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mayo, 2017:

Visitas reales en Guadalajara

Boda de Felipe II e Isabel de Valois en Guadalajara

Boda de Felipe II e Isabel de Valois en el patio de los leones del palacio de los duques del Infantado de Guadalajara

Mañana sábado, a mediodía, llegará a Guadalajara el Rey de España, S. M. Don Felipe [VI] de Borbón y Grecia. Lo hará acompañado de su esposa, S.M. Doña Letizia Ortiz, y presidirá el homenaje a la bandera, a los que han dado su vida por la Patria, y al Ejército Español que nos defiende. Será su primera visita oficial a la ciudad, como Jefe del Estado, y será aclamado, como corresponde, por el pueblo de Guadalajara. Mañana anotaremos en los anales de la ciudad, la visita del “felipe” que nos faltaba.

 

Con este motivo, me he parado a repasar las visitas que a Guadalajara, ciudad y provincia, han hecho los reyes (primero de Castilla, luego de España, y algún que otro europeo) a esta ciudad y su territorio circundante, encuadrado hoy en lo que es la provincia de Guadalajara.

Trataré de ser rápido y sucinto, porque la lista es larga y daría, casi casi, para un libro. Empiezo por los Trastamara, porque los borgoñas son más difíciles de rastrear, aunque sabemos que Alfonso VII estuvo aquí dándonos el Fuero…

Es en junio de 1370 que sabemos que el rey Enrique II de Castilla anduvo por nuestra ciudad. Llegaría al Alcázar Real, propiedad de la corona, y cabeza de una villa de señorío real, como fue casi siempre la nuestra. Por este edificio, y por la vega del Henares, anduvo también Enrique III, de quien sabemos era aficionado a pasar temporadas en el Monasterio benedictino de Sopetrán, junto al río Badiel.

De su hijo Juan II tenemos más noticias. Sabemos, por ejemplo, que el 16 de junio de 1408 firmó en sus salones del alcázar una carta concediendo al monasterio jerónimo de la Sisla una renta perpetua. Sabemos también que el 20 de enero de 1413 firmó aquí las normas de trato para los judíos de Murcia, e incluso que siete años después, el 25 de febrero de 1420, favoreció en una provisión al Concejo murciano para que pudiera proveer una flota de ayuda a Francia.

Será su hijo, Enrique IV de Castilla, quien también alojado en el Alcázar decidió y plasmó en un solemne documento que aún hoy se conserva en el Archivo Histórico Municipal, el nombramiento de Ciudad a Guadalajara, elevándola desde la categoría de villa que hasta entonces tuvo, al preeminente de ciudad, que hoy con satisfacción aún poseemos. Fue la firma un 25 de mayo de 1460.

Luego su hermana, Isabel, casada con Fernando de Aragón, la más itinerante de los monarcas castellanos, vino hasta nosotros. El devenir de la Corte, en tiempo de los Reyes Católicos, fue incesante. Aún sin sede definitiva, el conjunto de reyes, ministros, cancilleres, asesores y escribanos, jueces y jerarcas, clérigos y arzobispos, deambulaban por los reinos de Castilla y Aragón, acogiéndose a palacios privados y amistades sinceras.

El Renacimiento en Guadalajara

 

Por Guadalajara pasaron los Reyes Católicos en numerosas ocasiones. Recuerdo aquí dos solas, por lo famosas y cruciales: una la que hicieron en 1487, cuando camino de Aragón, y acompañados por su Canciller don Pedro González de Mendoza, fueron invitados a visitar y pernoctar en el fastuoso palacio que su hermano el segundo duque del Infantado estaba por entonces construyendo. Ya habitable y digno de recibir a los Reyes, doña Isabel especialmente quedó maravillada del arte de Juan Guas, a quien luego haría su arquitecto de obras reales. Y otra la que hicieron en ese mismo año de 1487, en el mes de octubre, continuando el viaje que le hizo pasar por Guadalajara, a la catedral de Sigüenza. Admiraron allí la fastuosidad del templo, y la reina debió sugerir al Cardenal Mendoza, entonces obispo seguntino, que iniciara la realización de un coro bajo, para llenar el centro de la nave principal. Ese coro es muy parecido al de Santo Tomás de Ávila. Una presencia, en Guadalajara y Sigüenza, de la reina Isabel, que quedó prendida en las crónicas remotas de aquel final del siglo XV.

Sería su hija, la reina doña Juana (nuestra señora), en compañía de su esposo el príncipe Felipe [I, el Hermoso] quienes en 1502 visitaran Guadalajara, en un viaje desde Flandes a Castilla que hicieron acompañados de ilustre corte y con un cronista, Antonio de Lalaing, anotando todos sus pasos.

