Para conocer Guadalajara, basta hoy con llegar por cualquiera de los caminos (hoy carreteras, alguna autopista) que desde fuera vienen. Pero eso es entrar muy a lo loco, muy a lo simple. Para entrar a Guadalajara con razón, con fuerza, con ganas de sentirla y comprenderla, hay que hacerlo a través de algunas de las grandes puertas que todavía quedan en pie, de las murallas de sus ciudades, de los grandes palacios y templos que la adornan. Puertas Medievales Voy a referir solamente diez puertas (solemnes y recias todas, transidas de historias y de emociones) por las que se debe entrar, o salir, para conocer Guadalajara y sus lugares. Y así empezar en la capital, en la Wad-al-Hayara de los árabes, y hacerlo por la única muestra que de su muralla medieval queda en pie, la Puerta de Alvar Fáñez. La primera puerta, por donde dicen que entró el héroe castellano a tomar posesión de la ciudad del Henares, y arrebatar su poder a los árabes que la controlaban. Es una puerta-museo, además, donde se guarda el recuerdo del caballero y su mesnada. Segunda puerta, la del Hierro, en el castillo de Zorita. En su mural del sur, y en lo alto ya, tras ascender el camino hacia la fortaleza, se llega a una puerta doble, islámica la exterior, gótica y cristiana la interior. Arco de herradura y arco apuntado. Así es la solemne puerta del Hierro del castillo zoritano. Tercera es la Puerta del Sol, que así se llama a una de las que en Sigüenza permitían el paso desde el arroyo Vadillo al interior de la ciudadela medieval. Orienta a Levante, como es lógico, era una de las primeras que a la mañana iluminaba el sol con su clara risa. Y por allí entraban a mercadear las gentes venidas de fuera. Cuarta es la gran portalada a la que en Atienza llaman Arco de Arebatacapas, que media en la cuesta que va de la plaza de España a la plaza del Trigo. Solemne, arropada entre edificios y murallas, sonora también, de los cascos de los caballos de la Caballada. Quinta puerta, medieval como las anteriores, espectacular porque es con otras dos más el único espacio que permite acceder a una villa completamente amurallada, hoy como hace siete siglos, en Palazuelos: es la puerta de la Villa, construida en recodo, de tal modo que hay que trazar un ángulo […]