La Ronda de Membrillera

viernes, 6 agosto 2010 0 Por Herrera Casado

En estos días del pleno estío, cuando todos los pueblos de la provincia se encuentran llenos, de oriundos, de turistas, de añorantes y de festeros, parece buena idea traer a la reflexión y al público conocimiento una obra que sacó no hace mucho a la calle ese constructor y recopilador de sentimientos y viejas memorias que es Gabino Domingo Andrés, el alma de Membrillera, en donde nació y a donde vuelve cada minuto que puede y tiene libre: de allí nos dio, hace unos años, dos libros magníficos de anécdotas y sucedidos, el “Membrillera, peripecias de otro siglo” y “La Casa tradicional de Membrillera”. En todo caso, una oportunidad de sacar a la luz viejos dichos, canciones llenas de humor, y de optimismo.

 

Cómo empieza la Ronda

El inicio de ese libro que ahora comento y me sirve para animar a que los lectores vayan a las fiestas de los pueblos, donde sigue existiendo el cante antiguo (no solo la bullanga rockanrrolera de incógnitos orígenes y nula tradición) y las ganas de entretenerse como antaño, es un inicio práctico y sabio. Lo prologa David Sanz, que sabe de Membrillera y sus tradiciones, y que se emociona al presentar esta colección de mil rondas.

Dice Sanz que se debe tener siempre a punto la memoria de cualquier pequeño pueblo castellano, y retrotraerse para ello a comienzos del siglo XX, pues todavía hay que de una forma personal, o al menos muy directa, los vivió.

Por entonces, nunca faltaban el ánimo y la alegría, a pesar de la escasez de los tiempos. Los chicos tenían siempre a mano alguna vieja guitarra, y con cualquier motivo se ponían a cantar, sacando las letras de la memoria de los más viejos, o inventando nuevos cantares con motivos del momento. Así es cómo surge la rondalla, cuando varios se juntan para cantar. Y así surgen los cantares de ronda, cuando hay algo gracioso que decir.

Los temas surgen con mirar alrededor, con ver calles, paisajes y personajes. A todo se hace referencia. Aunque son tres los temas más recurrentes que se utilizan: la conquista amorosa de la persona querida, las expresiones irónicas y exageradas sobre lo que les rodea, y la persona del cura párroco, como personaje principal del pueblo, al que se mira con lupa, y al que se sacan chispas.

La Ronda de Membrillera

En esas mil letrillas hay de todo, como en botica. Cualquiera destacaría, de esta recopilación de rondas, la originalidad y la creatividad de los mozos y gentes de esta villa campiñera. Parece como que en tiempos pasados, sin otras instancias que despistaran su imaginación, la de los mozos membrilleros estaba desatada, era un puro volcán de imaginación y salsa. Surgen alusiones a lugares, a personajes, a fiestas, a visitantes y políticos, a vecinos y sus idas y venidas. Los temas los califica el recopilador en función de su trasfondo: los hay peliagudos, prodigiosos o sorprendentes. Los hay calamitosos, ponzoñosos y salvajes.

Galantes cumplidos, cantos de amor sencillo, formas de llama rla atención y de expresarse por la mujer que les gusta, a la que querrían ver de esposa, para siempre. Así cantan la ronda los de Membrillera, por cualquiera de las chicas que bajan y suben las calles del pueblo:

Eres pequeña y gordita

como grano de cebada;

lo que tienes de pequeña

lo tienes de resalada.

Dicen que hace frío

cuando cae una nevada;

cuando pasa mi morena

derrite la nieve helada.

Si yo fuera millonario

intentaría comprarte,

aunque sé que no hay dinero

para pagar lo que vales.

El sol se va apagando

y se pierde claridad;

en cuanto abres tú los ojos

se acabó la oscuridad.

De la parra, los racimos;

de la huerta, el tomate;

de los cantares, la jota;

de tu cuerpo todo vale.

En la Casilla los Moros

hay una piedra marcada

donde pone que te quiere

el que ahora mismo te canta.

En la Casilla los Moros

corre y sopla el viento;

en tu figura se esconde

el tesoro que llevas dentro.

Más cánticos a las mozas, a las que se trata de ensalzar, de criticar, de decir cosas que nos las dejen indiferentes. Ya se sabe que junto al amor más grande, parejo, cercano peligrosamente, está el odio más profundo. Aquí no llegan las cosas muy lejos, pero alguna se queda con el corazón parado al oir estas rondas:

Cerca de tu casa cuidé

un tallo con mucho esmero;

y la flor que allí salió

fue de un cardo borriquero.

Mañana voy a la feria,

a la feria de Jadraque,

a por una prenda íntima

que yo quiero regalarte.

Eres alta como un huevo,

derecha como una hoz,

blanca como el azabache;

buenas noches nos dé Dios.

Cuando yo te camelaba

te peinabas a menudo,

y ahora que no te camelo

pareces un perro lanudo.

Dicen que tienes buen moño;

dicen que tienes rodete;

y yo digo que es mentira,

que son trapos que te metes.

