En lo hondo del valle alcarreño de su nombre, que lleva un hilillo de agua al más grande de Renera, y de ahí al Tajuña, se asienta esta villa que rezuma tipismo por sus cuatro costados. El nombre ya indica que fue lugar de siempre dedicado a la industria de la miel, pues está en el corazón de la Alcarria, aunque en el siglo XVIII llegó a tener también muy florenciente industria de telares en que se elaboraban paños, lienzos y seda. Su caserío, en suave recuesto asentado, guarda todavía muy interesantes ejemplos de arquitectura popular con edificios construidos a base de tapial y yeso, con entramados de carpintería. Algo de historia Fue este lugar, prontamente repoblado tras la Reconquista, dado en señorío por los reyes castellanos a una familia de caballeros de Segovia: fue el primero don Pedro Miguel, titulado primer señor de Moratilla; el segundo don Miguel Pérez y el tercero don Gutiérrez Miguel de Segovia, todos durante la segunda mitad del siglo XII. Pero aunque sigue apareciendo algún caballero más de esta familia como señor de Moratilla, el hecho es que en 1176 donó este lugar a la Orden de Calatrava el rey castellano Alfonso VIII. Y en el poder de esta Orden militar de tan ancho predominio por la Alcarria, siguió hasta el siglo XVI en sus comienzos, en que Carlos I la enajenó y luego hizo Villa, que continuó siendo de realengo. Su variado patrimonio Lo primero que conviene ver, porque es a mi entender lo más llamativo e interesante, es el rollo o picota. A la entrada del pueblo, por el camino que desde nordeste viene de Fuentelencina, se alza este elemento patrimonial, sobre el recuesto que es preciso subir para entrar al pueblo desde el vallejo. Se trata de un ejemplar de la primera mitad del siglo XVI, sin duda, uno de los más hermosos e interesantes ejemplares de picotas de la provincia de Guadalajara. Sobre una gradería circular de varios escalones superpuestos en disminución, aparece primero la basa, que presenta en cada una de sus cuatro caras sendos relieves con figuras, ya muy desgastados e irreconocibles. En uno de ellos aún se distingue un hombre desnudo, con una corna en la mano. Se trata de un conjunto que juega con el simbolismo del número cuatro ¿estaciones climáticas?, ¿los trabajos de Hércules?, ¿los cuatro vientos o puntos cardinales? Sobre esta basa se alza […]