La iglesia parroquial de Romancos

viernes, 28 junio 2013 2 Por Herrera Casado

Interior de la iglesia parroquial de Romancos

En el término de Brihuega, aguas abajo del río Tajuña, subiendo un vallejo que a este río llega desde la altura de la Alcarria, aparece recostado en la solana el pueblo de Romancos, que tiene hoy una perspectiva de comodidad y un atractivo para su visita consistente en lo variado de sus paisajes, la pureza de su arquitectura tradicional alcarreña, y algunos elementos patrimoniales que despiertan el interés del curioso y buscador de reliquias del pasado.

Pero hoy me quiero centrar especialmente en la iglesia parroquial de Romancos, porque es un edificio que encierra numerosas incógnitas, aspectos relevantes del arte arquitectónico, singularidades del Renacimiento y merece ser conocida y visitada por otras varias particularidades. En esta ocasión la he podido visitar y estudiar con tranquilidad gracias a la amable acogida de Amador Ayuso Cuevas, Alvaro Romera, y otros amigos suyos, que me han acompañado y guiado en esta visita, dándome muchas pistas acerca de lo que en ella aparece.

En principio conviene decir que hasta ahora nadie se había ocupado de ella. Layna Serrano la menciona en sus escritos, la cataloga entre los edificios del primer Renacimiento alcarreño, y hasta se plantea la posibilidad de que fuera Alonso de Covarrubias quien la diseñara. Don Juan Catalina García le dedica diez líneas en los Aumentos de la Relaciones Topográficas, sin decir más nada que la descripción muy somera de sus líneas constructivas. En el Inventario Artístico de la provincia de Guadalajara firmado por el profesor Azcárate y colaboradores, se limitan a la descripción formal sin aventurar ningún tipo de hipótesis en cuanto al estilo y evolución constructiva.

Es por ello que creo interesante dedicarla un rato tranquilo, a describirla, a sopesar fechas y estilos, y a invitar a mis lectores a que vayan a verla y gusten de ella.

El exterior

Un aspecto de masa contundente es el que nos aparece al contemplar de cerca esta iglesia. Muros cerrados, elevados, de mampostería cuidada y sillares en las esquinas. En la esquina noreste se alza la torre campanario, que ya desde fuera se manifiesta construida en dos etapas, con ampliación en planta pero no en altura.

El ingreso principal lo tiene esta iglesia en el muro norte. Cosa poco frecuente, pero aquí es obligado por la inclinaicón del terreno, accediendo desde el pueblo más comodamente en el nivel norte. Esta puerta es muy cingular: de arco conopial, con arquivoltas ilustradas con dientes de león, en el centro de la clave aparece tallado un perro, símbolo de fidelidad. Y exornándola fuera del arco, enormes hojas talladas, como cardinas vigorosas. No tiene mucha pinta de que esto lo diseñara Covarrubias, la verdad. La obra es de muy finales del XV, más bien de principios del XVI. El el muro de poniente, a los pies del templo, se abre otra puerta más pequeña, de arco trilobulado levemente rebajado, con  molduras simples. Y poco más al exterior: en todo caso, muestra una sensación de fuerza y reciedumbre que impactan. Una ventana alta con arco semicircular se abre en el cuerpo inferior de la torre, correspondiendo al brazo norte del crucero.

El interior

De agradable aspecto, en su interior vamos a encontrar varias singularidades. Es un templo de tres naves, de planta rectangular, con dos etapas constructivas: los tres primeros tramos son los más antiguos, probablemente de finales del XV o principios del XVI. La época de construcción de tantas y tantas iglesias de nuestra tierra, cuando se ha afirmado claramente el poder absoluto de la monarquía castellano-aragonesa, y tras los reyes Isabel y Fernando, el interrregno de Juana y Felipe, la llegada de Carlos es preludio de buenos tiempos.

Quedaría hecha sin cabecera, o quizás se aprovechó la de antiguo templo. Pero a finales del XVI se completa con la construcción de una cabecera que hoy se ve netamente distinta del resto del templo.

La parte antigua, los tres primeros tramos de las tres naves, se separan por enormes pilares que rematan en amplios collarines tallados de los que surgen los arcos, apuntados, que separan las naves. Aunque el pavimento se elevó en tiempos recientes, aún quedan visibles las grandes basamentas de los pilares, en las que sorprende su decoración a base de cabezas de clavo, o puntas de diamante, que recuerdan la decoración de origen mudéjar de otras construcciones como la fachada del palacio del Infantado en Guadalajara. En lo alto de los pilares, los collarines ofrecen una decoración llamativa: series de cabezas varoniles, barbadas, con pelos alborotados, bocas entreabiertas, alternando con rudos angelotes, y todo ello acomodado entre roleos de cardinas, en una decoración de raiz gótica pero muy basta, como siguiendo modelos diseñados por algún maestro o tracista poco fino. Es imposible dar nombre del constructor, no ha quedado un solo libro de fábrica en el archivo parroquial. La nave central se cubre de techumbre a dos aguas, y las laterales a un agua.

