Antigüedades de Gualda

Antigüedades de Gualda

viernes, 8 abril 2022 0 Por Herrera Casado

Un viaje dominguero por Gualda, acompañado de buenos amigos, me ha deparado sorpresas como la visita de una necrópolis tardoantigua en el lugar llamado “El Tesoro” por Carramantiel, al sur del pueblo. Y otras varias cosas que, ligadas, dan pie a teorías novedosas.

Cuatro labriegos parecíamos, el domingo 20 de marzo de este año, mientras Madrid ebullía de tractores y pancartas, de chalecos fosforescentes y cazadores contrariados. Cuatro éramos los que andábamos por trochas borradas de la Alcarria, donde los caminos van perdiéndose sin remisión, borrados por la climatología y las ausencias. Éramos Augusto [Agüeros], el sabedor de Gualda, Reyes [Todoterreno], Pablo [O`Frenchi] y un servidor, disimulado bajo un tabardo de piel oscura. Tras un corto trayecto en el todopoderoso Toyota que ahora gasto, nos echamos a andar, y a buscar las evidencias de pasadas glorias.

Pronto las encontramos, al Sureste de la población, en un recodo elevado de una meseta rocosa, que da vista amplia y despejada sobre el Barranco Grande que rodea al actual pueblo por el Sur. Lo primero que encontramos fue el espacio de la necrópolis. Un total de 35 tumbas se ven excavadas sobre la irregular roca arenisca. Son de diversos tamaños (en general las hay grandes para contener cuerpos adultos, de 1,80 metros de media, y pequeñas, de poco más de 40 cms. para contener cadáveres infantiles). Están agrupadas de dos en dos, a veces tres y en un par de casos, hay varias juntas, alineadas. Sin duda, para almacenar cuerpos de grupos familiares.

Esta necrópolis de Gualda era conocida de antiguo por los habitantes del pueblo, y cuando a finales del siglo pasado (a partir de 1992) se hicieron excavaciones regladas, y se obtuvieron hallazgos de piezas interesantes, el Estado tomó la tarea de hacer una excavación arqueológica de la misma, que dio por resultado la publicación de su memoria, la recogida de piezas para el Museo, y la señalización del entorno. Es fundamental la publicación que hace su director de excavación, Miguel Angel Cuadrado Prieto, del Museo de Guadalajara, en el Libro de Actas del Primer Simposio de Arqueología de Guadalajara. En ella, a lo largo de 8 páginas de texto y 4 de gráficos, expone lo encontrado y le otorga datación y valoración, avanzando la existencia del poblado anejo, y de otro lugar de poblamiento y necrópolis en el término, concretamente en el Cerro de la Horca, al NE del pueblo.

En la necrópolis, además de las tumbas, algunas de las cuales aún contenían los esqueletos completos de los difuntos, se encontraron elementos metálicos, y muy escasos cerámicos. De los metálicos, destacan varias piezas ornamentales procedentes de los cinturones que sujetaban las túnicas sobre los cuerpos. Ellas han sido la clave de la datación del espacio, pues se encontraron varias hebillas de cinturón, en forma arriñonada, de bronce, y fragmentos de cuchillos, así como un clavo y otros pequeños anillos que podrían corresponder a pendientes. Todo ello del siglo VII d. de C. Esto es lo que puede decirse, técnicamente, de la necrópolis hispano.visigoda, o tardoantigua, de “El Tesoro” en Carramantiel, término de Gualda.

Muy cercano a ella, apenas 200 metros las separan, se ha encontrado el poblado original, situado en un lugar preeminente, sobre un largo resalte rocoso, acantilado sobre el valle del Barranco Gordo que discurre a sus pies. Sin duda poseía una situación muy estratégica, más de visualización del entorno que de defensa. Porque no se aprecian restos de defensas militares, murallas ni nada por el estilo, sino solamente los trazados de muros que constituían las viviendas: da casi un metro de anchura, y una elevación sobre el sustrato rocoso de otro metro, lo que supone que sobre ello se alzaban las paredes construidas a base de piezas de adobe, cubriendo los espacios con enmaderados protegidos por tejas, de las que sí se han encontrado numerosas huellas. Hay algunas piedras muy bien talladas, buenos sillares, los pavimentos allanados, y todo ello dando prueba de la existencia de un poblado residencial de no más de 10 viviendas, lo que contabilizando las tumbas encontradas, viene a suponer una ocupación de aproximadamente dos siglos. 

