La iglesia de San Nicolás en Guadalajara

viernes, 16 diciembre 2011 0 Por Herrera Casado

Grupo de la Santísima Trinidad en la fachada del templo de San Nicolás de Guadalakjara, que fue levantado para iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús.

Recorrer la capital de nuestra provincia supone encontrar con frecuencia edificios antiguos, algunos espléndidos, la mayoría bien cuidados, que nos dan la posibilidad de admirar facetas del arte de antiguos tiempos, especialmente en los aspectos arquitectónicos, espaciales, escultóricos y pictóricos. Con sus detalles puntuales de orfebrería, de heráldica y tejidos o artesanías sobre hierro y madera.

Nos vamos a parar en un céntrico edificio, la iglesia parroquial de San Nicolás, que fue en su día, cuando se construyó en el siglo XVII, templo mayor de los jesuitas en la ciudad. El 18 de enero de 1982 fue declarada esta iglesia como Monumento Histórico-Artístico de categoría nacional, después de haber apostado por esa declaración, y para la que facilité los informes previos de solicitud. Merece la pena hacer un alto en el paseo, -turístico o habitual- por la Calle Mayor, y estar no más de veinte minutos, media hora máximo, admirando sus interesantes detalles.

La construcción del templo

La llegada de los jesuitas a Guadalajara se propició por un grupo de nobles alcarreños a finales del siglo XVI, pero hasta el 1619 no tuvo lugar la definitiva fundación, que corrió a cargo de la linajuda familia de Lasarte. Lentamente se fueron abriendo el Colegio y convento (1631) y la iglesia o capilla del mismo (1647).. Un siglo largo después, en 1767, los jesuitas fueron desalojados de este lugar, como de toda España, y posteriormente fue destinado el edificio a Hospicio de la ciudad, pasando su capilla a ser parroquia de San Nicolás el día 7 de Septiembre de 1770, por un real decreto con «el dictado de Real Parroquia de San Nicolás». Así pues, está claro que esta iglesia parroquial que ahora lleva el título de otra más antigua, mudéjar, que existió enfrente, donde luego se alzó el teatro municipal y el Banco de España, fue levantada para ser capilla de un Colegio de la Compañía de Jesús, y es por ello que su estructura refleja la forma en que esta institución componía sus lugares de rito y oración. Como si fuera una miniatura del Gesú de Roma, así San Nicolás de Guadalajara se nos muestra hoy espléndida en sus volúmenes y espacios de grandes dimensiones, con su decoración original todavía en pie, tras muchas restauraciones que han conseguido mantener su primitivo aspecto.

 

Visto desde fuera

 

Presenta este edificio una fachada de fábrica de ladrillo sobre zócalo de piedra, y un conjunto de portada barroca realizado en piedra de Tamajón, consistente en arco semicircular escoltado de un par de columnas con capiteles corintios, sobre las que apoyan sendos inicios de un frontón partido en los que apoyan ángeles genuflexos, y en el centro del conjunto una talla dela Santísima Trinidadpresidida por un Sol, y rematando el conjunto con hornacina en la que aparece estatua de la Fe, obra todo ello de finales del XVII.

Visto por dentro

El interior, en la más pura línea de las construcciones jesuíticas, es de un arrebatado barroquismo; su planta es de cruz latina, con capillas a ambos lados del tramo de los pies, y tres naves separadas por anchísimos pilastrones; un crucero muy acentuado sobre el que apoya, sobre pechinas, una enorme cúpula semiesférica con balconada a su alrededor y prolija decoración de yeserías barrocas, en cornisa, chaflanes, frisos y pilastras. Sobre la pared del fondo del presbiterio, el altar mayor es una soberbia pieza barroca con columnas salomónicas cubiertas de pámpanos y uvas, y en el entablamento una serie de ángeles contorsionados que escoltan al grupo de talla, magnífico, deLa Trinidad. Enel centro del conjunto aparece un moderno Crucifijo, obra del escultor Navarro Santafé, puesto allí en los años setenta del siglo pasado.

