La obra que nos dejó García de Paz

viernes, 8 noviembre 2013 0 Por Herrera Casado

La obra capital de José Luis García de Paz

Dicho el adiós y hecha la semblanza, aunque apresurada esta y largo aquel, corresponde ahora decir cual fue la obra de García de Paz, aunque también haya de inscribirse en la órbita acelerada del día a día y tengamos que pasar por alto muchos detalles que habrá de tenerlos en cuenta, en todo caso, quien un día se enfrente a la tarea amable, pero grandiosa, de estudiarla a fondo, de transformarla en Tesis doctoral, porque da para ello.

Datos escuetos de una vida

Una biografía huérfana de batallas y avatares inciertos. Sencilla como la vida de cualquiera de nosotros, nacidos en la España triste y aburrida del franquismo, pero llena enseguida de las ilusiones de la infancia, de los anhelos de la juventud y de las ganas de alcanzar un mundo nuevo. En 1959, y en Madrid, de una familia humilde con sus raíces en la Alcarria, José Luis García de Paz vivió los años iniciales entre la capital de España y su pueblo más querido, Tendilla. Su esfuerzo le llevó a ser profesor titular de Química Física en la Universidad Autónoma de Madrid, y a firmar unos 80 trabajos de investigación sobre Química Teórica aplicada a problemas de interés en la Química Orgánica. Algo que no se lo regaló nadie, que se lo forjó con su empeño de días y noches clavando los codos y leyendo lo que otros sabios, antes, habían dicho y escrito. Eso ya es un ejemplo de esfuerzo personal, de realización, de construirse una vida útil (porque además lo que aprendió se lo enseñaba inmediatamente a los demás) y de entregarse a la sociedad, devolviéndola más de lo que le había dado. Yo sé que ahora, y poco a poco en los días y meses siguientes, centenares de químicos que fueron sus alumnos van a recordarle con el cariño y la nostalgia con que a los profesores del corazón les recuerdan sus alumnos. Esta es una página en la que pueden encontrarse algunos de los temas y estudios en que andaba metido: http://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/depaz/depazinv.htm.

La pasión por la tierra, por su pretérito avatar, por las gentes que la poblaron y los testimonios que dejaron, le viene de un profundo humanismo nacido en las raíces de la lectura de otros autores que antes que él se habían dedicado a la indagación del pasado alcarreño.

Sus abuelas tendillanas, sus padres, sus ancestros seguros, habían nacido en diversos lugares de la Alcarria. Era de sangre y raza alcarreño, y aunque nunca aludiera a estos temas, era algo que lo sentía y militaba, aunque no lo expresara.

Se había arreglado una vieja casa en la calle soportalada de Tendilla, heredada de sus mayores, para allí relajarse, como él decía, para olvidarse del diario trajín de la Corte, de los coches, los ruidos y las prisas. Y para allí leer, seguir estudiando, escribir, concentrarse… Allí nos encontramos, y en Hontoba, y en Peñalver, y en Budia, y en Sacedón, y en las ruinas remotas de La Golosa de Berninches… allí se enamoró él de esta tierra que enamora a quien la mira despacio, a quien se fija en ella.

Un largo muestrario de libros y escritos

De ese amor por la Alcarria surgió la pasión investigadora de José Luis García de Paz en torno a los personajes, los pueblos, las viejas iglesias y las humildes fuentes de esta tierra. Su capacidad de análisis, de lectura, de búsquedas bibliográficas, de buceos en los archivos, las bibliotecas y los almacenes de libros viejos, terminó por conferirle una visión muy amplia y consistente de la historia y del ser de la Alcarria, y de Guadalajara toda. Sin esperar aplausos, ni nombramientos, ni distinciones, a cuerpo gentil se echó al monte de la búsqueda y la escritura, de dar charlas, y explicaciones y apoyos.

En este campo de la investigación y la crónica, la actividad de la gente se mide por sus publicaciones. Y así puedo decir, porque las tengo todas anotadas, en la cabeza, y en el corazón, porque todas las vivimos juntos, desde que nacieron y por su mano alcanzaron la realidad de las páginas, que sus publicaciones fueron numerosas y muy valiosas. Exactamente firmó 8 libros desde que en 2003 apareciera el primero de ellos hasta ahora mismo. No es mala media, que en diez años tan sólo José Luis García de Paz viera publicados ocho libros, algunos de ellos contundentes en páginas y otros repetidos y reeditados. Ahora toca hacer la relación y cronología de su obra, porque así se ve claramente la tendencia investigadora y los intereses del autor que ahora nos ha dejado.

El primer libro publicado por de Paz fue el “Patrimonio Desaparecido de Guadalajara (1ª edición en 2003, 2ª edición en 2011), con el que marcó su línea muy nítidamente: la recopilación de lo perdido por el arte de Guadalajara (en guerras antiguas, en guerras recientes, en abandonos y en saqueos) y el estímulo a respetar y conservar lo que queda. Ha quedado este libro como un icono, una de las esencias de la bibliografía provincial, un elemento clave para conocer e identificar los brillos y los rotos de nuestro patrimonio cultural. Se presentó en un acto, -lo viví con él, y aun lo recuerdo- desarrollado en el Salón de Actos del Campus de la Universidad de Alcalá en Guadalajara, con multitudinaria asistencia, el 23 de octubre de 2003 (quién lo iba a decir, 10 años exactos antes de enterrar al autor) y desde entonces quedó catalogado José Luis Gª de Paz como un valor seguro en el análisis de nuestros elementos patrimoniales.