Carlos I, emperador, primer monarca de la dinastía austriaca, cruzó en numerosas ocasiones nuestra tierra. Por recordar algunas, el viaje de 1534, cuando volvía a Toledo procedente de un largo viaje por Europa, donde entre otros sitios estuvo en Tournai, celebrando el tercer capítulo de la Orden del Toisón de Oro, y visitando sus afamados talleres de tapicería. El 26 de enero de 1534, el emperador Carlos y su numerosa corte llegaron a Sigüenza procedentes de Medinaceli. Sin parar más que para dormir, el 27 caminaron de Sigüenza a Jadraque; el 28 de Jadraque a Hita, el 29 de enero llegaron a Guadalajara, donde pararon tres días en el palacio de los duques del Infantado, ya entonces plenamente integrados en la corte, y el emperador admiró el edificio y sus colecciones de arte. El 1 de febrero de 1534 salió don Carlos de Guadalajara para alcanzar Alcalá [de Henares].

Años antes, tras la batalla de Pavía (vencedora España de Francia), pasó unas cuantas jornadas en Guadalajara un rey extraño, que venía prisionero. El gran rey católico, audaz y bien dispuesto, Francisco I de Francia, prisionero, y con destino a la Torre de los Lujanes de Madrid, pasó una semana en el palacio del Infantado, huésped agasajado por sus señores duques, en jornadas memorables de las que ha quedado constancia meticulosa.

Felipe II también estuvo entre nosotros. La jornada más famosa, sin duda, la del 2 de febrero de 1560, cuando realizó sus bodas con la princesa Isabel de Valois, hija del rey de Francia. Momento único aquel en que al rey se le vió vestido, íntegramente, de blanco, algo inusual en él, fruto de su alegría y esperanza. Otras veces volvió, con peores barruntos, como en 1585, cuando viajaba hacia las Cortes de Monzón.

Su hijo Felipe III también anduvo por estos lares. Fue en 1604, junto a su mujer doña Margarita, hospedándose entonces en el convento de San Francisco, y visitando desde allí toda la ciudad, sus calles y plazas, sus instituciones, sus monumentos, sus conventos y palacios… pidiendo a los ciudadanos que no celebraran fiestas en su honor, que la pareja era feliz solo con verlos…

A Felipe IV le traemos, en fecha conocida, en 1626, cuando camino de Zaragoza paró dos días en el palacio de los duques. Y en fecha desconocida, cuando –dicen- de tapadillo se acercó hasta el monasterio benedictino de Valfermoso de las Monjas, a visitar (trepando las vallas, dicen…) a su abadesa, doña María Inés Calderón, “la Calderona”, actriz de gran fama en el Madrid del Siglo de Oro, y con quien mantuvo relaciones amorosas… tan amorosas, que de ellas resultó el nacimiento del infante (reconocido como tal) don Juan José de Austria.

Su hijo Carlos II pasó por nuestra ciudad en 1679. No fue muy sonado el recibimiento.

Y luego a su fallecimiento, y en plena guerra de sucesión, la majestad de don Felipe [V] de Borbón ya, aposentó en Guadalajara, de regreso de la batalla de Villaviciosa, en diciembre de 1710, tras proclamarse rey frente a las aspiraciones del archiduque Carlos [de Austria]. La ciudad le recibió con los brazos abiertos, y de ahí derivó el cariño que este monarca tuvo siempre a Guadalajara. Tanto, que en 1714 eligió el lugar para casarse. Fue el 24 de diciembre de 1714, y lo hizo con su segunda esposa, doña Isabel de Farnesio. Segundas bodas reales de las que Guadalajara fue testigo.

De los Borbones, quedan memorias varias. Por ejemplo, de Isabel II, tan trotona siempre, hasta su último destino en Francia, sabemos que venía de vez en cuando a Guadalajara, a charlar con su amiga íntima, sor Patrocinio. La que está enterrada en “El Carmen”.

Tras la Revolución Gloriosa, la primera República y el intermedio de Amadeo, Alfonso XII, el restaurador, vino algunas veces por aquí. La fecha más memorable, el 23 de marzo de 1879, cuando con toda la corte y el Ejército procedió a inaugurar el Colegio de Huérfanos Militares en el que había sido palacio del Infantado, poco tiempo antes vendido por su último dueño, el duque de Osuna, a la ciudad.

