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Edad Media

El castillo medieval de Brihuega

De las muchas estampas que muestra, -singulares y espectaculares- la provincia de Guadalajara, una de las que siempre nos ha llamado la atención es la de la villa de Brihuega encaramada en su rojiza atalaya, la “Peña Bermeja” de los antiguos, asomada sobre el valle del Tajuña, ancho y cuajado de arboledas que en este otoño se muestran doradas y cambiantes, en gloria diaria de brillos. Vamos a llegar a Brihuega, y vamos a visitar su atalaya máxima, el castillo que fue de los obispos toledanos. Lo primero que traigo a este glosario de los pétreos vigilantes son los paseos umbrosos, las cuestudas calles y las plazas luminosas que acaban siempre bajo un elemento muy significativo, la puerta de Cozagón, Y en las manos un reciente artículo, documentado y muy técnico, pero a mi entender definitivo, que ha escrito María Magdalena Merlos Romero, en el número 126 de la Revista “Castillos de España”, bajo el título “El castillo de los arzobispos de Toledo de Brihuega: antecedentes islámicos”, que fecha con precisión en los siglos IX al XI su construcción islámica, con datos certeros de sus detalles y evolución. Memoria del castillo de Brihuega A la fortaleza medieval de la villa de Bri­huega llaman el castillo de la Peña Bermeja, porque tiene su basamenta sobre un roquedal de tono rojizo, muy erosionado y socavado de pequeñas grutas y anfractuosidades que acentúan su carácter legendario, en el que se sitúa la tradición piadosa de la aparición de la Virgen de la Peña, patrona de la villa, que toma su nombre de ese mismo roquedal, siendo una más de las advocaciones marianas españolas en las que lo castrense y lo religioso se entremezclan. Por centrar la historia del edificio, cabe recordar primeramente la presencia de un castro ibérico en su entorno. Ello se ha demostrado por el hallazgo de restos cerámicos de la época celtíbera, contando además con la presencia de restos romanos y monedas visigo­das encontradas en la vega del río y en las laderas del monte en que asienta la villa. Además es seguro que los árabes tuvieron en este enclave un castillete o torreón defensivo, que en la época del reino taifa de Toledo, especialmente ya en sus últimos años, se amplió y llenó de comodidades, de tal modo que sirvió para que en él pasaran algunas temporadas el rey Almamún, y su hija la princesa Elima, más el rey […]