La primera capilla de la nave derecha, entrando a la iglesia, está dedicada a la Virgen del Pilar.

En la segunda capilla se encuentra el sepulcro del comendador santiaguista D. Rodrigo de Campuzano, de la que más adelante hablaré con detalle. En la tercera capilla aparece el altar de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Su origen está en la fundación de la Cofradía del mismo título, creada en 1946 por donPedro SanzVázquez.

Ya en el crucero, y también al lado derecho, se encuentra el altar de la Virgen de la Soledad, con retablo barroco, a la que se le tiene una gran devoción y cuya hermandad, fundada en 1469, cuenta con más de ochocientos hermanos.

Siguiendo la visita del templo, en la nave izquierda se encuentran las capillas de la Inmaculada, de la Virgen de la Paz, de Santa Teresa, y en el crucero,la Virgen Milagrosa, también con retablo barroco.

En el pavimento de la nave, delante del presbiterio, podemos ver una serie de lápidas mortuorias, pertenecientes a las personas que en el siglo XVII fundaron el templo de los jesuitas, en concreto varios miembros de la familia de los Lasarte, con sus fechas de nacimiento y muerte, y sus escudos de armas tallados en ellas.

 

El enterramiento del caballero Campuzano

 

En la segunda capilla a la derecha según se entra desde la calle encontramos el enterramiento del Caballero y Comendador santiaguista Rodrigo de Campuzano, muerto en 1484, y cuya estatua yacente, obra gótica de la escuela arriacense del maestro Sebastián de Almonacid, ejecutada en Guadalajara a fines del siglo XV, se enmarca por arcosolio del siglo XVIII puesto por sus herederos, lo mismo que la cama adornada de leyenda y escudos. Son sus dimensiones de 3,25 m. de ancho por3,50 mde altura. Fue traida a este lugar a final del siglo XVIII cuando se tralsadó aquí la parroquia de San Nicoás, en la que se enterró inicialmente.

Muestra la imagen, tallada en alabastro, de un caballero que viste a la usanza militar castellana, con espada entre ambas manos y cubierta la cabeza con simple bonete, como vemos en la imagen que acompaña a estas líneas. Apoya la cabeza en gran almohadón que se eleva gracias a varios libros que aparecen debajo, en un detalle iconográfico inusual, y que definen al personaje como un guerrero que lee, paradigma del tópico cultural del humanismo aristocrático: el equilibrio entre las armas y las letras. Este retrato funerario tiene el interés de comunicarnos cómo percibieron sus contemporáneos al difunto en vida.

A los pies del caballero aparece un pajecillo velando por él que apoya su cabeza melancólica sobre el yelmo de su amo. Existen algunas similitudes entre esta escultura y la del también comendador santiaguista Martín Vázquez de Arce (el «Doncel» de Sigüenza), que algunos atribuyen al mismo autor. En primer lugar la actitud de los pajes es muy parecida; ambos descansan sobre el yelmo de su amo. Los dos caballeros presentan el mismo realismo cargado de detalles en el trabajo de las calzas, la cota de malla y el calzado. A esto hay que añadir la pasión por las letras en ambos personajes.

En el sepulcro solo existe un texto original, del siglo XV, que corre tallado en letra gótica sobre una placa de mármol tallado y puesta en el fondo del arcosolio, que dice así:

«AQUÍ ESTA SEPULTADO EL HONRRADO Y VIRTUOSO CAVALLERO RODRIGO DE CAMPUSANO ‑ COMENTDADOR ENLA HORDEN DE SANTIAGO; HIJO DE RRODRIGO DE CAMPUSANO NIETO ‑ DE GOMES GUTIERRES DE HERRE­RA y DE DONNA HURRACA LASA VISNIETO DE ALONSO DE LAVEGA y DE JUAN GUTIERRES DE HERREROS, CAVALLERO QUE FUE DE LA VANDA -Y DE PERO DIAS DE SAVALLOS PASO DESTA VIDA PRESENTE AÑO DE MIL CCCCLXXXVIII».