Alfonso XIII fue un adicto a Guadalajara. Muchas veces vino. En coche unas, otras en tren, y hasta en avión llegó al Henares. El 26 de marzo de 1904, recién ascendido al trono, joven y espigado, se le ve visitando el Parque de Aerostación de los Ingenieros Militares de Guadalajara, en una película que pasa por ser la primera rodada en nuestra ciudad. Admirado y fervoroso de las nuevas tecnologías (los coches, los aviones), “sportman” él mismo en todos los deportes, el Rey volvió el 6 de febrero de 1920, acompañado del conde de Romanones, de Damián Matéu y de Francisco Aritio, a inaugurar las instalaciones de la Fábrica de motores “Hispano-Suiza”. Le acompañaron desde Madrid dos escuadrillas de aviones militares, y fue aquella jornada una de las más memorables en la historia de la ciudad, pues se abría un futuro esperanzador y optimista, al surgir junto al río Henares una fábrica gigantesca de motores de avión, de coches de lujo, de mil cosas que se iban a necesitar en la Humanidad que con el siglo XX se inauguraba.

Volvió Alfonso XIII en numerosas ocasiones a nuestra ciudad. En 1928, por ejemplo , a Molina de Aragón y a visitar a Lino Bueno en su “Casita de Piedra” en Alcolea del Pinar.

El mismo trayecto que hizo, esta vez en helicóptero, y cincuenta años después, el 20 de abril de 1978 el nuevo monarca, Juan Carlos [I] quien acompañado de su esposa S.M. doña Sofía de Grecia, y todo el gobierno, acudieron a Molina de Aragón, donde en clamorosa jornada recibió el título de “Señor de Molina” que habitualmente, y desde hace siglos, los molineses han concedido, voluntariamente, a los reyes de Castilla y de España luego.

Siguió hasta Alcolea, donde visitó de nuevo a los hijos de Lino y visitó la Casita, y finalmente en Guadalajara, ante una multitud entusiasta recorrió a pie la calle mayor e inauguró un barrio de viviendas sociales, las que desde entonces se llaman “Casas del Rey”.

Volvió luego don Juan Carlos I por la ciudad, pero ya siempre en viajes privados, acompañado de cortesanos, a comer/cenar en el restaurante “Amparito Roca”, en la jamonería “Lagos” o a presenciar la lidia y muerte de algunos toros en la Plaza de “La Muralla” de Brihuega.

Será bienvenido mañana don Felipe VI, Jefe de Estado como Rey de España, quien presidirá en un acto que también creo histórico el desfile de la representación de las Fuerzas Armadas que nos defienden. Quizás visite el edificio de la Fundación “San Diego de Alcalá” de madres adoratrices, porque es de lo poco decente que hoy puede enseñársele a un Rey en Guadalajara. No podrá visitar –como hicieran sus ancestros en siglos pasados- el palacio de los duques del Infantado, tapado por andamios, ni el Alcázar Real, en lamentable estado de ruina y abandono, ni la Fábrica “Hispano-Suiza” devorada por la incuria y los años…

Homenaje a Manuel Criado de Val en su centenario

Manuel Criado de Val en su centenarioEl pasado domingo estaba previsto el anunciado Homenaje a la figura de don Manuel Criado de Val, de quien este año se cumple el Centenario de su nacimiento. El acontecimiento había sido preparado para el domingo 14 de mayo, a las 11 de la mañana, en la carpa central de la Feria del Libro, instalada en la Plaza Mayor. A punto estuvo de no celebrarse, por la falta de asistencia de público. Al final, se reunieron una docena de oyentes, (algunos y algunas de relevancia) y se pudo hacer este cumplido homenaje de admiración y cariño a la figura del profesor Criado de Val, creador de los Festivales de Hita, entre otras cosas.

Mal está que sea yo quien haga la crónica del acto, porque fui el convocante, y el protagonista al dictar una conferencia de una hora de duración, ilustrada con imágenes del profesor, de sus libros, de sus obras, de los lugares en los que fraguó su biografía. Pero la inasistencia de cualquier otro medio de comunicación (con la honrosa excepción de “Cultura EnGuada”) me obliga a dar cumplido mensaje referencial de aquello, al menos para que en las hemerotecas del futuro conste que una docena de ciudadanos se reunieron a memorar la obra y la figura del profesor don Manuel Criado de Val en el Centenario de su nacimiento.

Porque el hecho lo merecía, y el aniversario lo pedía a gritos. Previamente quedó también constancia, a través del alcalde de la villa de Hita, don José Ayuso, que asistió al acto, de la preparación en estos momentos de otro homenaje a la figura del filólogo e historiador, y que tendrá lugar en la alcarreña villa el primer sábado del mes de julio que se aproxima. Yo supongo que alguna otra instancia, particular o institucional, se añadirá a esta secuencia. El personaje se hizo acreedor (en vida) de numerosas distinciones y agasajos, todos merecidos. Y en muerte ya, -aunque la muerte es cada vez más sañuda en su empeño de borrar los rastros de quienes fueron- alguno más le debiera llegar.

