Campos otra vez, de Campoamor

viernes, 25 junio 2010 1 Por Herrera Casado

Una vez más, ahora en el nuevo Espacio de Arte “Antonio Pérez” de la Diputación Provincial, en los bajos del Colegio San José, Jesús Campoamor nos trae la frescura de su arte, que sabe siempre a luz y aires de Alcarrias.

Hasta el último día de julio todas las tardes de 7 a 9 se abre esta exposición que es amplia, luminosa, variada y entretenida. Un banquete auténtico para las retinas. Tiene olor incluso. Lo único prohibido es tocar, degustar con la lengua, engullirse los cuadros. Lo demás, es puro goce.

Jesús Campoamor Lecea, en su exposición de arte.

Pinturas de Jesús Campoamor

Viene esta exposición como nueva entrega de visiones alcarreñistas en el contexto de una madura permanencia de estilo y querencias. La amplia obra de Jesús Campoamor, que ha ido dando consistencia a una Alcarria que todos intuimos, que todos reconocemos, pero que quizás por poética y elaborada nunca vemos, está retratada en estos grandes lienzos, que son elaborados con la pasión y el amor de quien solo concibe así la vida: con pasión continua y con amor desbordado.

Desde un punto de vista técnico, la pintura de Campoamor está en los cánones del figurativismo mágico contenida: sus paisajes son reales, pero no existen. Están diseñados desde el otro lado de la realidad, el de la fantasía, pero cualquiera sabe, al ponerse ante ellos, que «algo así» ha visto alguna vez en su vida, al menos cuando cruzó por los campos de la Alcarria y de la provincia de Guadalajara.

Su minuciosa técnica, perfeccionista, elegante, pulcra, medida en las gradaciones y atenta a los contrastes, depura la realidad de cualquier anécdota y se acerca a la perfección necesaria. La opinión de los grandes críticos de arte en España ha sido coincidente siempre: la técnica y la inspiración de Jesús Campoamor crea un estilo propio, un estilo que le hará quedar en las primeras filas de los artistas plásticos de la segunda mitad del siglo.

Desde un punto de vista meramente emocional, poético, también Campoamor va más allá de la búsqueda, y puede decir con el clásico que él no sólo busca, sino que encuentra: esos paisajes en verdes suaves, en azules, en ocres desvaídos y perdidos como en una niebla de día claro, como en una calima de tormentoso presagio, están ahí porque él los ha inventado, y los demás los encontramos porque el artista los ha puesto sobre el lienzo. Creatividad nacida de la emoción y de la paciencia medida, que es la medida justa que ha de encontrar quien se dice artista.

Jesús Campoamor, y esta nueva exposición de lienzos con paisajes alcarreños que ahora se ofrece en Guadalajara, ha puesto nuevamente viva, en pie de paz y sorpresa, la eterna discusión que en torno al arte moderno todos consideran: el encuentro de lo real con lo soñado. En estos paisajes todos reconocerán el suyo, y lo sabrán nuevo.

Además, en esa amalgama de pinturas que tienen a nuestra provincia por sujeto, encontramos algunas otras sorpresas que se cuelan desde lejanas presencias: hay algunas visiones de Estambul, y de Nueva York. Están siempre los cielos, válidos para cualquier latitud, que impregnan de vida los paisajes. Impresiones del Ocejón, de las alcarrias, de los campos secos y ocres mezclados con los húmedos y exuberantes de las huertas. Siempre ausente la figura humana, porque al artista de Torija le interesa sobre todo la fuerza valiente del color sobre el mundo.

Elementos vivos del arte

Es esta exposición que Campoamor ha montado en el espacio “Antonio Pérez” del Centro Educacional San José, “la mejor, la más importante” de su vida de creador. Así nos lo ha dicho mientras la visitábamos con detenimiento, fuera de las aglomeraciones de la inauguración y los primeros días.

“Tengo acumulada mucha obra esencial, y aquí está seleccionada la mejor, puesta en orden la pintura, la escultura, las visiones plásticas del mundo en que he vivido”. Esas palabras del autor señalan la importancia del evento.

En el que nos ha sorprendido especialmente la fuerza plástica de sus esculturas. Algunas están sobrecargadas de masa, pero en otras (especialmente los niños y niñas leyendo, flotando, tomando la esencia de la vida) parece vencer el aire a la materia. Se atreve con algunas plasticidades geometristas (el Gólgota de brillante aluminio) y otras de dura carga social como ese cúmulo de clavos altos y oscuros que recuerdan un bosque quemado.

