Huecos de vida propuestos por Aparicio Erroz

El segundo libro de Sergio Aparicio Erroz es un avance gigantesco sobre el primero, porque ha cumplido un buena parte del camino de la vida. No todo. Pero sí el suficiente para saber que “Empezar es todo lo que uno puede asegurarse” (página 136 de “Huecos de vida”, camino avanzado del centenar de pensamientos, poemas y prosas sentenciosas que contiene).

Nacido en Guadalajara, en 1975, Sergio Aparicio es médico, con mucha experiencia en los lares del dolor. En los hospitales, en las camas lejanas, en las arrugas de los rostros, en los silencios de quienes sufren. Es este un libro típico salido del horno de ese “humanismo médico” que tanta y honda tradición tiene en España. Porque desentraña su yo, lo desnuda, lo reviste analizado, lo nombra y le concede un destino, al que poco a poco se amolda, pero siempre rebelde, siempre dudando.

Y, al mismo tiempo, analiza el paisaje en que vive, los lugares del descanso, el hallazgo (siempre personal y sorprendente) de que la felicidad no existe, y a lo más que podemos aspirar es a vivir momentos felices, instantes plenos: un beso, un atardecer, un grupo cantando, una caminata frente al viento.

Dice a veces “me siento confuso de alegría” y otras se enfrenta a la vejez, como “la tierna osamenta del vencido”, y recapacita y dice que “eso sería en otra noche sin isla” cuando evoca el primer beso. De los viajes se queda con la impresión, más que con las fotografías, y a Manhattan la ve como “una isla enterrada en sus luces”

En definitiva, estos “Huecos de vida” de Aparicio Erroz suman 150 páginas y conforman un libro delicado, sereno, hecho desde la altura, desde la segura intranquilidad de estar viviendo, todavía.

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