las esencias de Guadalajara, traigo ahora la memoria de un personaje al que, cuando hace 10 años se celebró su centenario, nadie apenas recordó, y hubiera sido –entonces como ahora-, merecedor de una estatua. Y por supuesto de una calle. Pero este es un tema que prefiero dejar ahora a un lado. Porque las conmemoraciones puntuales de una generación no son nunca clarificadoras de los méritos reales de los individuos. Sino expresión de emociones transitorias, de arranques sentimentales que a la larga a nada bueno conducen. A Bernardino de Mendoza, de quien a continuación aclararé algunos datos vitales, sí que convendría memorar en una lápida callejera. Un Mendoza de la Alcarria Nació don Bernardino de Mendoza en la ciudad de Guadalajara, en torno al año 1541. La certeza de esta asignación se debe por una parte a los datos que constan en el expediente de pruebas de nobleza para la consecución del hábito de Santiago, y por otra a un poema incluido en una carta manuscrita suya dirigida al capitán Francisco de Aldana, en el que habla de «mi Guadalajara» como su patria natal. Fueron sus padres los vizcondes de Torija, don Alonso Suárez de Mendoza y doña Juana Jiménez de Cisneros. El padre era también natural de Guadalajara, heredero por línea directa del marqués de Santillana, de su hijo tercero don Lorenzo Suárez de Figueroa, y por lo tanto un segundón de la casa. Ella era natural de Madrid, descendiente del fundador de la Universidad Complutense, el Cardenal Cisneros. Tuvieron 19 hijos, haciendo Bernardino el número 10 de la serie. Estudió desde muy joven en la Universidad de Alcalá. Se graduó de bachiller en Artes y Filosofía el 11 de junio de 1556, y recibió el grado de licenciado en lo mismo el 28 de octubre del mismo año. Fue colegial del Mayor de San Ildefonso de Alcalá. Su carrera fue meteórica: tenía formación, era listo, y le sobraban padrinos. Aparte del apellido Mendoza, el ser colegial de una institución tan determinante como el Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares, que «colocaba» a todos sus miembros en puestos claves de la administración, de la política o de las armas, le sirvió de mucho. Debió entrar al servicio […]