Cinco aspectos fundamentales de la obra de Criado de Val

En la misma línea de lo que, con brevedad, escribí en estas mismas líneas el 13 de enero de este mismo año, avisando de este centenario notable, en la conferencia del pasado domingo vine a distinguir, tras unos preámbulos considerativos de otros centenarios recientes y presentes, y que han contado con mayor aplauso mediático que este, en las cinco líneas fundamentales de la investigación y el trabajo de don Manuel Criado.

Que son estas:

  1. Saber filológico aplicado a la vida cotidiana
  2. Estudios y saberes nuevos sobre la Literatura clásica española
  3. Creación del concepto y estudios en torno a la Caminería Hispánica
  4. Creación y mantenimiento de los Festivales Medievales de Hita
  5. Estudios sobre la historia de Hita y su Arcipreste

De todas estas facetas, fue campeón el profesor Criado de Val.

De la primera, mencionar solo la cantidad de programas de Televisión y Radio que él diseño, dirigió y protagonizó, siempre explicando a la gente las formas correctas de usar el idioma. Pero además creando institutos y dirigiéndolos (como el INFOTERM y la OFINES, entre otros) encargados de asesorar a la Real Academia Española, a organismos internaciones, a universidades, etc. de las formas correctas de utilizar las nuevas palabras. Director de diversas revistas científicas filológicas, también director y organizador de numerosos Congresos Internacionales sobre literatura, historia cultural y esencias hispánicas. Él mismo decía que intuía en sí mismo una capacidad enorme de abrir caminos, de poner iniciativas sobre las mesas en que se sentaba. Y así era. No es, por desgracia, habitual que los ciudadanos, y menos aún en esta hora, desarrollen esa capacidad. Entre otras cosas, porque no se les dan facilidades, como a don Manuel se le dieron en su momento.

En los estudios literarios, fue un avanzado de la consideración del verbo como elemento definidor de autorías, y del diálogo como esencia de muchas obras literarias, entre ellas el Quijote. Criado de Val ha sido uno de los grandes cervantistas de nuestro país, más avanzado y arriesgado en sus teorías que otros que ahora pasan por ser pioneros. Juzgó al Quijote, más que como novela, como diálogo clásico, y sobre ello escribió numerosos estudios que se vieron plasmados en un magnífico libro titulado “Don Quijote y Cervantes de ayer a hoy”.

El ámbito de la “Caminería Hispánica” fue otro de los que tuve la fortuna de ilustrar a los oyentes en cuanto a la “cantidad” del tema, dando por sabido de su calidad. En ella, figuran los doce Congresos Internacionales sobre el tema, aquí en Guadalajara (y en Pastrana) celebrados, los 1.036 investigadores participantes, por él convocados, y los más de 1.300 trabajos de investigación aportados, hoy recogidos en Libros de Actas y solemnes estudios que –todos juntos- vienen a retratar la dimensión universal de don Manuel y la grandiosidad de su obra. Apagada en esta hora, no ya por los altavoces de la Feria del Libro (que también durante ese rato se dedicaron a lanzar algunas cancioncillas en absoluto alusivas al acto que se celebraba en la carpa) sino por la banalidad de algunas cuestiones que en redes y medios intentan protagonizar la actualidad, tal que canciones eurovisivas, y otras monadas.

Los Festivales de Hita, creados por Criado de Val en 1961, han seguido celebrándose sin interrupción desde entonces a la actualidad, auspiciados primero por el gobierno de la Nación, y luego, como ahora, fundamentalmente por la Diputación Provincial y la villa de Hita. No hace falta insistir en el tema, porque este nos toca más de cerca, y muchas personas saben en nuestra provincia lo importante que fue aquel monumento festivo, que ha unido desde entonces música, teatro, espectáculo y cultura popular. En algunas diapositivas vimos a don Manuel saludando tras la representación de su versión de “La Divina Comedia”, con un bohordo en las manos, o junto a su inseperable “doña Isa”, su esposa, que le alentó siempre y fue colaboradora insustituible.

Historia de Hita

 

En fin la “Historia de Hita y su Arcipreste”, que desgrané capítulo a capítulo, en imágenes y conceptos, fue la guinda final de su vida, que se desarrolló (aunque viviendo en Madrid, en sus ambientes universitarios) siempre en torno a Hita, y al monasterio de Sopetrán, junto al cual tuvo un viejo molino que mucho tiempo funcionó como enzima creativo de ideas e iniciativas culturales en Guadalajara. Recordamos en ese momento a personas que participaron, junto a don Manuel, en ese permanente ebullir de la cultura alcarreña, y que poco a poco han ido desapareciendo. Porque ese final ineludible que todo lo humano tiene, no podemos, -los que aún permanecemos vivos y con un aliento, aunque breve, de conciencia- dejar que se pierda, que se vaya al olvido, que se diluya en la brisa inocente de la tarde.