Sin duda que en el conjunto de poblado y necrópolis de “El Tesoro” de Gualda, visitado y admirado, estamos ante una ocupación humana de largo recorrido y en la época de la monarquía visigoda de España. Al otro lado del pueblo, en un cerrete también de estructura rocosa, se han encontrado otras pocas sepulturas del mismo estilo, excavadas en la roca arenisca, sin agrupaciones específicas, en un total de 23 ejemplares. El arqueólogo director de la excavación supone que esa necrópolis, llamada de “El Cerro de la Horca” sería más grande que la de “El Tesoro”. Y para su poblado rector, considera que el lugar sería lo que hoy es el pueblo. Que, por cierto, tiene un gran roquedal, hoy vacío de construcciones, al sur del mismo, y al que clásicamente se le ha denominado “El Castillo”, denotando que, por tradición, se ha transmitido la noticia de que ese alto estuvo ocupado por una fortaleza (débil sería, porque no han quedado restos) o quizás un poblado, el que depositaba sus muertos en la necrópolis del Cerro de la Horca.

A estas noticias, que hemos visitado en detalle, cabe añadir otro dato, curioso, y es la existencia de una “Cueva Eremítica” al norte del pueblo, la llamada ”Covacha de la Virgen”, junto a un recodo de la carretera que lleva a Henche. Está excavada en el frontal de una gran roca arenisca, y su acceso hoy es difícil, porque en el transcurso de los siglos ha ido perdiendo el firme que permitía el acceso desde la veguilla sobre la que asienta, en el mismo Barranco Grande. La cavidad, poco profunda, bien tallada armónicamente, tiene aspecto de ser espacio sagrado o relicario, donde la tradición dice que se apareció la Virgen a un pastor, y los del pueblo dibujaron una tosca imagen de María coronada en el muro del fondo, pero que sin duda fue el lugar de recogimiento y oración de algún eremita de época visigótica, porque ya hemos visto que la zona estuvo bastante ocupada en aquella época de los siglos VI al VIII.

Para rematar el conjunto de noticias sobre Gualda, en lo que atañe a la Edad Media, coligiendo de ellas su importancia como lugar habitado, y de paso, está el dato importantísimo de haber sido esa villa en la que se alojó en la segunda mitad del siglo XIII el Rey de Castilla, Alfonso X el Sabio, donde –concretamente en 1273– firmó el documento en que da carta de naturaleza y funda la “Real Sociedad de Ganaderos de la Mesta”. Además de cazar en el entorno, el rey castellano estuvo otras veces en la villa. ¿Tenía entonces una importancia especial? De su situación, en el camino entre el Tajo y la villa arzobispal de Brihuega, deriva su importancia. Y de que tenía ya por entonces fama de muy antigua y poblada, porque su datación nos permite remontarla a los primeros siglos de nuestra Era. Los romanos debieron tener algún tipo de asentamiento también, pues en el poblado de “El Tesoro” que antes he comentado, se encontró hace unos cuarenta años una estela funeraria romana con inscripción, que se sacó del lugar y se llevó al Museo de Guadalajara, donde se conserva. Aunque no tuvo población numerosa, sí que fue mantenida en el tiempo, durante largos siglos de poblamiento (probablemente ibérico en lo alto de la eminencia del “castillo”, y después en lugares de vega por romanos, y defensivos por los visigodos. Cuando pasó (hace de ello 750 años) por allí el Rey Alfonso X y su corte, ya tenía Gualda adquirida su buena fama de lugar pasajeros, antiguo y digno.

Ojalá que se mantenga así mucho tiempo, aunque este pasado 20 de octubre allí no había casi nadie. Al llegar tuve problemas durante un buen rato para conectar con mis anfitriones, dado que en el interior del pueblo no existe cobertura de teléfonos móviles. Luego, en el paseo, las razones que me fue dando Reyes “todoterreno” de como hoy se persigue a quien simplemente va por el monte con un perro (porque se sospecha de él que es cazador furtivo) o que está prohibido limpiar el entorno de los carrascos para que de un solo tronco surja una fuerte encina, son todas razones que abundan en esta situación en la que, dirigidos por unas autoridades que tienen más de adolescentes puritanos que de regidores sesudos, nos encontramos muchos un tanto atemorizados ante tanta prohibición, y tan general y absurdo ordenancismo. Pero dejémoslo aquí, que estas son razones para charla de casino más que artículo informativo de periódico.