La Feria de las Mercaderías de Tendilla

viernes, 10 mayo 2013 1 Por Herrera Casado

En la Feria del Libro de Guadalajara, que se va a abrir el próximo jueves 16 de mayo, uno de los libros estrella va a ser precisamente el que trata de otra Feria, aunque esta de mayor antigüedad y raigambre. La Feria de las Mercaderías, la clásica “Feria de San Matías” de Tendilla se sube a los anaqueles de las bibliotecas, y desde allí nos observa. Vale la pena que nosotros la observemos a ella, hasta en sus más mínimos detalles.

Con motivo de la declaración de “Fiesta de Interés Turístico Regional” que en febrero de 2013 se le ha otorgado a esta manifestación del costumbrismo alcarreño, que hunde su memoria en los viejos siglos de la Edad Media, pues se sabe que ya a mediados del siglo XV se celebraba, la editorial Aache ha editado este libro cuyo autor, el profesor José Luis García de Paz, viene investigando, escribiendo y animando para su conocimiento y recuperación.

La Edad dorada de la Feria

Sobre su antigua existencia, nos dice el autor que esta celebración data nada menos que del reinado de Juan II de Castilla, teniendo constancia documental de la confirmación de su existencia en 1484, mediante un Privilegio Real. Es Helen Nader quien cree que sería el marqués de Santillana, político y escritor castellano, quien tras logar en 1435 el señorío de Tendilla, pensara en aprovechar las características topográficas del lugar para desarrollar un seguro potencial comercial, al estar en un transitado camino que iba desde Castilla a Valencia pasando por Cuenca. Cuando su segundo hijo, como su padre llamado Iñigo López de Mendoza, recibiera el título de conde de Tendilla, en 1468, pensaría en afianzar esta posibilidad, sin duda. Y aunque desde bastante antes se celebraban en la villa alcarreña dos ferias (en invierno aún, por San Matías, y en el otoño para San Mateo), los Reyes Católicos concedieron a Tendilla el privilegio de celebrar Feria franca, salvando de impuestos a quien en ella comerciara, lo que suponía un verdadero espaldarazo para la villa, pues eso suponía la posibilidad de una gran afluencia, con el correspondiente negocio añadido.

La primera mención escrita de la feria de San Matías está fechada el 6 de diciembre de 1484, y ya desde entonces empieza a aparecer en referencias documentales, muy especialmente en la interesante correspondencia del segundo conde de Tendilla, que nos ha llegado a través de diversas fuentes bibliográficas. En este sentido conviene ver algunas de las cartas del conde publicadas en «La Correspondencia del Conde de Tendilla», por Aurelio García López en Wad-Al-Hayara nº 22 (1995); en el «Epistolario del Conde de Tendilla (1504-1506)«, por Jose Szmolka y colaboradores, en la Universidad de Granada (1996) y en la «Correspondencia del Conde de Tendilla (1508-1513)«, por Emilio Meneses, editado por la Real Academia dela Historia (1973). Desde entonces, quedan muchos datos, entre ellos lo que prueban que los señores territoriales de la villa de Tendilla promocionaron esta feria estableciendo unos impuestos bajos en las ventas al por mayor y dejando exentas de todo impuesto todas las transacciones al por menor. Otro elemento que da la clave de su auge, es la decisión que se tomó, ya a finales del siglo XV, de obligar a la construcción de soportales en las casas de nueva planta.

Continuidad a través de los siglos

En el libro de García de Paz, con un lenguaje sencillo y accesible a todos, se nos cuenta cómo el desarrollo principal de la Feria tuvo lugar a lo largo del siglo XVI. Un siglo en el que el aumento de población y de negocios hizo que se desarrollara espléndidamente la reunión comercial, tal como podemos leer en las “Relaciones Topográficas” que en 1580 se enviaron, desde todos los pueblos de Castilla, a la administración de Felipe II.

Las crisis que siguieron en los sucesivos siglos, a partir del XVII, a lo que se añadió la Guerra de Sucesión en los primeros años de la siguiente centuria, afectaron a la Alcarria toda, incluida Tendilla, que pasó de tener 604 vecinos en 1591 a solamente 54 en 1717. Esto es: de casi unos 2.500 habitantes a poco más de doscientos. En esa época el ciclo ferial se redujo a una sola convocatoria, la de finales de Febrero, y así puede leerse en las «Memorias Económicas» de Eugenio Larruga (1791) que «…en Tendilla se celebra feria el 25 de febrero; es de ganado mular, y de poquísimo comercio«. A lo largo de ese siglo se recuperó lentamente, villa y feria, aunque sin recuperar los horizontes de prosperidad del Renacimiento.

Luego nos cuenta García de Paz, con toda clase de pormenores (que le llevaron hace unos años a escribir y publicar otra monografía sobre este momento, en “Tendilla y su Feria durante la francesada”, Aache, 2009) que el acontecimiento siguió teniendo vida incluso a pesar de la guerra de la Independencia.