Yo creo que fue un homenaje cumplido, necesario, obligado, a don Manuel Criado de Val, quien tanto hizo por esta tierra de Guadalajara, por su aliento cultural, por sus ánimos. Aunque tan escaso fuera, en la mañana del domingo 14 de mayo, el caudal humano que se sumara con su presencia y su aplauso. Eso confirma la idea de que las esencias se conservan mejor en frascos pequeños.

El hombre salvaje en Guadalajara

El hombre salvaje en GuadalajaraEl arte de siglos pasados ha dejado en Guadalajara multitud de huellas, hermosas unas y sorpredentes otras. Desde las filigranas renacientes de la fachada del palacio de Cogolludo a los densos batallares de los tapices de Pastrana. Y en punto a esculturas, desde las misteriosas contorsiones de los saltimbanquis románicos de Santa María del Val en Atienza, a la sonora multitud de cabezas de la Sacristía Nueva en la catedral seguntina.

Pero uno de los elementos más sorprendentes de ese arte pretérito, reunido en torno al declive de la Edad Media, es quizás la presencia de «hombres salvajes» en algunos elementos y edificios artísticos de nuestra ciudad, y más concretamente en el palacio del Infantado, donde podemos admirarlos en diversas formas.

El origen de los salvajes

El “hombre salvaje” como habitualmente se le denomina en la historiografía del arte, es en realidad una figura puramente mítica, una invención literaria y atractiva de la imaginación medieval. Nacida de una idea muy elaborada acerca de las capacidades humanas en sus dimensiones morales, pero luego rehecha y, como todo lo puramente literario e inventado, adscrito a significados distintos, cuando no contradictorios.

  • La apariencia física del «hombre salvaje» es muy similar en todas sus representaciones: un hombre desnudo, cubierto de denso pelo el cuerpo entero, a excepcion de la cara y los pies, y la «mujer salvaje» lo mismo, con sus pechos también despejados de pelo.
  • En sus inicios era también gigantesco, aunque este hecho se tenía por equivalente de estupidez, y por ello pronto perdió esa característica, reduciendo su escala.
  • Se le creyó originario de regiones alpinas, frías y salvajes, como el Tirol, el Harz y Algau, o los bosques de Wallis en Suiza.
  • En sus inicios era tenido por un ser brutal, primitivo, agresivo, violento, dotado de ingenio, fuerza y una gran maza.
  • En un principio sirvió como expresión gráfica y estética del ser «antisocial» e «incivilizado», contrapunto del hombre perfecto, civilizado. Servía para expresar esa fuerza que la Naturaleza tiene, generalmente manifestada en sus accidentes meteorológicos, incontrolables, destructivos. Esa Naturaleza malvada y enemiga se representaba en el «hombre salvaje».

 

Se encuentran numerosas referencias literarias en las ideas sobre «razas monstruosas» que tuvieron los griegos y que localizaban idealmente en las regiones orientales: «Las maravillas de Oriente» es uno de esos libros antiguos en el que se le menciona constantemente. La «Historia» de Herodoto dice que el hombre y la mujer salvaje viven en Libia. También creyó en ellos Plinio, y en el siglo III Solino los referencia en su «Collectanea rerum memorabilium».

Los escritores medievales toman de los clásicos estas referencias y así vemos que tanto San Agustín como San Isidoro en sus «Etimologias» ponen a los seres salvajes en un orden intermedio entre el ser humano y los animales. La idea, generalmente aceptada, del hombre salvaje como prototipo de salvajismo y brutalidad, se concreta y define en libros como «El libro y la verdadera historia del Rey Alejandro» o el «Libro de las Maravillas del Mundo» de J. De Mandeville.

Esa idea, sin embargo, evoluciona a través del siglo XV, y a finales del mismo empieza a ser tomado com una referencia o idea diferente, asimilable a la idea pastoril del hombre puro y alejado del mundo, que se trata literariamente en obras como el «Infierno de Amores» de Guevara o los «Siete Libros de Diana» de Montemayor. Ahí se completa su evolución, partiendo desde el primitivismo esencial de la figura, como ser pecador y antítesis de la bondad, a ser considerado como hombre primitivo, en estado puro, «esencialmente bueno».

Y así, como dice en su estudio sobre esta figura Juliana Sánchez Amores en el número 10 de la Revista «Fragmentos» (1987), es entonces (finales del siglo XV) cuando «pasa de ser una figura simpemente literaria, una superposición folclórica o un símbolo híbrido, a ser un espejo de la edad en que floreció. De ser foco de todos los vicios pasa a ser el idílico portador de todas las virtudes», llegando a ser utilizada su imagen como disfraz y atuendo en fiestas galantes bajomedievales en las que los participantes se disfrazaban de «hombre salvaje» como vemos en las ilustraciones de las «Grandes chroniques de France» de Jean Froissart, y de donde surge la idea de representar al hombre salvaje en familia, en un ambiente idílico.

