Todo el arte de nuestra región

viernes, 6 abril 2018 0 Por Herrera Casado

Historia del Arte de Castilla La ManchaHace pocas fechas, en tarde de aguaceros y amistades, se presentó en el Salón Azul del palacio de los duques del Infantado, de nuestra ciudad, una obra enciclopédica que por singular y entretenida la comento aquí ampliamente. Porque lo merece.

Aunque hoy hablar de arte puede parecer superfluo, con la de problemas socio-económicos a los que nos enfrentamos, sí que es cierto que es un tema que por anejo a la esencia y a la existencia humana, cabe poner cierto énfasis en ello. Ahí están las muestras de arte contemporáneo, generando polémicas, o las cantidades de dinero que sigue moviendo el arte.

Sin embargo, detrás de eso, están los fundamentos propios de la creatividad, y las razones primigenias que al hombre han movido a buscar la belleza en la materia que le rodea, a construir, a pintar, a recitar y a concordar sonidos.

Este que comento ahora es un libro (dividido en dos tomos, fundamentalmente por operatividad técnica, para evitar un volumen demasiado aparatoso) que viene a recopilar la esencia del arte físico (pintura, escultura, arquitectura) de un comunidad autónoma española, de Castilla-La Mancha.

Dirigido por Miguel Cortés Arrese, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Castilla-La Mancha, y por lo tanto el más idóneo candidato a estar al frente de este equipo, participan en el mismo una serie de estudiosos, todos ellos integrados en la institución académica regional. El análisis del índice de estos dos tomos, nos permite situarnos ante su intencionalidad. Es lo que hacemos a continuación. Y el análisis de uno por uno de sus apartados, que aun dentro de una relativa homogeneidad, fructifican de manera diversa en cada caso, nos posibilita comprender el alcance y utilidad de la obra, que es en todo caso totalmente positiva.

El primer capítulo está dedicado al tema “De la Prehistoria a Roma” y en él se analiza de forma general los inicios del arte en esta área peninsular, tanto las manifestaciones de la expresión artístico-utilitaria de la época paleolítica, como de la figurativa del mundo ibérico. El celtibérico queda más silenciado, y lo romano se trata adecuadamente, para luego presentar a modo de monografías, la información relativa a cuatro parques arqueológicos, como son los de Alarcos, Segóbriga, Recópolis y Carranque, insistiendo en todos ellos (menos en el de Recópolis, en el que se presenta de forma genérica la problemática actual de estos Parques) en sus características histórico-artísticas.

El problema del Parque de Recópolis, en concreto, y según se desgrana en este libro, no es pequeño: responsabilidad de un pueblo mínimo, casi sin habitantes, la Junta de Comunidades no aporta ayudas, y la Diputación se limita a subvenir los déficits… así es difícil promocionar nuestro arte, nuestro patrimonio.

la españa de cela

El arte visigodo es tratado por Salgado Pantoja con brevedad y hondura, y por este mismo autor se presenta un estudio, que abarca 62 páginas del libro, del Arte Románico que por fuerza se centra en las provincias de Cuenca y Guadalajara, especialmente en esta última. Riguroso y medido, intenta analizar esta expresión -que es fundamentalmente arquitectónica- del arte medieval, y por la complejidad del tema alcanza a hacer un exhaustivo inventario de este mundo artístico tan pluriforme como es el románico guadalajareño. En el que, al tratar de las decoraciones escultóricas de sus fachadas, nos refiere como de interés la de “Nuestra Señora del Peral”, ermita del XVII que dejó incluida una puerta románica con tallas, y que puede verse en el término de Budia. La fórmula expositiva (que va respaldada por un perfecto conocimiento del tema y un lenguaje claro y elegante) a veces no da para más que la enumeración de las piezas.

El arte andalusí y mudéjar lo trata Miguel Cortés, con sabia contención, pues el tema es abundante, sobre todo en el ámbito toledano. Al mudéjar de Guadalajara, tan desconocido y maltratado, le dedica dos páginas y media, que son de agradecer, aunque se remite finalmente al libro, recién aparecido, de Antonio M. Trallero Sanz, al que da por referencia absoluta.