En los diccionarios económicos y sociales que se publican durante el siglo XIX queda reflejada la vitalidad, progresiva, de la Feria tendillera. Sebastián Miñano en el suyo de 1826 menciona en Tendilla una «Feria el 24 de febrero«, y don Pascual Madoz en su «Diccionario Geográfico-Estadístico Histórico» publicado entre 1845 y 1850 indica que «el 24 de febrero se celebra anualmente una feria que dura tres días, y su principal tráfico lo constituyen los ganados, particularmente mular, tanto cerril como domado, también se ponen varias tiendas de paños, quincalla, objetos de hierro y otros artículos«.

A lo largo del siglo XX se mantuvo y de ello queda abundante reseña en la prensa provincial, dando cuenta en “Flores Abejas”, “Nueva Alcarria” y otros periódicos de la llegada de tratantes, muleteros y mercaderes, del transporte de mulas hasta la estación de ferrocarril, de la necesaria vigilancia del orden porla Guardia Civily de numerosas anécdotas que recordaban los mayores. En este siglo se vendieron no solo caballerías (sus tratantes, los “muleteros” arribados de Aragón, Cataluña, Castilla, etc, eran famosos por su capacidad negociadora, el dinero que manejaban, y lo bien que sabían relacionarse con el público) sino muchos otros objetos que daban un sentido abierto al certamen: monturas y arreos de animales, paños e hierros, aperos de labranza, sombreros, botijos, navajas, hierro viejo, guitarras, más elementos de alimentación que son los que parecen predominar ahora: miel, dulces, queso y productos de la matanza.

El renacer de la Feria de Tendilla

Es Juan Antonio Nuevo, alcalde que fue de Tendilla en 1993, quien nos recuerda la forma en que aquella feria tendillera, tan decaída progresivamente que llegó a dejar de celebrarse, renació, porque su recuerdo no llegó a perderse, siendo el Ayuntamiento y la Asociación de Comerciantes quienes a la limón procuraron su vuelta a la vida . Y así vemos cómo en febrero de 1994 resucitó y hasta hoy, 20 años seguidos, siempre a más. Durante el último fin de semana de febrero, o en el más cercano al día 24 de ese mes, que es San Matías, se ha venido celebrando con un sustrato de revitalización ganadera, de comercio actual, especialmente de comestibles, y muchos actos culturales y lúdicos en su torno. Tras esos 20 años de progresión, el gobierno de la Junta de Comunidades ha acordado su declaración como “Fiesta de Interés Turístico Regional”, apelando especialmente –creemos- a su antigüedad y tradición, pues sin duda es una de las más antiguas del territorio castellano-manchego.

De ahí que la aparición de este libro, que va a ser presentado públicamente en la Feria del Libro de Guadalajara el próximo sábado día 18 de mayo, a las 11 de la mañana, en la carpa principal de la Feria, sea muy justificada en orden a reordenar toda la información que ha generado en esos más de cinco siglos de vida, con imágenes y anécdotas, escritos y recuerdos de mucha gente.

Esencia del libro

La obra, sencilla en su planteamiento, nos ofrece una visión inicial de la historia de la villa alcarreña de Tendilla, y de sus señores, los Mendoza, desde el siglo XV. Pasando luego a reconstruir los orígenes de esta Feria, que estuvo secularmente dedicada a San Matías, pero cuyo objetivo era el de ser la primera del año (todavía en pleno invierno) para que los artesanos pudieran dar salida a sus productos elaborados los meses anteriores, consiguiendo reunir a miles de personas, llegadas de toda la Península, que comerciaban y suponían al mismo tiempo una saneada fuente de ingresos para el conde.

En el libro se estudia la evolución de la Feria, y cómo en los años del Renacimiento al compás de un crecimiento económico en España, la afluencia de mercaderes era enorme, llegando desde todas partes de Europa y aún de América, vendiendo y comprando mil objetos extraños y exóticos, siendo además un lugar clásico de compra-venta de animales, especialmente mulas, habiendo quedado en la paremiología popular amplio reflejo de ello.

En resumen, y teniendo en cuenta la abundante iconografía que el libro ofrece, podemos decir que estamos ante un libro hermoso, y al mismo tiempo útil, por cuanto nos permite conocer con brevedad y rigor la esencia de una fiesta (ya de categoría regional) que cada año reúne más gente y participación densa de visitantes, expositores y actuaciones, centradas en la evocación de tiempos antiguos y en el comercio –que sigue vivo- de animales, y mercaderías varias.

Detalles del libro

García de Paz, José Luis: “La Feria de las Mercaderías de Tendilla”.  Aache Ediciones. Guadalajara, 2013. Colección “Tierra de Guadalajara” nº 86. Tiene 80 páginas, y muchas ilustraciones en color y BN. ISBN 978-84-15537-30-4. Como todos los libros de esta Colección, en formato de cómodo manejo, a los capítulos iniciales del autor, se suman aportaciones sobre el mismo tema de otros escritores y personas que tuvieron experiencias con la Feria. Así destacan los escritos de Luis Monje Ciruelo, de Juan Antonio Nuevo Sánchez y de Doroteo Sánchez Mínguez, este último aunque de Peñalver, hondo conocedor de las costumbres alcarreñas y, por supuesto, de esta feria tendillera que fue evolucionando a lo largo de los siglos, dejando en su camino suculentas anécdotas que él nos refiere.