Dimas Fernández-Galiano Ruiz, arqueólogo de la Alcarria

sábado, 26 septiembre 2015 0 Por Herrera Casado
Dimas_Fernandez_Galiano

Dimas Fernández-Galiano Ruiz (1951-2015)

El pasado sábado 19 de septiembre fallecía en Madrid uno de los más activos estudiosos de la Historia Antigua en Guadalajara. Director que fue del Museo Provincial de Bellas Artes, iniciador de las excavaciones modernas en Recópolis y autoridad mundial en musivaria romana, una cruel y rápida enfermedad nos ha privado de su autoridad y amistad. Me toca hoy recordarle, en su persona y en su obra, y lamentar con toda la provincia su pérdida.

Aún me parece oir la voz del joven Dimas (no tendría entonces más de 25-26 años..) cuando todo eufórico me saludó al entrar yo en la sala principal del Museo Provincial de Bellas Artes, inaugurado un par de años antes (1974) en las salas bajas del palacio del Infantado. Era el nuevo director, el primero que tenía la institución que pretendía dinamizar la vida cultural en Guadalajara. Su directora interina, doña Juana Quílez, había pedido que en el Ministerio se dieran prisa por adjudicar la plaza de director que pocos meses antes se había convocado (eran otros tiempos, en los que había oposiciones a puestos oficiales todos los años), y en esas llegó, cargado de juventud y de nuevas ideas, Dimas Fernández-Galiano Ruiz, con quien desde ese primer día mantuve una entrañable amistad, hasta que esta se ha roto con la pérdida de su vida.

Arqueólogo profesional

Era una “rara avis” en el mundo cultural de Guadalajara, tan joven y tan dinámico, este nuevo director del Museo. Captado enseguida por la Institución Provincial de Cultura “Marqués de Santillana” para presidir su sección de Arqueología, juntos nos pusimos a hacer cosas, entre ellas la de crear la Revista “Wad-Al-Hayara” en la que desde casi el comienzo fueron apareciendo todos los años los trabajos de este autor, referidos a los hallazgos que empezó a hacer por castros y necrópolis del área seguntina.

Su actividad gestora le llevó a conseguir, de inicio, y tras crrear el Plan de Excavaciones Arqueológicas, una serie de fondos y capacidades para iniciar las excavaciones metódicas en Recópolis, que desde los años (década de los cuarenta) de Juan Cabré estaban paralizadas. Parecía que tras el hallazgo del tesorillo de trientes visigóticos, que don Juan encontró el segundo día de sus excavaciones (porque sabía perfectamente a qué iba) nada nuevo podría aparecer en el contexto. Pero Dimas asumió la parte más pesada y menos brillante del trabajo subsiguiente, concretamente el que haría excavar palacio, plazas, calles, casas, torres y todo el conjunto ingente (todavía apenas una décima parte de lo que fue Recópolis) de este asentamiento visigótico.

Al tiempo se embarcó en la excavación de la recien descubierta descubierta villa romana de Gárgoles de Arriba, en la que planteó un estudio muy profesional entre los años 1979 y 1985.

Como desde los tiempos antiquísimos del marqués de Cerralbo, y aisladamente por don Juan Cabré tras la guerra, nada se había hecho en el mundo arqueológico provincial, puede decirse que Fernández-Galiano es el renovador de estos estudios en Guadalajara: un clásico ya. Tuve la suerte de hacer con él algunas excursiones reveladoras, como cuando nos subimos a lo alto del Castro de Guijosa y quedamos sorprendidos por su piedras defensivas en espectacular formación de “chevaux de frise”, o cuando nos aventuramos desde Pálmaces, arroyo del castillo arriba, hasta encontrar las ruinas de la fortaleza de Inesque. Entre bromas y anécdotas, Dimas se fijaba en los más mínimos detalles, que luego solían fraguarse en una campaña de excavación. Una inolvidable estancia en Carranque, cuando empezaba a descubrir el asombroso conjunto musivario que guardan los suelos de la que fuera villa del prefecto imperial Materno Cinegio, me dejó comprender la cantidad inmensa de saber clásico que Fernández-Galiano atesoraba, fruto de sus estudios, de sus largas horas de biblioteca y de análisis de piezas y situaciones.

Si uno intenta ahora (es tan fácil) saber algo de la producción de Dimas F.G. puede encontrar en Internet una página en que se referencian sus publicaciones. Dialnet nos dice que tiene anotadas en su haber 29 colaboraciones en obras colectivas, 22 artículos en revistas especializadas, y tres libros (que son cinco, realmente) con su nombre. Sé que una de sus obras más trabajadas y queridas fue la que en 1976 acabó con el título de “Carta Arqueológica de Alcalá de Henares”, porque era obra de juventud y está hecha casi sin descansar, a todo viento.

Fernández-Galiano ha sido reconocido como uno de los mejores conocedores, en toda Europa, de la musivaria romana. También de la historia y la cultura del Lacio sobre la Península Ibérica, llegando a concretar tan largos saberes en publicaciones, aunque cortas, muy densamente reveladoras de una esencia que gracias a él hemos comprendido. De hecho, las nueve páginas de su texto “Orígenes de la idea de España” con que se abría la publicación “Carranque. Centro de Hispania romana”[2001] vienen a verter su clara visión de la Península como un conjunto peculiar de gentes animadas por un común interés y una historia acompasada desde remotas épocas.