La distribución en la sala (la mejor sin duda que tiene ahora Guadalajara, para exponer completas las obras de nuestros artistas) está perfectamente organizada. El propio Campoamor diseñó sus espacios y sus huecos. Aquí las superficies, en estas esquinas los volúmenes, la luz bien dispuesta y el olor a la madera, a la pintura, impregnándolo todo.

E definitiva, visitar esta muestra titulada “Campoamor. Paisajes y esculturas” le va a suponer al espectador toda una experiencia de sentidos varios, desde la vista pendular y saltarina, hasta el olfato que se sacia de impresiones poco usadas.

Recuerdos que trabajan

El material con el que están hechos los sueños no es otro que la cotidiana cabalgadura de las calles, de los oficios, de los amores y las nostalgias. En torno a la pintura de Jesús Campoamor podrán muchos vivir sus recuerdos, rescatar los sueños que han ido poniendo hitos en sus existencias.

La Alcarria de Campoamor está entre Torija (donde vive el autor) y Caspueñas (donde pasó con sus amigos tantas jornadas de literatura y versos). Sube hasta las sierras negras del Ocejón, y se alarga hasta las verdes confituras del Alto Tajo: en todas ellas puedo decir que he compartido con él jornadas de luz y charlas. Y en todas ellas hemos bebido juntos, y aún con otros amigos que sabían de caminos, estos colores que él guardaba como sin querer, entre las telas de sus trajes, por encima de las espaldas que se ocupaban también en mirar.

Atienza se alza sobre altar de rocas en algunos de sus cuadros. Y la esencia de Brihuega va musitando canciones en otros. Tiene un retrato del campo henarense desde la atalayada finca que ocupó primero Manu Leguineche, en término de Cañizar. Mientras avanza por la sierra oscura como un águila que ve en la redondez de su mirada todo el detalle, y todo el conjunto.

En la necesaria visita a esta exposición de pintura que el artista alcarreño Jesús Campoamor nos entrega, está el inicio de un nuevo amor por la tierra en que vivimos, una segura vivencia que pronto será recuerdo. No insisto más: quien sepa de alcarrias, aquí las verá retratadas. Y quien las intuya, o quiera tenerlas cerca para siempre, en este conjunto de cuadros podrá saborear sus esencias. En todo caso, una satisfacción y un gozo haber podido pasar un rato entre los colores y las texturas de una tierra que late.

Apunte final

Escritos claves

En algunos textos de autores sobradamente conocidos, se vislumbra la importancia de la obra artística de Campoamor. Palabras del Premio Nobel Camilo José Cela, o del Premio Nacional de Periodismo Manu Leguineche, así lo atestiguan. Valgan de ejemplo estos, entre los varios que surgen en el Catálogo, apoyando generosamente la aventura pictórica del alcarreño:

Con el aire leve y al desnudo aire, en el aire sutil y para el aire poético y puro, delicadísimo y abierto, por el aire en el que vuelan los ángeles.v las palomas, también el águila y el gavilán, la pincelada de.Jesús Canipoamor al acariciar.y fijar en el lienzo el aire de la Alcarria, cumple con el designio del arte que manda dar cuerpo al espíritu y mover el mundo con el ala tenue del alma.

Camilo José Cela

Es el paisaje siempre nuevo y seductor del que resulta imposible cansarse… En fin, que la obra de Campoamor, además de pictóríca es metafísica, metaquímica, mistica, geográfica, telúrica, ¡qué se yo!,, hasta terapéutica.

Sí, porque sosiega el alma, En períodos de abatimiento puede uno sentarse firente a un cuadro deJesús, con música de Bach al,fondo. Hagan la prueba,  ayuda mucho. La serenidad de ese paisaje perenne, huido del espacio y el tiempo, relaja, civiliza, esponja y aquieta el ánimo perverso.

Manu Leguineche

La ficha esencial

La exposición “Campoamor. Paisajes y esculturas” fue inaugurada el 3 de junio y permanecerá abierta, por las tardes de los días laborales, de 7 a 9, hasta el 31 de julio. Se puede visitar en la Sala “Espacio de Arte Antonio Pérez” que la Diputación Provincial tiene abierta en los bajos del Centro Educacional San José, en la calle Atienza nº 4 de Guadalajara. La entrada es libre y muchas tardes el autor se encuentra en la Sala, para charlas y comentar lo expuesto con quienes lo deseen.