Ese «buen salvaje» que nace en los inicios del siglo XVI es poco menos que un producto imitable surgido del Paraiso Terrenal, es el «hombre natural», sin pecado original todavía, que vive feliz en medio de una naturaleza maternal y generosa.

Esta autora insiste en la idea de que los salvajes son expresión también de la fertilidad, y por eso se colocan como tenantes de escudos heráldicos, protegiendo la continuidad de la prole de la familia poseedora del escudo. Alciato, en sus repertorios iconográficos de emblemas, identifica al «hombre salvaje» con la Naturaleza, y de ahí nace también el sentido de hacerle representativo del Tiempo, de la medida que rige los ciclos naturales.

No lejos de esta acepción están las figuras de santos y santas que se retiraron del mundo y, en forma de eremitas, cubiertos solamente de su propiio vello y de pieles de animales, se retiraron en cuevas a hacer penitencia y a purificar sus espíritus. Recordar en ese sentido las figuras de San Juan Crisóstomo, San Antonio Abad, San Jerónimo, Santa María Magdalena, y Santa María Egipciaca, por ejemplo.

Ejemplos del hombre salvaje en Guadalajara

Tres son los fundamentales ejemplos que enconttramos del hombre salvaje en el arte alcarreño. Es posible que se encuentren algunos más, que a mí no me vienen ahora a la cabeza, o que simplemente desconozco. Pero tres ejemplos sí que se pueden poner, de salvajes cercanos. Dos aún visibles, y el tercero, que es más un grupo que un individuo, desaparecido para siempre.

Los salvajes que sostienen el escudo del segundo duque del Infantado, sobre el vano de la entrada principal al palacio, son el mejor ejemplo de este sujeto salvaje. Desnudos, peludos, fieros… adelantan sus pies y sujetan el enorme peso de los emblemas aparentemente sin esfuerzo, aunque se les supone mucho músculo para hacerlo. En esa calidad de protectores de un linaje, a través de su “limpia humanidad sin mancha”, y como potentes generadores y protectores de la estirpe. En q492, cuando apareció ese escudo tallado en la dorada piedra de Tamajón, sobre la fachada occidental del palacio, todos lo entendieron a la primera.

Hubo un grupo enorme, numerosísimo, de salvajes tallados en madera, ocupando por completo el friso del salón “de salvajes” del palacio ducal del Infantado, en su piso principal. Estas figuras, que se pueden ver en algunas borrosas fotografías de antes de la Guerra, eran muy numerosas y variadas, y se agrupaban, como en desfile, en el friso del artesonado que pudieron ver no solo los propietarios del caserón, sino sus invitados e ilustres prisioneros, como el mismísimo rey de Francia, Francisco I, o el rey de España, Felipe II, cuando aquí vino a casarse con Isabel de Valois. En ese grupo de salvajes se veían hombres con escudos, con arcos, con mazas, mujeres y niños, todos revestidos de su densa pelambrera. Estaban también protegiendo, insertando su espíritu de pureza y limpieza a los habitantes del salón, que se cubría de fórmuilas geométricas muy variadas y, por supuesto, de escudos heráldicos en gran número. Nada quedó de ello, tras el bombradeo y consiguiente incendio del palacio en diciembre de 1936.

La tercera presencia del “hombre salvaje” en Guadalajara la encontramos en el Museo Provincial, sito en la planta baja del palacio del Infantado. Allí aparece, en la primera sala mendocina, el enterramiento de doña Aldonza de Mendoza, hermanastra del marqués de Santillana, y señora que fue de Cogolludo y otros lugares de la Campiña guadalajareña. Discurrida su vida en el siglo XIV, el mausoleo está tallado por cincel anónimo a finales de esa centuria. En la cabecera del mismo, un par de varones salvajes aparecen arrodillados (por un motivo estructural) escoltando y sosteniendo el escudo del que fuera esposo de doña Aldonza de Mendoza, don Fadrique de Trastamara, que alcanzó a recibir el título de duque de Arjona, por ser muy de la cámara del rey de Castilla. El apellido auténtico de don Fadrique era Enríquez, y ese es el emblema heráldico que sostienen arrodillados estos dos salvajes, figura esencial del arte medieval en nuestra tierra.

Llegan los libros en primavera

Crónica y Guía de la provincia de GuadalajaraLos próximos días 11 al 14 de mayo, jueves a domingo de la próxima semana, en la Plaza Mayor de Guadalajara se va a celebrar una nueva edición de la «Feria del Libro«, en la que lucirán por la calle sus excelencias y reclamos los libros y editores, los escritores y escritoras, las relaciones de cuentos y las luces del ingenio de nuestros compatriotas. Una cita amable y constructiva a la que convoco sin duda a mis amigos y lectores.

