En estos días hemos podido acceder a la compleja estructura y el imponente aparato informativo que ofrece un libro referido íntegramente a un pueblo de nuestra provincia: concretamente al molinés enclave de Orea. Una obra que va a ser presentada este fin de semana, más exactamente el sábado 17 de agosto, en la localidad serrana, ahora abarrotada de gente que acude a ella a pasar el verano, por querencias familiares y por la temperatura agradable que allí se disfruta. Palabras para presentar Orea Me considero afortunado por haber sido de los primeros lectores que ha tenido este libro, porque he disfrutado y he aprendido mucho con él. El disfrute ha venido de la claridad con que las cosas que en él se tratan van expuestas. El método científico le impregna por completo: es claro, metódico, ordenado y cuajado de cifras, a la manera en que el mundo debe ser entendido: midiéndolo. Y el aprendizaje me ha llegado porque a pesar de llevar docenas de años recorriendo la provincia, hablando con sus gentes y mirando torres de iglesias, apuntando detalles y leyendo legajos viejos, la mayoría de las cosas que de Orea saben los autores yo no las sabía. En este libro, que usa más de 500 páginas para tratar solamente de un pueblo, aparece con fuerza un elemento del que muchos hablan y pocos se paran a definirlo: es la intrahistoria, de la que don Miguel de Unamuno decía que era ese discurrir de la vida tradicional que viene a servir de decorado a la historia visible. En Orea apenas han ocurrido cosas que puedan ser anotadas en los libros de Historia. Es más, yo diría que no ha ocurrido nada que deba aparecer en los libros de la historia de Castilla, de España toda. Pero en esta villa cada día que ha pasado, desde hace más de dos mil años, han ocurrido cosas: las que han sucedido a sus habitantes, las que han tenido que ver con ellos mismos y ellos solos, con sus cuentas diarias, con su estructura de grupo, con sus relaciones de poder y con sus formas de pensar. Esa sucesión de elementos es lo que da pie a la historia, que en este caso, y por haber sucedido solo en Orea y a sus gentes, se puede definir como intrahistoria real. De esa que el Diccionario oficial dice que es “La vida cotidiana en la […]
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La catedral de Sigüenza, de nuevo protagonista
Este año que acaba de concluir, Correos se ha fijado dos veces en nuestra provincia para hacerla, en pequeños fragmentos, protagonista de sus emisiones de timbres postales. En diciembre fue la talla de la Sagrada Familia que de la Roldana se guarda en Museo Provincial de Bellas Artes. Y en marzo fue una estupenda “Hoja-Bloque” en la que aparece la catedral de Sigüenza, en una vista general, con fuertes tonos verdes, y en el sello de 2,84 Euros, dentado y aislado en el centro de la pieza, una vista de la Sacristía de las Cabezas. Todo ello realizado en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre con técnica de huecograbado, dejando a esta pieza como una de las mejores del pasado año, en que los programadores de estos mensajeros de la cultura y la sociedad que son los sellos, plasmaron la memoria de otras dos catedrales del área celtibérica, las de Albarracín y Tarazona, en otras dos hojas bloques con sus sellos. Vemos las tres piezas. La Celtiberia, que es tierra de raíces profundas, y en la que aún vivimos parte de los españoles (digo aún porque es la que sigue desertizándose, y si no se pone remedio llegará el día en que nadie quedará por estos pagos) tuvo siempre una idiosincrasia especial, que la viene sin duda de sus primitivos habitantes, aquellos guerreros y ganaderos que fundaron ciudades estado capaces de enfrentarse al Imperio Romano durante dos siglos. Pereciendo, como es sabido (Numantia, Tithia, Segontia, Termantia…) pero dejando en sus gentes un poso, no solo de características genéticas irrenunciables, sino de personalidad, y de cultura, que aún se manifiestan en artesanías, festividades, construcciones y actitudes. El cristianismo se fraguó sobre la civilización romana, como un movimiento que primero fue de rebelión política y luego quedó cristalizado en una actitud de comportamiento vital y trascendente. En las tierras dela vieja Celtiberia, sobre las que los romanos pasaron como de puntillas, se instaló el cristianismo con fuerza a partir del inicio dela Edad Media.Yen ella se levantaron grandes templos, acumulando en sus figuras e interiores la belleza del arte, la delicadeza de las formas. Esos tres grandes templos son, hoy los recordamos, las catedrales de Albarracín, Tarazona y Sigüenza. La catedral de Albarracín En la hoja bloque aparece la catedral en su conjunto panorámico, y en el sello se ve la torre de las campanas. El edificio y toda la ciudad […]