La ampliación de la cabecera, más moderna, mantiene estructuras claramente renacentistas, manieristas incluso, con limpios pilares sosteniendo los arcos nítidamente semicirculares que separan las capillas laterales del crucero, y este del presbiterio. Simples arcos moldurados apoyados sobre collarines sencillos. Las bóvedas ya son de crucería de piedra, tanto el crucero, la más complicada en sus trazos, como las laterales y el presbiterio.

Hoy este ser ve muy despejado, en comparación como fue siempre, pues tenía un altar muy elevado sobre gradería empinada, amparando una cripta inferior. Esa estructura tan inusual se desmontó, por deteriorada y por incómoda, tras el Concilio Vaticano II. El mínimo retablo que quedó tras la guerra civil se ha sustituido por otro muy interesante, el procedente de la iglesia de Villaescusa de Palositos, y que ofrece en su estructura manierista de maderas doradas, una colección de tablas de correcta factura entre las que destaca un San Sebastián de violenta anatomía romanista, y algunos santos y padres de la Iglesia.

En la cabecera de la nave del evangelio, aparece sobre el pavimento la pila bautismal, que fue traida aquí desde su antigua capilla específica, a los pies del templo. Esta pila, como siempre ocurre en la Alcarria, es puramente románica, es lo único que se conservó de su primitiva iglesia medieval, y muestra adornando su copa pétrea una cenefa de gafiones muy sencillos

En el muro de levante se abre la puerta que permite ascender, por escalera de caracol empotrada en el muro, a la torre, que construida con los mismos materiales del resto del templo, consta de cuatro cuerpos. Es muy evidente que fue ampliada la torre inicial, en superficie, cerrando algunos vanos de campanas para darle más consistencia a la fábrica, y dejando en la parte alta un amplio campanario con seis vanos de arquería semicircular, lo que le da una ventilación magnífica, y una sonoridad perfecta, de tal modo que cuando suenan sus campanas se pueden oir (esa es la fama) hasta en Brihuega.

Volviendo al interior del templo, nos vamos a los pies del mismo, a su parte occidental, en la que nos encontramos con la portada que da acceso a lo que fue capilla bautismal, y hoy sirve de almacén y trastero. Esta portada muestra un arco rebajado custodiado de alfiz, y en su cobijo una decoración exuberante, infrecuente, de cardinas retorcidas y paños en disposición asimétrica, ofreciendo una nota de modernidad que quizás devenga de la impericia del tracista de la obra: sin duda es de principios del XVI y pone en piedra tallada lo que querría ser una imagen de opulencia y elegancia.

El coro y la interpretación

Lo más señalado del templo está en los pies del mismo. Cubriendo los tres espacios del primer tramo, un coro alto se sostiene sobre una serie de enormes vigas, de una pieza, en madera de nogal, talladas en pleno siglo XVI, en su primera mitad, mostrando una abigarrada secuencia de figuras, cabezas, roleos, símbolos y figuras mitológicas que requieren un análisis mucho más detenido, y que dejom para un siguiente trabajo que complete a este. Lástima que no haya quedado documentación de esta pieza, que sin duda puede calificarse de uno de los conjuntos de escultura renacentista más singulares de la Alcarria rural, obra atractiva y cargada de simbolismos y locuacidades humanistas. Tampoco es ideal la iluminación que tiene, e incluso sabemos que perdió una de las siete vigas talladas que en su origen tuvo, y que le daba una consistencia iconográfica espectacular. Lo comentaré la semana próxima.

Solo para terminar ahora, decir que este templo de Romancos se construye en época de bonanza económica y claras perspectivas de paz y crecimiento, a princpios del siglo XVI, una vez concluida la tarea reunificadora de la Península Ibérica por parte de los reyes Isabel [primera] de Castilla y Fernando [quinto] de Aragón, matrimonio que abrió las puertas a un concepto nuevo de nación y estructura política moderna.

Se derribaría casi por completo el edificio parroquial anterior, posiblemente un templo de estructura románica, de cerrados muros, escasa altura y nula decoración, y se comenzó a levantar este, que consiguió ver alzados los muros, pilares, capiteles y techumbres de los tres primeros tramos antes de 1530. El señorío de Romancos, en esa época, correspondió al arzobispado de Toledo, que ayudaría con sus grandes reservas económicas a la construcción del templo. Sin embargo, mediado el siglo, una serie de cambios políticos hicieron parar la obra: primero Romancos se hizo villa de por sí, luego hubo de venderse al secretario real don Juan Fenrández de Herrera, quien se lo traspasó enseguida al vecino de Brihuega don Diego de Ansúrez, hasta que en 1586 lo vecinos consiguieron reunir los 12.000 ducados que pagaron a este señor por adquirir su villazgo propio y su independencia de cualquier señorío.

Sería  a partir de ese momento que los vecinos de la villa decidieron concluir el templo, que andaba todavía inacabado, y de ese último decenio del siglo XVI será la culminación de la cabecera y la ampliación de la torre.

Vemos junto a estas líneas algunos detalles gráficos de este señalado edificio que es prototipo del Renacimiento villano y pechero en la Alcarria.