Algunas de las rondas hacen alusión a las cosas del pueblo, al frontón, a las fuentes, a la vendimia, a las tareas del campo…

Estuve en El Carrascalejo

con un cuévano bien lleno

de uvas blancas y negras

para llevarlo al cocedero.

En el Frontón de la Plaza

están jugando los mozos,

y las mozas van a ver

a cuál le echan el ojo.

En la fuente de Membrillera

los caños están cantando;

y cuando suena la guitarra

parece que están bailando.

Fuente Valdestebarrubio

es una fuente de la que mana

el agua que bebo yo

y la amiga de mi hermana.

En la fuente de Membrillera

bebe agua una paloma,

todo el que tiene sed

y el que juega a la pelota.

Y al final el recuerdo, el sentimiento siempre, por el pueblo en que se nace y al que seguro se vuelve:

¡Ay, calles de Membrillera!

Las veces que os he rondado;

y las que os rondaré

cuando venga licencíado.

Gabino Domingo y Camilo José Cela

Algunas palabras conviene decir sobre el autor de este libro, sobre Gabino Domingo Andrés, que es en Membrillera el alma del pueblo, el presidente de la Asociación de Amigos, el típico “factotum” que se mueve con las fiestas, con los papeles, con el PRODER, con las imprentas, y que ha creado una Casa-Museo típica… en fin, no voy a seguir. Porque ya se sabe (y sobre todo en la Alcarria) que cuando a uno se le pone muy bien en los periódicos, sus paisanos piensan que realmente lo que el escritor quiere es mortificar a otro, meterse con alguien. Y porque si de alguien hablas muy bien, o simplemente bien, la envidia crece como un campo de cardos, se pone densa, ahoga el paisaje y hasta las almas. Mejor dejarlo.

Es hombre de muchas relaciones este Gabino Domingo. Hace poco me contó como contactó y hasta amigó con Camilo José Cela. Un buen día le llamaron por teléfono, se puso, y el que llamaba le dijo que era Camilo José Cela, y que le quería preguntar unas cosas sobre su oficio de ventero y freidor de gallinejas. ¡Yo pensé –dice Gabino- que era un bromista que me quería tomar el pelo. Pero bueno…. le seguí la corriente. Y por no quedar mal, por esperar a ver qué pasa, atento, etc…. (muy alcarreño todo). Cela le preguntó hasta el más mínimo detalle todo lo relativo a su profesión, la de freidor de gallinejas. Y Gabino le contó lo que sabía. Luego Camilo volvió a  llamarle, le pidió más información, le dio las gracias, le animó a que recuperaran en Membrillera la fiesta de la Carrera del Cabro, y quedó muy amigo suyo. Tanto, que, impresionado, el escritor de Padrón le dedicó estas frases en un artículo que publicó en ABC el domingo 21 de diciembre de 1997: “ Gabino es hombre de buen hacer y acontecer, sabe de gallinejas y de freir gallinejas más que nadie, ama su oficio, discurre con fundamento y habla un español sonoro, preciso y señalador”. Caray, con esa frase, y en el mundo de las letras, uno puede hacer ya lo que quiera.

Parece como si aquellas charlas con Cela, que no fueron más de dos o tres, le hubieran imbuído a Gabino Domingo las capacidades de la locuacidad y la escribanía. O sea, como si una paloma mensajera en oficio de “espíritu de las letras” se le hubiera colado por el cable del teléfono…. porque a partir de entonces se puso a poner en papel lo que sabía de su pueblo: las anécdotas de cazadores, de guardias civiles, de curas y señoritos. Las bromas de los chavales a los arrieros. Los trabajos de segadores y alguaciles. Las ansias de señoritas y molineros. Las secuencias de fiestas, toros, cabros, rosquillas y pollinos. En fin: un mundo. Un mundo que ha quedado modelado, tallado en mármol, puesto a secar y presto a la admiración. El mundo de Membrillera a lo largo de un siglo, del veinte, de ese siglo en el que, allí, como en tantos otros pueblos de la Alcarria y de Castilla, se pasó sin medias tintas de la Edad Media al mundo digital, de las alpargatas a las Nike y de las chaquetas de pana a los chandals grises con tiritas azules. El ha sido un testigo serio y digno, un testigo que lo ha puesto todo en sus variados libros sobre Membrillera: las peripecias de su juventud, las anécdotas de su madurez, y ahora, a verlas venir todavía, lo ha cuajado con estos mil cantares de ronda que no se los salta un gitano.

Un libro de Rondas

Es este un libro sencillo y cargado de sonrisas. El autor es Gabino Domingo Andrés, y el título “1000 Cantares de Ronda en Membrillera”. Tiene 170 páginas, y aparte del prólogo escrito por David Sanz, y la Introducción del Autor, aparecen las 1000 rondas clasificadas según sus intenciones: las hay de temas peliagudos, prodigiosos, sorprendentes, calamitosos, ponzoñosos y salvajes. Hay de todo. Es un libro, en resumen, para pasárselo bien, y para tenerlo en conserva como hay que ir teniendo todo lo que se refiere al folclore autóctono de nuestra provincia.