Banderas en el tiempo

sábado, 9 julio 2016 2 Por Herrera Casado

Sigüenza_ATempora_Banderas_RestauradasLa exposición aTempora, que se abre en la catedral de Sigüenza desde el pasado mes, y lo seguirá estando hasta el próximo octubre, reúne más de trescientas piezas únicas del arte y la historia de España, y reconcilia a los viajeros con las esencias de esta tierra castellana. Un paseo por esta exposición que recomiendo sin ningún género de dudas.

De dos banderas, viejas y destartaladas, arrinconadas y polvorientas, surge esta aventura que ha cuajado en la gran exposición aTempora. Porque si finalmente la catedral de Sigüenza se abre para acoger una exposición temática (esta es en homenaje a Cervantes y Shakespeare) al estilo de las “Edades del Hombre” lo hace realmente como homenaje a dos banderas, que viejas y rotas se conservaban (como reliquias que eran de otras épocas) en una sala catedralicia.

Hace ya bastantes años, preparando con José Antonio Ferrer González y Victoria Ramírez Ruiz el libro sobre “Tapices y Textiles de Castilla-La Mancha”, tuve la oportunidad de ver en directo y fotografiar dos viejas banderas que nadie sabía de donde procedía. Estuvieron primero en la capilla del Doncel, colgadas de su muro occidental, cubiertas de polvo, y decían que habían sido tomadas al inglés en una batalla en el siglo XVI por don Sancho Bravo de Arce.

Cuando se hicieron trabajos de restauración y limpieza en la capilla de los Vázquez de Arce, las banderas se llevaron a la Sala Capitular donde se aontonaban otros elementos artísticos por clasificar y restaurar. Allí tuve la oportunidad de verlas y fotografiarlas. El canónigo don Juan Antonio Marco Martínez me dio la oportunidad de documentarlas gráficamente, tal como se ve en una de las fotografías que acompañan este texto.

Pero poco más se sabía de ellas. Casi ni se sabía de color eran, porque el tiempo que es devastador para con todos (y todas) lo es más todavía para con las telas, un tejido orgánico que tiene su vida tasada.

Ha sido una gran suerte que hace un par de años, y con motivo de las tareas de restauración de los tapices barrocos de la catedral, el Contra Almirante González-Aller se interesó por esas banderas que vio junto a los tappices, y como experto en la materia concluyó que se trataban de dos importantes y anriquísimas piezas que debían ser restauradas. La Fundación “Ciudad de Sigüenza”, el Ayuntamiento, el Cabildo Catedral y la Junta, en perfecta conjunción, han movido esa restauración que ha venido a ser el origen de esta exposición aTempora que acabo de visitar.

Las banderas de la Contra Armada

Fue sin embargo don Luis Gorrochategui, en su estudio sobre la Contra Armada inglesa que abrió como reacción a la Armada Invencible de Felipe II el dominio de los mares por parte de los británicos, quien identificó y valoró estas piezas.

La primera de ellas es más bien un pendón, consistente en un paño jironado de azul y blanco, sobre el que aparece un escudo heráldico muy simple, cuyo blasón sería “bandado de azul y plata” siendo la plata paño blanco en esta ocasión. Se ha identificado como armas del linaje de Ataide, que portaban en el siglo XVI los condes de Atouguia, con capital en la villa de Peniche, en la costa de Portugal, cerca de Lisboa.

Lugar este de Peniche donde desembarcaron las tropas inglesas (era el año 1589) que venían a atacar al Imperio español donde pensaban que era más sensible, en el recién incorporado reino de Portugal. Sin embargo, los españoles y portugueses se enfrentaron valientemente a las tropas de Norreys y de Francis Drake, infringiéndoles una severa derrota, y tomándoles sus banderas, de las cuales el seguntino Sancho Bravo de Laguna (descendiente del Doncel) se quedó con dos, y se encargó de guardarlas y de llevarlas, como un trofeo, a su ciudad de origen, a la castellana Sigüenza, donde las dejó depositadas en la pared de la capilla catedralicia de sus ancestros, y allí quedaron por siglos, cogiendo polvo y pulverizándose (lo cual en temas de tejidos no es una contradicción).

