Un recorrido por Castilla la Mancha nos ofrece panorámicas de su patrimonio ingente: común a la tierra castellana, son esos edificios, los grandes castillos y alcazabas, los que mantiene su memoria. Una tierra grande, ancha, antigua. Una tierra que hoy vemos luminosa, con viñedos, ciudades monumentales, industrias, juventud que se entrena. Pero Castilla la Mancha es también una tierra de hondas tradiciones, y, sobre todo, un lugar en el mundo donde surgen altos y severos los vestigios de una historia cierta, irrenunciable, cargada de símbolos, certezas y misterios. En ella se alzan (es Castilla… recuerda) los castillos, a docenas. En cualquier recodo del camino surge a lo lejos, en el horizonte, la alzada presencia. Y en llegando se levanta sonoro, poderoso, el oscuro perfil de sus almenas. Los castillos de Castilla la Mancha tienen mucho que decirte, todavía. Atienza. En la parte mas al norte de la tierra castellano-manchega, se alza la villa amurallada y roquera de Atienza, poblada hace miles de años por los celtíberos, bastión luego de los musulmanes, y desde hace siglos ocupada de labriegos que admiraron siempre a sus señores, los reyes castellanos, los condes guerreros, dueños de las distancias. Atienza tiene un castillo roquero sorprendente, al que es muy fácil subir, a pie, desde la plaza mayor. En lo alto de la roca, la torre del homenaje, y al final de sus escaleras, las terraza. Sube allí, observa en torno, escucha y aguanta el viento, poderoso. Almonacid de Toledo. Sobre la llanura parda toledana se alza en lo más alto de un poderoso cerro esta fortaleza que fue durante siglos propiedad de los arzobispos toledanos. Su estructura es muy curiosa, y muy demostrativa de cómo fueron las construcciones militares medievales: cerca exterior, castillo interior y torre fuerte o del homenaje en su centro. Belmonte. En la tierra de Cuenca, sobre las anchas llanuras de la Mancha, esta riente pirueta de la arquitectura y la historia. Propiedad de los Pacheco durante siglos, el buen hacer de un arquitecto borgoñón, Juan Guas, levantó esta complicada mezcolanza de torres y patios, de salones y ventanas. Todo tiene el marchamo de lo gótico en Belmonte, y allá se celebran, ahora, luchas y torneos con armas antiguas, entre bravos muchachos que entrenan con sus espadas, lanzas y dagas. A Belmonte es fácil llegar, subir en coche hasta la puerta misma del castillo, y vagar por su patio, sus salones que […]
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La batalla de las Navas de Tolosa, 800 años después
El próximo lunes, 16 de julio de 2012, se cumplirán con exactitud los ochocientos años de la Batalla de Las Navas de Tolosa, el acontecimiento histórico puntual que llevó a desbaratar el dominio de los almohades sobre Andalucía y la naciente Castilla, cambiando desde entonces el signo político de las tierras ibéricas, y cortando y haciendo retroceder el poder islámico que desde siglos antes se había ejercido sobre la Península, y amenazaba extenderse al resto del continente europeo. Aquí van unos sucintos retazos de la batalla, de sus protagonistas, de sus participantes, y la consideración que me viene a la mente acerca de lo que realmente supuso aquella batalla, aquella victoria de los ejércitos cristianos, y una breve reflexión de lo que algunos opinan, todavía hoy, sobre ella. Sin duda es la Batalla de las Navas de Tolosa, acaecida en las tierras de Jaén, frontera de Castilla-La Mancha, hace exactamente ocho siglos, el acontecimiento que marcó el rumbo de la historia de Europa hasta hoy mismo: un camino de inspiración cristiana en el que se han desarrollado, desde muy diversas perspectivas, las formas de convivencia que los europeos nos hemos ido dando: organización política, educación, formas de sociedad, cultura y arte, respeto a la mujer, ganas de mejorar y avanzar… una cultura, en definitiva, que todavía hoy choca contra la otra forma de ver el mundo y la sociedad, la islamista, que hubiera sido la nuestra de no haberse producido en aquel 16 de julio de 2012 aquella batalla sangrienta. Se produce este conflicto, puntual y de muy rápido desarrollo (un solo día) tras la evolución de un estado de cosas que se acentúa en los años y meses anteriores. La España islámica, deshecho el Califato omeya de Córdoba, se dividió en múltiples reinos de taifas, que ante el peligro de ser conquistados por los reinos cristianos, llaman a los almohades (los habitantes del desierto y del norte de África, los súbditos de los reyes mauritanos de Marrakech) quienes llegan a la península e implantan un régimen de islamismo radical y Guerra Santa cuyo objeto es tomar bajo su mando la Península Ibérica y saltando los Pirineos llegar a Europa.