Charlando de literatura por la Calle Mayor de Guadalajara

sábado, 29 abril 2017 0 Por Herrera Casado

Juan Pablo Mañueco escritorHace tan solo unos días me encontraba, por la calle mayor de nuestra ciudad, que es donde habitualmente pasea nuestro personaje, con Juan Pablo Mañueco Martínez, un escritor que no baja ya de los sesenta, y que tiene en su haber una larga lista de títulos, de pruebas y emociones.

Una cosa me ha impresionado de él, aparte de su enciclopédico saber sobre Literatura, y su sereno análisis de la realidad: que en solamente en el último año ha publicado más de una docena de libros, lo cual da idea de su dimensión productiva, de su cualidad literaria y avasalladora. Esta es la conversación que nos hemos traido, andando entre San Ginés y Santa Clara…

 

A.H. – A lo largo del año 2016 has escrito muchos libros, la mayor parte publicados. ¿Nos puedes decir sus títulos?

 

J.P.M. – De memoria, no. Han sido muchos realmente. Por otra parte, una cosa son los libros escritos y otra son los publicados. En realidad, los seis últimos aparecidos en librerías en abril de 2017, fueron escritos también en 2016.

 

A.H. – ¿Te refieres a “Cantil de Cantos. Poemas Ejemplares”, que efectivamente son seis libros independientes, aunque agrupados en una colección por tener puntos en común?

J.P.M. – Sí, a “Cantil de Cantos”, del que han aparecido seis tomos de una tacada, cada uno con poemas compuestos en una estrofa métrica distinta y no existente antes… Por eso los he llamado también “Poemas Ejemplares”, porque contienen “ejemplos” de ritmos, sonoridades y estrofas nuevas, a través de unos mil versos cada libro, en poemas inéditos.

 

Pero la totalidad de la serie serán doce “Cantiles”, ya escritos todos. La siguiente y última tanda de seis saldrá publicada en una segunda hornada…

 

A.H. – Seis libros o doce libros son bastantes para un año. Y tú los has preparado en tres meses.

 

J.P.M. – Tampoco es así. En enero me ocupé de dar salida a la novela y estudio literario La sombra del sol, que fue escrito en tres semanas, aunque tiene 350 páginas. Ésta es la obra de la que me encuentro más satisfecho de toda mi bibliografía.

 

A.H. – ¿Tanto como para considerarla la mejor novela de tu vida?

 

J.P.M. – Sí, con toda claridad.

 

A.H. – En ella transformas a Cervantes en personaje de novela

 

J.P.M. – Eso es. Junto a personas más sorprendentes todavía: el hidalgo manchego Alonso Quijano y Quesada y el sacerdote seguntino Pedro Pérez de Abajo.

 

A.H. – ¿Cervantes conoció a Alonso Quijano y al cura Pedro Pérez, en persona?

 

J.P.M. – Según la documentación que se aporta en la parte final del libro, así fue. Y además, en 1601, cuatro años antes de que se publicara el Quijote.

 

A.H. – Pero eso es revolucionario para los estudios cervantinos, porque estaríamos ante una de las fuentes literarias, o la fuente mayor, del Quijote.

 

J.P.M. – Eso es tarea que incumbe certificar a especialistas e investigadores de mayores conocimientos cervantinos que los míos. Yo me he limitado a publicar en ese libro la documentación hallada en el Archivo Diocesano de Sigüenza, de donde era natural Pedro Pérez, el sacerdote que se cita en el Quijote.

 

He seguido en mi narración un manuscrito de principios del XVII, perteneciente al legajo “Munio Juan Montañón y Díez”, por el historiador que recopiló los documentos de aquel viaje que realizaron en común, Cervantes, Quijano y Pérez, desde la Mancha a Sigüenza… ¡Un viaje interesantísimo, por los diálogos que mantienen entre los tres!

 

 

 

 

A.H. – Al menos, sí sabrás el número de los libros que has publicado en 2016.

 

J.P.M. – En papel, sólo dos novelas. “Viaje a la Alcarria, versión siglo XXI” y “Viaje a Brihuega y las cincuenta primeras castellanas”. Ocurre que en 2016 me he iniciado también en la edición de libros digitales, y así he publicado en el año once libros más: novela, poesía y teatro.

 

Entre los publicados ya y los pendientes de publicar en 2015 habré escrito unos veinticinco libros. Cifra que no pienso igualar nunca más.

 

A.H. – Los viajes por la Alcarria, Brihuega, Torija y otros lugares, ¿son reales o inventados?