La segunda de las banderas casi no se podía interpretar. Quedaba solo el mástil, medio podrido, y un par de jirones de color indefinido. Los estudiosos, especialmente González-Aller, dieron la clave. Y confirmaron que se trataba de la banderas de un barco inglés, concretamente del de sir Francis Drake, uno de los corsarios más relevantes de la Inglaterra del siglo XVI. Y con toda seguridad el único ejemplar de esa titularidad que quedaba en el mundo.

Restauración y Exposición

En 2014 se iniciaron los trámites para la restauración. Los cuales han culminado en la feliz muestra que ahora, en una sala del claustro seguntino, se ofrecen protegidas por cristales y acompañadas de uno de los pendones de la Armada Española que luchó en Lepanto, procedente del Museo de Santa Cruz de Toledo.

El trámite contempló la intervención de diversas personas. Desde el Contra Almirante González-Aller, quien las identificó y observó su capital importancia, a los canónigos Julián García y Felipe Peces, que dieron facilidades para el estudio, junto con los directivos de la Fundación “Ciudad de Sigüenza”, Antonio Manada del Campo y Gloria de las Heras. También el Ayuntamiento de Sigüenza, y la Junta de Comunidades, comprometidos siempre con la protección del patrimonio seguntino, pusieron su grano de arena, y entre el entusiasmo de unos y los dineros de otros, las piezas se llevaron a restaurar al taller especializado de Kronos, donde han restituido los elementos que faltaban las han limpiado, y han añadido los fragmentos que faltaba. Introducidas en una gran vitrina, ahora pueden admirarse como un elemento más de la exposición aTempora, que recomiendo visitar porque suma un conjunto espléndido de piezas, ingeniosamente dispuestas, con un par de hilos vertebradores que dan significado al momento, civil y religioso, de comienzos del siglo XVII, momento (abril de 1616) en que salen de este mundo Miguel de Cervantes y William Shakespeare, y dejan huellas que se reflejan en mil aspectos de la cotidianidad y la excepcionalidad de la nación, de ambas naciones.

Fue una tarde, la pasada en la catedral de Sigüenza visitando con detenimiento la Exposicion aTempora, de las que no se olvidan. Por lo magnífico de su instalación, la belleza e interés de sus piezas, el ambiente y, sobre todo, la amabilidad de quienes me acompañaron (Gloria de la Heras, Antonio Manada del Campo y Juan Antonio Marco Martínez). De tal modo, que en próximas semanas seguiré comentando impresiones y hallazgos de esta muestra, que es algo que dignifica al templo mayor de la diócesis, y capta la atención de cuantos aman el patrimonio, la historia y el peso cultural de nuestra tierra.

Bibliografía

Añado los libros que deben ser consultados en orden a más saber de estas banderas. De una parte, y como es lógico, el gran Catálogo de “aTempora” que ha sido editado, a todo lujo, por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Uno de sus capítulos está dedicado, con muchas fotos en color, a la historia y restauración de las banderas.

Además conviene leer los que Manzano Lahoz y Sorando Muzás escribieron en el Boletín de la Sociedad Española de Vexilología en 1992, “Las banderas de la Capilla del Doncel de la Catedral de Sigüenza”, el libro de J.M. Ferrer Gonzalez y V. Ramirez Ruiz “Tapices y Textiles de Castilla La Mancha”, Aache Ediciones, 2007, el gran libro de historia escrito por L. Gorrochategui Santos, “Contra Armada. La mayor catástrofe naval de la historia de Inglaterra”, Ministerio de Defensa, 2011, y finalmente lo publicado por J.I. González-Aller Hierro, en Revista de Historia Naval, 2014, “Las banderas de la capilla del Doncel en la Catedral de Sigüenza”.