De Cicerón, que no mía, es esta frase «Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma«. Porque de los libros surgen no solo información, sino señales de vida, proyectos nuevos, alientos de esperanza, recuerdos fraguados y aún diálogos que nos descubren a nosotros mismos. No es este, en todo caso, el momento de hacerle el artículo al libro, que ya tuvo su día internacional hace un par de semanas, y que sirvió para recordar a los escritores, a las poetisas, a los mundos nuevos donde ellos nos llaman. Es, quizás con más detalle, el momento de convocar a los lectores a que, en nuestra ciudad de Guadalajara, acudan al certamen anual que el ayuntamiento convoca, y que de nuevo en la Plaza Mayor va a tener su momento en la próxima semana, del jueves 11 al domingo 14, bajo el título y cartel de «Feria del Libro«, una más, la de la Primavera podría ser llamada, por ser esta la época en que renace la Naturaleza y el ciclo vital se ilumina.

Libros informativos

Para mí va a ser especialmente relevante la mañana del viernes 12 de mayo, a la 1 de la tarde, porque en la carpa central de esta Feria del Libro voy a presentar la nueva edición, y renovada versión, de un libro al que siempre até mis días, porque todos y cada uno de los que he vivido, desde hace muchos años, han tenido algunos minutos de dedicación a él. La «Crónica y Guía de la provincia de Guadalajara» conoció dos ediciones seguidas, y rápidamente agotadas, la de 1983 y la de 1988, la primera patrocinada por la Excmª Diputación Provincial de Guadalajara y la segunda por la Central de Trillo. Con su tamaño grande, sus cientos de páginas, llevaba en ellas la información relativa a todos y cada uno de los pueblos de Guadalajara, en sus aspectos de historia, patrimonio, costumbrismo, personajes y curiosidades.

Escrito entre los años 1973 y 1983, recuerdo esa época con especial cariño, porque me supuso pasar muchas horas en archivos, en bibliotecas y en viajes por la provincia. Cosas que también han hecho muchos otros, pero que yo traté de consumirlas con orden y organización, anotando cuanto veía, y plasmándolo en un idioma asequible para que su conjunto sirviera de introducción a cualquier estudio sobre la provincia o sus pueblos que en adelante se hiciera. Todo empezó un poco como la elaboración de un archivo personal, para disponer de esos miles de datos que yo buscaba y que había que ir a muy diversos rincones a encontrarlos. Para tenerlos más al alcance empecé a redactar esta obra, que al fin se consumó y manifestó como útil para cuantos la han tenido en las manos.

Podría dar unas cuantas anécdotas de los usos que han tenido esas infomaciones aportadas en la Crónica y Guía… Han servido para que algunos políticos se prepararan sus discursos, variados y monográficos a un tiempo, en relación al pueblo en que acudían a dictar su mensaje. O para recopilar datos de todo el territorio en relación con fuentes de agua, con fiestas carnavalescas o con la estructura de los viejos comunes de villa y tierra.

El libro se agotó, al menos en librerías, aunque sigue existiendo, manoseado y vencido, en muchas bibliotecas públicas, de instituciones y privadas. Pues bien, sabiendo que esa obra sigue siendo últil a muchos, he pasado los últimos años ocupado en su revisión, corrección de errores, añadiendo datos, corrigiendo situaciones y acumulando imágenes, todas en color, más muchos mapas y sugerencias que han venido a cuajar en una tercera edición, que dado los costes superlativos que suponían imprimirla sobre papel, va a cuajar en una versión moderna y actual, en formado PDF sobre un soporte de CD, que incluido en un estuche de plástico con su correspondiente carátula, se muestra en un formato interactivo que facilitará al lector y usuario el encuentro de cualquier pueblo, paisaje, monumento o tema que pueda necesitar, a través de varios menús que viajarán por el libro, llevándole en pocos segundos a los temas de su interés. Todo ello en el mismo tamaño del libro original, y con un total en este caso de 1.200 páginas, lo que supone un caudal respetable de datos.

Ni que decir tiene que para mí va a ser un momento feliz por encontrarme con ese libro, tan trabajado, andando de nuevo, y entre los lectores que -espero sean varios- vayan a utilizarlo en la adquisición de conocimientos y datos para abrir nuevos caminos, que en definitiva nos lleven a mejorar y ampliar el saber en torno a nuestra tierra.

 

Crónica y Guía de la provincia de Guadalajara

 

Libros de historia y entrañas

En este año 2017 se cumple el Centenario del nacimiento del profesor don Manuel Criado de Val, de quien ya dejé glosada su figura y trayectoria en estas mismas páginas a principios de año. Sé que la villa de Hita va a rendirle homenaje a principios de Julio, en el Festival Medieval de este año, porque allí saben medir la cantidad de vida y latidos que este hombre incansable se dejó entre las murallas castellanas de Hita en su promoción y en la recuperación del aliento de nuestra literatura y tradiciones.

