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La Navidad en Santa María de la Fuente la Mayor

Todos ya preparando, de alguna manera, la conmemoración del Nacimiento de Cristo. La Natividad de Jesús, la Navidad que se repite, año tras año y siglo tras siglo. Huellas de ese aniversario quedan por múltiples lugares de nuestra tierra, y ahora me parece buen momento para ponernos frente al retablo de la iglesia de Santa María, y recordar esta Navidad, y analizar las formas en que su autor, hace casi cuatro siglos, la recompusiera. La iglesia (hoy con el título de concatedral) de Santa María de la Fuente la Mayor, en Guadalajara, ocupa el espacio (según se dice tradicionalmente) de la mezquita mayor, de cuando la ciudad llevaba por nombre el Wad-al-Hayara que le pusieron los musulmanes, sus creadores. Tras la conquista, y posterior cristianización del entorno, se construyó un templo que, como siempre ocurría en las ciudades preivamente tenidas por los árabes, se le puso el título de Santa María, se dijo que era “la mayor” de las iglesias del burgo, y se le apellidó “de la Fuente” por haber una en la plazuela que se abría ante su costado de poniente. El templo, construido en estilo mudéjar, se ha ido colmando de piezas de arte, de enterramientos, de liturgias y escudos a lo largo de los siglos. Quizás uno de los elementos más espléndidos del templo sea su retablo principal, el que decora la pared del fondo de su presbiterio. Esta obra portentosa fue realizada en el primer tercio del siglo XVII, siendo diseñado por el artista franciscano fray Francisco Mir, concretamente en 1624. Se estructura en dos cuerpos y tres calles, estando ocupados sus espacios expositivos por magníficas escenas de talla en relieve representando pasajes de la Vida de la Virgen, así distribuidas: la Natividad y la Epifanía en el nivel bajo, y la Anunciación y la Visitación en el alto, presididas todas al centro por una representación muy cuidada de la Asunción de María. Sobre ella la Trinidad. Y en lo alto un Calvario. Es obra manierista bien policromada y tratada en sus tallas y aspectos estructurales con mesura y elegancia. Iconográficamente responde a la distribución plenamente trentina de consideración de María Virgen como eje de la adoración hacia su Hijo Jesús Cristo, y a través suyo de la Trinidad completa. Una reafirmación católica en los turbulentos años de las luchas de religión en Europa. En esta hora de la Navidad, en el asombro ante las […]

Navidad en la catedral de Sigüenza

La catedral de Sigüenza es, sin duda, el edificio religioso y artístico más representativo de la diócesis y de la provincia. Por su veteranía (se comenzó a construir en el siglo XII) y por el acopio de obras de arte, en arquitectura, escultura y pintura, que a lo largo de los siglos ha acumulado. Ahora en la Navidad, cobran vida y actualidad alguna de sus más relevantes obras de arte. Por ejemplo, el retablo mayor. En uno de los ámbitos más representativos de la catedral de Sigüenza, como puede ser la capilla mayor, es donde aparecen algunas escenas de la Natividad e Infancia de Cristo, que deben ser admiradas por cuantos se ocupan de conocer a fondo las representaciones artísticas de tales hechos bíblicos. Esa capilla mayor de la catedral ocupa el fondo de la nave principal, y se rodea del deambulatorio o girola. Se escolta en su entrada de dos anchos pilares cubiertos de columnas adosadas, al estilo tradicional del gótico languedociano. En ella destacan, como cierre magnífico en hierro, la gran reja que labró en 1628-33 el artista Domingo de Zialceta, por encargo del obispo fray Pedro González de Mendoza, religioso franciscano, hijo de los duques de Pastrana. El fondo de la capilla es ocupado por un impresionante altar mayor, encargado por el prelado fray Mateo de Burgos, y ejecutado entre 1609-11, por el escultor Giraldo de Merlo y su equipo de colaboradores. Consiguió el artista en esta pieza su obra maestra, muy representativa del manierismo castellano de los inicios del siglo XVII. Consta este retablo en madera policromada, cuajado de tallas y relieves, de un zócalo y tres cuerpos de distinto orden: jónico, corintio y compuesto. En el zócalo se ven escenas de la Pasión y en su calle central se abre un gran espacio rematado por frontón triangular, donde se instala el Sagrario o tabernáculo, que es de corte herreriano, rico en tallas y estatuillas. En el primero y segundo cuerpos hay esculturas en hornacinas, con relieves encima, en ambas calles laterales: representan a San Andrés, Santa Lucía, San Francisco de Asís y Santa Catalina en el cuerpo inferior, y a Santa Irene, Santa Ana, Santa Bárbara y otras vírgenes en el superior; las calles adyacentes a la central muestran amplios paneles de talla con imágenes de la Virgen y de la vida de Cristo. Y en el centro, dos grandes relieves con la Asunción de […]