 

J.P.M. – Son reales, realizados en la primavera de 2016, citando personas reales con nombres y apellidos de Guadalajara, Torija y de Brihuega.

 

A.H. – Pero en el primero de ellos aparece Cela como personaje…

 

J.P.M. – Cuando aparece Cela en “Viaje a la Alcarria, versión siglo XXI”… hemos entrado en la invención. Aunque Cela tiene una conversación con “el escribidor” de este nuevo viaje, ante el castillo de Torija, perfectamente aceptable…

 

Pero Cela habla desde 1946 y el escribidor desde el año 2016, lo que genera unos desfases y malentendidos sumamente curiosos y graciosos, porque hasta el castillo y el pueblo que tienen delante son muy distintos.

 

Por ello, la comunicación apenas puede producirse de modo coherente y don Camilo se enoja y está a punto de emprenderla a golpes con el pobrecito escribidor, porque está seguro de que en su periplo alcarreño se ha encontrado con un memo…

 

A.H. – ¿“Viaje a la Alcarria, siglo XXI” se imbrica en “Viaje a la Alcarria” de 1946 y “Viaje a la Alcarria” de 1946 se superpone a “Viaje a la Alcarria, siglo XXI”?

 

J.P.M. – Así podría decirse, efectivamente. No podría exponerse mejor.

 

A.H. – En “Cantil de Cantos” recoges las nuevas estrofas que has creado, ¿cuántas son?

 

J.P.M. – Quince. Y es un número cerrado. Quince me resultan suficientes para alcanzar las nuevas sonoridades que buscaba; junto a las antiguas estrofas, por supuesto, a las que no renuncio.

 

Por internet pueden verse nombres y características de las quince, tecleando “mañueco estrofas”. Y en el prólogo de “Cantil de Cantos” explico los motivos que me llevaron a innovar la métrica existente. A él remito.

 

A.H. – ¿Y con cuál de ellas piensas que pasarás a los libros de metodología poética?

 

J.P.M. – Esa pregunta supone admitir que yo voy a pasar a los libros de metodología poética. Todo eso de la posteridad y de la fama… no depende de la persona concreta, sino de los críticos y comentaristas del futuro.

 

Por eso siempre aconsejo a todo el que escriba que no se busque la fama, sino que cada cual redacte para sí mismo y para su propio disfrute y deleite… Lo demás vendrá por añadidura, o no.

 

A.H. – Una de las páginas web oficiales de la UNESCO recoge poemas tuyos, como ejemplo de lo mejor que se está escribiendo en el mundo en estos momentos, pero me has comentado que no admite que se te conceda la consideración de “creador” de esas nuevas estrofas, oficialmente. ¿Cómo está este tema?

 

J.P.M. – No creen que nadie haya sido capaz de inventar quince estrofas métricas nuevas válidas. No se ha dado ese caso nunca anteriormente en la Historia de la Literatura, de manera que no lo consideraban posible… Me instaron a que probara yo que dichas estrofas no existían ni habían existido nunca anteriormente, a lo largo de la Historia.

 

Tendrían que ser ellos, con más medios que yo, quienes probaran que sí han existido esas estrofas previamente, o que dieran por buena mi propuesta.

 

A.H. – ¿Alguna de esas estrofas que has innovado te gusta más que las otras?

 

J.P.M. – Cada una de las nuevas estrofas tiene sus utilidades y posibilidades especiales. Pero el orden que siguen en los doce volúmenes de “Cantil de Cantos. Poemas Ejemplares” es el que prefiero, por eso llevan esa numeración los libros.

 

Que las disfrute el lector y que las goce y use también el poeta que quiera ver sus sones renovados. Estructuras nuevas y sonoridades nuevas. Para lectores de poesía y aficionados a escribir versos. Ahí las tienen.

 

Que la crítica y el lector decida, ya que en definitiva les corresponde a ellos la última palabra.

 

A.H. – ¿Cuál es el secreto para escribir veinticinco libros en un año?

 

J.P.M. – Que escribo sin argumento, sin esquema y sin borrador, tanto en prosa como en verso. Simplemente, escribo. Avanzando. Y lo que salga, salió…

 

Obviamente, a esto he llegado al cabo de muchos años. Hace diez, por ejemplo sí corregía y corregía, y así no había forma de llegar a nada. Y luego consultaba el esquema previo que me había trazado, y lo volvía a consultar… O sea, hacia todo… menos escribir, que es de lo que se trata.