Pero también de forma personal le rendiré homenaje en la Feria del Libro próxima, concretamente el domingo 14, a las 11 de la mañana, en la Plaza Mayor. Un recorrido por su vida y su obra, contempladas ambas desde cinco principales perspectivas distintas y complementarias, serán el eje de este homenaje: Criado de Val como investigador, profesor y lingüista; como analista de la Literatura clásica española, como creador de la Caminería Hispánica y sus estudios y congresos; como historiador de Hita y protector de su entorno, y finalmente como creador y director durante 50 años de los Festivales Medievales de Hita.

Lo que la provincia de Guadalajara debe a Criado a Val es un caudal inmenso. Y lo que la villa de Hita especialmente adeuda a este profesor de origen alcarreño, es algo que -aunque conocido- nuca deja de admirarnos. Su «Historia de la villa de Hita y su Arcipreste» es un gran conjunto de aportaciones al conocimiento del devenir de nuestra historia alcarreña, y de ese lugar tan emblemático, al que nunca nos cansamos de acudir y admirar.

Libros de poesía y sueños

Un aporte nuevo, fresco y vigoroso en el ámbito de las letras alcarreñas llega en estos días y lo hace a través de la Feria del Libro. Especialmente destacables son tres libros de poemas y una novela sensacional, que tendrán su presencia en estas jornadas.

La primera de ellas, una secuencia, que es primeriza y sorprendente, de poesía jugosa y personal, valiente y moderna: de las manos y la inspiración (también del saber literario) de Marta Marco llega «El libro de los estorninos«, ilustrado por Nora Marco y con variadas aportaciones que le confirman como el boom literario de esta primavera alcarreña.

El segundo es un breve tomo que clama en tono filosófico y de limpia palabra en torno a los recuerdos personales de un autor que es conocido en Guadalajara, desde hace años, y por otros motivos: Se trata de «El eco trascendido» que frma el doctor Carlos Doñamayor, especialista en Otorrinolaringología que durante muchos años ejerció en el Hospital de Guadalajara.

El tercero llega de la mano de una veterana participante en todos los encuentros poéticos de nuestra provincia, y que con un libro anterior acreditó su calidad literaria, puesta ahora de nuevo en las páginas de este «Por los caminos del viento», en el que Carmen Bris apura sus recursos literarios en torno a la vida que surge de su interior y se tamiza por el mar, las corrientes y los sones del agua.

El novelón (pieza extraordinaria de la vena literaria de Juan Pablo Mañueco) que nos llega en esta Feria es «La sombra del sol«, en el que el conocido autor alcarreño se lanza a la práctica del realismo simbólico con una «verdadera historia» de Miguel de Cervantes viajando por tierras henarenses, acompañado de un hidalgo manchego (de nombre Alonso Quijano) y un cura resabido originario de Sigüenza (Pedro Pérez), en aventura dialogante y manadora de sorpresas literarias muy del gusto de los aficionados a lo cervantino.

En los días de la Feria, los lectores y lectoras alcarreños van a poder encontrar, en la Plaza Mayor nuevamente revestida de libros y poemas, cientos de libros, nuevos y clásicos, en los que lanzarse al viaje de la sorpresa, con esa intención que todo lector lleva de huir de este mundo y plantarse en medio del saber o la aventura que otros han fraguado para él.

No me quiero olvidar de algunas cosas muy interesantes que en este pasado curso han aparecido, y que pueden ser motivo de hallazgo en estas jornadas. Así por ejemplo ese «Coaching viral» que Jesús Sánchez-Camacho ha puesto en manos de todos los que intentan día a día mejorar su vida ejerciendo el sencillo y efectivo placer de la búsqueda interior, del esfuerzo personal guiado.

O esa monumental antología que nuestro veterano compañero de páginas, Luis Monje Ciruelo, gracias al patrocinio de la Diputación Provincial sacó adelante con cuatrocientas páginas de recuerdos, datos y anécdotas en sus «Prosas entre dos milenios«.

Y aún para terminar recuerdo aquí el trabajo que Jesús Orea Sánchez vio puesto en forma de libro cuando por parte de Diputación se trató de conmemorar el 70 aniversario del «Viaje a la Alcarria» del centenario Cela: su «Viaje a la Alcarria en Familia» es otro de esos proyectos -felizmente cuajados- de literatura sobria y acertado cariz descriptivo, muy bien ilustrado, y con aportes sugerentes para los más jóvenes.

Un campo denso de producciones y variadas ofertas que en esta próxima Feria del Libro vamos a tener posibilidad de ver en directo, charlas con sus autores, y disfrutar con su lectura.