
Tras años de gloria, siglos de abandono, un bombardeo, y décadas de olvido, en los años 60 del siglo XX renació al interés general el palacio del Infantado de Guadalajara. Un lugar “con muchas lecturas”, un edificio que habla idiomas, que cuenta historias y que maravilla con sus mensajes. Al acabar su reconstrucción, y comenzar a usarse como lugar de público acceso, dí yo en buscar el significado de aquellos complejos mundos pintados, que todavía en 1976 estaban sujetos por puntales para evitar su derrumbe, y con enormes manchas de yeso blanco que tapaban lo que habían sido agujeros dejados por las bombas. Tuve la suerte de encontrar, entre los miles de legajos de la Sección Osuna del Archivo Histórico Nacional, los documentos que explicaban quien, cuando y como se hicieron esas salas de la planta baja del palacio, que quería el quinto duque utilizar como lugar público para su gobierno (hacienda, juzgados, registros…) y su representación de poder y fama. Unos pocos datos bastaron para abrir la secuencia de los hallazgos. Que publiqué, a principios de 1981, en la Revista Wad-Al-Hayara con la que Diputación abría un portón a la investigación sobre nuestra provincia. Y años después, en 2013, gracias a la editorial AACHE, un libro con el título “Arte y Humanismo en Guadalajara” que reflejaba la situación histórica de la segunda mitad del siglo XVI, y el mensaje que con las pinturas encargadas a Cincinato y su equipo quiso el quinto duque del Infantado transmitir al mundo que le miraba. Después han sido otros los que han publicado o han ido reflejando en escritos y libros todos estos hallazgos y conclusiones. Pero aquí está, finalmente analizada, la historia y significado de las pinturas manieristas de las salas bajas del palacio del Infantado, un bloque denso y perfectamente homogéneo que define la simbiosis de Arte y Humanismo en la que vivió Guadalajara durante el último cuarto del siglo XVI. Una historia intrigante Cuando se accede al palacio del Infantado, de Guadalajara, tras haber admirado su gran fachada de estilo gótico isabelino, y después de admirar y disfrutar con las formas y espacios de su patio de los leones, el viajero debe entrar en las salas decoradas con pinturas en sus techos, realizadas a finales del siglo XVI, por la mano del pintor florentino Rómulo Cincinato, y por encargo del entonces quinto duque don Iñigo López de Mendoza, que se […]