En 2006, con otros autores y amigos, dio a luz el “Peñalver, memoria y saber”, una visión total de ese pueblo vecino. Él llevó el peso de la historia en esa obra, analizando hasta los más mínimos detalles del enclave alcarreño.

En 2007, la gran obra recopilatoria de los “Castillos y Fortificaciones de la provincia de Guadalajara”, su obra máxima, con más de 450 páginas de gran tamaño repletas de fichas, noticias y grabados. La edición se hizo, durante el año anterior, en formato de fascículos que nuestro periódico “Nueva Alcarria” iba entregando a sus lectores los jueves, y después, ya encuadernado, vio generar una expectación que cuajó en ventas y aplausos.

En 2008 la “Memoria gráfica de Tendilla en el siglo XX” de la que actuó como coordinador y alma mater, fue libro en que reunió fotos, artículos y querencias de todas partes. Aquí dejó García de Paz su más íntimo amor hacia la villa de su preferencia, pues conociendo a todos, pidió prestadas fotos, recuerdos y aprovechó a sacar memorias olvidadas de cosas como las riadas que de vez en cuando asolaban Tendilla, las obras en el pinar, y tantas sutilezas que confieren a la obra de un halo de intimidad y ternura.

En 2009, y acompañado de mi minúsculo aporte, vio publicado su antológico obrón “Castillos y fortalezas de la Comunidad de Madrid”, que no se llegó a presentar, y que finalmente iba a salir a luz pública en el canal alcarreño de Televisión Guadalajara la tarde del 21 de octubre de 2013, justo el día en que murió de madrugada.

Ese mismo año de 2009, para celebrar su medio siglo de vida, se publicó él mismo el ensayo “Tendilla y su feria durante la francesada”, como un ensayo breve pero enjundioso de los detalles de la vida cotidiana en la villa esos años de desgracias guerreras.

En 2012 apareció (aunque solo en formato digital sobre archivo PDF) la obra “Lista Roja del Patrimonio Arquitectónico de la Sierra de Guadalajara” que tuvo a García de Paz como colaborador especial entre la media docena de autores que firmaron la obra.

Y fue ya en este año en que estamos, en 2013, en marzo, que vió publicado el estudio definitivo, concienzudo y aplaudido de “La Feria de las Mercaderías de Tendilla”, a partir del cual el propio Ayuntamiento decidió, en un arranque que le honra, nombrarle Cronista oficial de la Villa.

Bibliografía menor

La obra de García de Paz ha quedado, sin embargo, dispersa por multitud de publicaciones periódicas, revistas, y semanarios. La más sonora de sus aportaciones a los Mendoza, que era la vena que le rebosaba por la piel, está en el libro “Los Mendoza y el mundo renacentista”, obra común promovida por la Universidad de Castilla La Mancha, y que vio la luz en 2013, a principios. En ese libro aportaba José Luis sus definitivos estudios sobre “Las mujeres Mendoza”, clave para entender esa vertiente del mundo mendocino, y una introducción a la familia alavesa que tanto tuvo que ver con el desarrollo histórico de la Alcarria. Además, sus artículos semanales en El Decano, mientras duró, y ahora en “Nueva Alcarria”. Más sus colaboraciones en “Arriaca”, “Henares al Día”, “Wad-al-Hayara”, “Cuadernos de Etnografía de la provincia de Guadalajara”, “Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara”, “Atienza de los Juglares” y cualquier publicación local que le pidiera una colaboración.

Ahora al final de su trayectoria, a la que por fuerza y con trágica precisión le hemos puesto fecha (+21 Octubre 2013) nos damos cuenta de que la razón auténtica por la que tanto le queríamos quienes nos crecíamos con su amistad, era esa generosidad a la hora de cumplir con todos: dando un dato, buscándote una bibliografía, sacando de no sabe donde unas fotos, escribiendo de la noche a la mañana una completa revisión de la historia de una fiesta, de un personaje, de un lugar cualquiera, de Guadalajara toda, y aun de España. Tenía, además de lo referido cuajado en libro con ISBN y páginas numeradas, muchas otros frentes abiertos en su investigación. El año sabático que había empezado a disfrutar, y del que sólo pudo aprovechar una semana, lo había diseñado para formalizar algunos aspectos de la historia de Tendilla y de la comarca alcarreña que no estaban del todo modulados. Acudía desde principios de octubre, diariamente, por las mañanas, a la Real Academia de la Historia, y estaba dando sus primeros pasos en la Biblioteca Central de Farmacia para analizar la figura de Gustavo López, otro intelectual tendillano de principios del siglo XX, al que quería que su pueblo le rindiera el homenaje debido. Los virreyes Mendoza en América, las aportaciones patrimoniales mendocinas, etc, lo pensaba escrutar en el Archivo Central de la Nobleza, en Toledo. Todo ello se ha quedado “para otro día”, con la tristeza y el temblor de saber, a la postre, que cada vida tiene sus términos marcados, y fuera de ellos no quedan tareas pendientes. Todo es definitivo.