Añadida bajo ella, también en el fondo del arcosolio existe una placa en la que se lee esta otra larga leyenda: «LA CAPILLA, SEPULCRO y EPITAFIO DEL COMENDA­DOR RODRIGO DE CAMPUZANO CON SUS ARMAS, QUE DESDE EL AÑO 1488 SE HALLABAN EN LA ANTIGUA PA­RROCHIAL DE SANT NICOLAS, LA PRIMERA AL LADODEL EVANGELIO PROPIA DE SU MAYORAZGO. LE TRAS­LADO A ESTA RC DE LA MISMA ADBOCACION, SVBRO­GANDOLE POR AQUELLA DE ORDEN DE S. M. Y ANTE EL CONSEXO DE LA GOVERNACION DE TOLEDOLA DE LA ADBOCACIONDE SR. SAN MIGUEL QUE ES LA SE­GUNDA ENTRAN° A LA DERECHA, DE LA QUE HABIENDO TOMADOPOSESION EN 19 DE FEBRERO DE 1772, Dn IE­GO CARRILLO DE ALBORNOZ, BRAVO DE LAGUNAS, CAMPUZANO, YAÑEZ, CONTRERAS Y LASARTE CONDE DE MONTEMAR Y SEÑOR DEL CASTILLO DE MIRAVEL, COMO SUBCESOR DE LOS MAYORAZGOS y PATRONATOS QUE POSEE POR DICHOS APELLIDOS, HIZO SU TRASLA­CION EN 21 DE OCTUBRE DE DICHO AÑO DE 1772».

Y estos son los textos de los epitafios laterales al frontal del enterramiento:

«AQUÍ YACE SEPULTADO D. DIEGO JOSEPH CARRILLO DE ALBORNOZ BRAUO DE LAS LAGUNAS PRESA Y BILLELA, CONDE DE MONTEMAR Y DEL CASTILLO DE MIRABEL, PROPIETARIO DE ESTA CAPILLA, FALLECIO EN MADRID A 23 DE DICIEMBRE DE  RUEGUEN A DIOS POR SU ALMA.»

«AQUÍ YACE SEPULTADALA Sa..Da. MARIAANTONIA DE OBIEDO Y AGUILAR HIJA DE LOS S.S. MARQUESES DE BUSCAIOLO, Y MUGER QUE FUE DEL Sr. CONDE DE MONTEMAR DON DIEGO, FALLECIO EN ESTA CIUDAD EN 23 DE DICIEMIBRE DE 1.783. RUEGUEN A DIOS POR SU ALMA.»

La primera de las leyendas, en una difícil letra gótica del siglo XV finales, nos retrotrae al momento del fallecimiento del caballero. Los otros epitafios, añadidos al monumento original, son como se ven alusivos a los descendientes del caballero, propietarios de sus mayorazgos, y autores del traslado de la estatua desde la antigua iglesia de San Nicolás a esta de los jesuitas. Eran estos del linaje de Albornoz, Bravo de Lagunas y Campuzano, y el traslado lo hicieron en 1772.

Un resumen de todos los enterramientos

Hay un libro, que será útil para aquellos que aún tengan la costumbre de leer, y que cuenta uno por uno todos los epitafios, memorias viejas y hermosas calaveras de mármol  de los enterramientos que aún se conservan por la provincia de Guadalajara, en templos y criptas. Lo escribió Ricardo de Orueta hace casi un siglo, y lo ha publicado encuadernado en tela, recientemente,Aache Edicionesde Guadalajara. Un hermoso libro lleno de imágenes, -entre las que resplandecen las del caballero Campuzano- y que lleva por título de sus casi 300 páginas “La escultura funeraria en España. Provincias de Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara”. Además de este caballero arriacense, aparecen con amplitud tratadosel Doncelde Sigüenza, doña Mayor de Alcocer, y don Francisco de Eraso, ahora medio revivido en su mausoleo marmóreo de Mohernando.