Estudioso del mundo antiguo

Participante desde sus orígenes en la Revista “Wad-Al-Hayara” de estudios de Guadalajara, tiene su obra científica desplegada en multitud de revistas, congresos e intervenciones, destacando especialmente el estudio sobre la “Arqueología de Castilla-La Mancha” [1989] que se reconoció como un libro breve y claro que ponía unas bases en un tema del que nada se había hecho, y que a partir de entonces permitió una programación más metódica.

Otros libros de Fernández-Galiano, como el general sobre “Las villas hispano-romanas” y el más específico sobre “Los monasterios paganos” [2011], son la evidencia más clara de su amplio dominio sobre el Mundo Antiguo, sobre ese clásico tapete que abarcaba el Mediterráneo, y del que Dimas conocía todos sus detalles.

Su tesis doctoral, de 1987, sobre “La musivaria hispano-romana en el Conventus Cesaragustanus” es también de obligada referencia en el área de conocimiento de los mosaicos, de los que creo que no le faltaba por conocer ni uno solo de los que han aparecido en España, y aun me aventuraría a decir que ninguno, tampoco, de los que pueblan las orillas del Mediterráneo. Porque en Túnez estuvo Fernández-Galiano muchas veces, y del Bardo –lo sé porque me lo han contado- ha sido guía excepcional de su colección musivaria, la mejor del mundo antiguo, sin duda.

La última vez que recorrí la ciudad de Pompeya, tuve la inmensa suerte de hacerlo junto con él y su mujer Jennifer, absorbiendo en cada esquina sus saberes meticulosos y certeros. Fuera de las anécdotas que siempre cuentan los guías, mi amigo ponía el dato y la palabra ajustados a cada rincón de la ciudad del Vesubio, que él tan bien conocía. Y algo parecido me ocurrió en otras visitas en las que tuve la suerte de contar con su compañía, (Luxor junto al Nilo, las ruinas del palacio de Tiberio en Capri, o los baños romanos de Römerbald en la Selva Negra).

De su amistad recojo ahora, con tristeza, el dato de que me confiara, en los últimos meses, un texto que ha dejado inédito y que creo que sería capital para identificar el pensamiento y la honda visión que F.G. tenía sobre la Antigüedad, en su conjunto y en sus mínimos detalles. Se trata de un espectacular estudio sobre los “tempus” con que el Imperio Romano midió sus actividades y las de sus protagonistas.

El dato menos conocido

Fue Dimas Fernández-Galiano, cuando dejó la dirección del Museo de Bellas Artes de Guadalajara, un activo protector del Patrimonio Artístico Español. Subió a más altas cotas en el Ministerio de Cultura, encargándose de programar, planificar y dirigir las actuaciones de restauración y rehabilitación de grandes edificios monumentales con cargo al Estado. No tengo las fechas exactas, pero recuerdo que cuando llegó a ese puesto, su primera idea fue la de acometer enseguida las obras que necesitaba la Catedral de Sigüenza, que en muchos lugares estaba haciendo aguas (y nunca mejor dicho, porque concretamente a la Capilla de las Reliquias le caían chorros cuando llovía). Y desde su puesto de responsabilidad en el Consejo de Administración de Ibercaja, y gracias a la capacidad operativa que en esa Entidad tenía, se consiguieron también ayudas numerosas para monumentos de la provincia.

En este sentido, y es el dato menos conocido por cuantos a lo largo de estos últimos cuarenta años han conocido a Dimas, nuestro amigo fue un decidido defensor del patrimonio artístico guadalajareño, llegando en forma de pequeñas restauraciones, actuaciones de urgencia, y planificaciones menores, muchas ayudas a ermitas, torreones y espacios patrimoniales de la provincia.

Por eso pienso que la tierra alcarreña, su comarca seguntina, su alcarria cifontina, y su sierra guijoseña (entre otros muchos lugares) quedan en deuda con este aragonés que asentó sus reales, y desarrolló sus trabajos, entre nosotros. La amistad con que me distinguió será siempre el mejor recuerdo que de él me quede, pero su trabajo hondo, apasionado, riguroso y bien hecho, en torno a los restos (siempre inacabables) de la Antigüedad entre nosotros, será lo que merezca el aplauso de esta tierra. Que no suele ser generosa con quienes han volcado su vida entera por ella, pero que a veces (al menos, en el momento del adiós último), echa la vista atrás un momento y se da cuenta de que se ha ido uno de los buenos, uno de los grandes, cuyo nombre servirá para definirla en el futuro

Dimas Fernández-Galiano Ruiz

Calatayud, 1951 – Madrid, 2015

Puede ser calificado como uno de los más activos arqueólogos, en el campo y en los laboratorios, de la segunda mitad del siglo XX: de su mirar y ver, de su excavar y comparar, han salido nuevas luces en diversos temas relacionados con la historia antigua de nuestro país, y muy especialmente en la relativo a la musivaria española de época romana.

Licenciado en Historia primero, en 1974, y luego doctorado en Historia Antigua en 1987, muy pronto accedió por oposición al puesto de Director del Museo Provincial de Bellas Artes de Guadalajara, en 1976, donde dirigió el Plan Provincial de Excavaciones Arqueológicas, formó grupos de investigadores, estudió todos los hallazgos que en ese último cuarto de siglo se produjeron en Guadalajara (1975-2000), y creí la sección etnográfica del referido Museo.

También participó muy activamente en la organización y montaje de grandes exposiciones de arte e historia en el ámbito aragonés, a través de los servicios culturales de Ibercaja, de las que debería recordarse como emblemática la dedicada a “La Corona de Aragón” [2005] en el Palacio de la Lonja de Zaragoza. Una figura, en definitiva, la que nos ha dejado, de un estudioso concienzudo y un trabajador nato en los caminos de la cultura hispánica.