El arte gótico corre a cargo de Sonia Morales Cano, quien aquí ha de concentrar sus muchos saberes, teniendo por delante la “domus aeterna” de los prelados toledanos, los panteones regios, o los cientos de castillos, ciudades amuralladas y toda la imaginería y pintura que aquella época de la declinante Edad Media dejó sobre los pueblos y ciudades de Castilla-La Mancha.

En el segundo tomo es Pedro Miguel Ibáñez quien analiza en primer lugar el arte del Renacimiento, comprimiéndolo en 44 páginas, y asombra cómo consigue en ese corto espacio analizar con clarividencia lo que supone esta forma expresiva a lo largo de cientos de ejemplos de los que también casi en modo inventario ha de tratar.

Miguel Cortés dedica luego un capítulo especial y monográfico a la figura del artista Domenikos Theotocópoulos, el Greco, que a pesar de no ser de la tierra, aquí, en Toledo, arraigó y marcó una etapa espléndida del arte que hoy se asigna a nuestra Región. Es realmente un artículo de 17 páginas que se lee fácil y nos centra estupendamente la figura del cretense, incluso en sus relaciones (que las tuvo) con la tierra de Guadalajara y Sigüenza.

El arte barroco en Castilla-La Mancha lo trata Fernando Gonzalez Moreno, muy adecuadamente, con su parte de arquitectura, la de escultura, la de pintura y la azulejería y cerámica. Lástima que no haya profundizado, por ejemplo, en la obra del analista documental y tratadista de este estilo, Juan Antonio Marco Martínez, quien avisa en sus escritos de la densidad barroca de los templos de la diócesis de Sigüenza.

El arte de la Ilustración lo trata correctamente Adolfo de Mingo Lorente, quien a la fuerza resume todo lo que sabe sobre el tema, y es Silvia García Alcázar quien se encarga del capítulo del arte del siglo XIX (entre la tradición y la novedad) con ampliación a las primeras décadas del XX, por lo que aporta datos sobre la arquitectura ecléctica y modernista, tomando a los edificios de Ayuntamientos, Diputaciones y Mausoleos de la Nobleza como ejes de esta etapa constructiva, sin olvidar citar a pintores y escultores de la época.

El último capítulo es realmente singular, quizás (junto al del románico) lo mejor de la obra. Lo firma José Rivero Serrano, y lo titula Tramas, temas, nombres, tipos, géneros: arte de los siglos XX y XXI. En su inicio, apunta a lo que siempre que se habla de “Castilla La Mancha” un historiador debe reconocer a priori. Que “Más allá de la artificialidad de sus límites administrativos recientes, lo que queda claro es la suma de unos territorios heterogéneos, que no ocultan la dualidad de su designación y procedencia”. Con ello por delante, Rivero asume la tarea compleja de analizar lo que artistas y pensadores, arquitectos e historiadores, han sido capaces de hacer en los últimos cien años, primero separados, luego juntos, conformando una estructura político-administrativa que en la mayoría de los casos se ha demostrado artificial en punto a la valoración de las surgencias artísticas.

Un gran libro, que se hace obligado tener, leer, valorar, y guardar de archivo. Una estupenda pieza de biblioteca a partir de la cual los autores (variados profesores y profesoras de probado rigor), el coordinador (Miguel Cortés Arrese) y el editor (Alfonso González-Calero) han demostrado que podemos, que debemos, seguir indagando en el pasado común y en la común hazaña de provocar el arte en las tierras y los pueblos de Castilla-La Mancha.

Datos de esta enciclopedia

Cortés Arrese, Miguel (editor) y colaboradores: “Arte en Castilla La Mancha”. 2 Tomos. Almud Ediciones. Albacete, 2018. Tomo I (304 páginas), Tomo II (320 páginas). ISBN: 978-84-946676-8-8 y 978-84-948075-1-0. P.V.P.: 20 €. cada tomo.