Alfredo Villaverde, retrato con flash

viernes, 11 junio 2010 1 Por Herrera Casado

Será mañana sábado 12 de junio, en la Terraza-jardín del Restaurante “La Perla” de Madrid, cuando Alfredo Villaverde Gil reciba el merecido homenaje que sus amigos y admiradores le tributan cuando su carrera de escritor y ensayista alcanza cotas bien granadas, con la prieta densidad de medio centenar de títulos en su haber.

Un escritor de Guadalajara, un intelectual de altura, un poeta hondo y sublime, que mañana tendrá su rato de gloria, aunque sirva de preámbulo para seguir después, en el día a día, laborando y tramando nuevas aventuras literarias.

Alfredo Villaverde Gil, escritor alcarreño

Por donde va la vida

Alfredo Villaverde Gil nace en Guadalajara. Es de mi quinta, y lleva la vida ya más que mediada. Pero no lo aparenta, a pesar de algunas calamidades sobrevenidas. Está como siempre, entusiasmado con los días, con los amigos, con los viajes y las experiencias nuevas. Lo de atrás debe constar en cualquier biografía que se precie, aunque es agua pasada que explica levemente el hoy mismo.

Alfredo Villaverde estudió en el Instituto “Brianda de Mendoza” cuando tenía una palmera en medio del patio, y allí aprendió a valerse por sí mismo, especialmente en el tema de adquirir conocimientos. La señorita Horts, el profesor Escriche, Silván y don Adolfo fueron sus primeros profesores de Literatura, Ciencias, Lengua y francés, por este orden. Pero como el ambiente (frío a pesar de las estufas) y el pensamiento único no daban para muchas alegrías, él empezó a leer clásicos de siempre, poetas sobre todo, y a pensar por su cuenta, que es mérito que ha de reconocérsele siempre.

Hizo estudios luego de Magisterio en la Escuela Universitaria de Guadalajara y obtuvo las Licenciaturas en Derecho y Psicología en la Universidad Complutense de Madrid. Muy joven empezó a escribir y a desparramar su talento, fruto siempre de las mil lecturas y la elaboración propia de sus sedimentos. Un primer premio literario (Poesía Universitaria de Madrid) a los dieciocho años le abrió un camino que solo vería ensanchamientos. Fruto de su inquietud es la fundación del “Grupo Literario Enjambre” del que fue su primer Presidente, desarrollando una importante labor de fomento de la literatura en Guadalajara en los años de la transición democrática.

Con el “Enjambre” sonando por las tertulias de Guadalajara, Alfredo vió publicado su primer libro de poesía, “Confirmación de la Intimidad”, en 1979. En la década de los ochenta se trasladó a vivir a Madrid, participando activamente en foros literarios y actividades culturales. Inició, además, sus colaboraciones periodísticas en diversos medios de comunicación. Como directivo se incorporó aún muy joven a la Asociación “Prometeo” de Poesía y a la Academia Iberoamericana acudiendo a Congresos y Foros internacionales.

Villaverde tiene hoy en su haber medio centenar de títulos. De poesía unos, de ensayo y novela otros. Muchos de viajes, algunas biografías, más obras de teatro. Cualquier género ha sido abordado por él, y en todos ha aportado su dinámica sensación de hacer algo nuevo, distinto a lo anterior. Por hacer un recuento rápido, obligadamente resumido, de su actividad literaria, podemos recordar la biografía de Nehru con la que obtuvo el reconocimiento del Presidente de India; los libros de poesía (La sed de Tántalo, Oráculo Encendido, etc.), y aquella novela, entre otras, cuyo protagonista era “El marqués de Santillana”.

Entre los innumerables premios obtenidos, quizás el más importante ha sido el “Don Quijote” que la Junta de Comunidades otorgaba cada año al mejor artículo turístico sobre la Región con proyección internacional. Lo obtuvo en 1998. Un año antes, en 1997, obtuvo el XIII Premio de Novela «Castilla-La Mancha», con la titulada «Nunca olvides nuestro jardín de estrellas», con temática que transcurre en el Alto Tajo guadalajareño. También le fue concedido el “Europa Universitas” de periodismo, el FEPET de narrativa, el “Alfonso VIII” y de la Crítica en poesía, así como el “Barcarola” de cuentos. Otros galardones que suma son el “Manxa”, “Río Ungría”, y el “Zenobia”.

Un clarísimo fruto de su preocupación humanista y del amor a sus raíces son los libros que Villaverde dedica a las tierras y gentes de Castilla-La Mancha. En la colección Ciudades Mágicas los de “Sigüenza”, “Toledo” y “Guadalajara” (en el que tuve el honor de colaborar con él) a los que se suman entre otros su “Viaje por La Mancha de don Quijote y Sancho”, “Viaje a las Alcarrias”, “La cocina de Sancho Panza”, “El viaje prodigioso”, y muchos otros.

Su intensa labor como escritor y gestor cultural se complementa con su incorporación a la edición en los últimos años a través de dos empresas dedicadas a fomentar nuestra literatura regional. Su compromiso con los valores democráticos y la defensa de la libertad y la dignidad en el gremio de la creación literaria le han llevado a presidir la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha y a ocupar cargos relevantes en la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo, la Fundación “Arte y Gastronomía” y otras instituciones de rango nacional e internacional.

Villaverdemente

Esto de ir poniendo uno tras otro títulos de libros, premios obtenidos y cursos impartidos es bastante rollo y no por ahí le ha de venir el reconocimiento de mis lectores. Villaverde es importante, sobre todo, porque tiene una forma muy especial de ver la vida, lo cual siempre ha sido causa de mi admiración, y la de muchos otros: es exactamente su capacidad de trabajo, de saber aislarse de los problemas (que le caen, como a cualquier hijo de vecino, en tropelía y a destiempo) y dedicarse a escribir con pasión y recóndita alegría. Sé que nuestro admirado escritor alcarreño es de los que disfrutan pensando, preparando y escribiendo. Proponiendo, saltando a vivir en el mañana.

Antes dije que tiene unos cincuenta libros publicados, algunos reeditados, y varios traducidos a lenguas tan dispares como el inglés, italiano, serbio, hindi y japonés.

Aparte de su valoración como escritor (todo elegancia sintáctica y estilística) como poeta (sugerencias en cada esquina, metáforas brillantes y neologismos continuos) como dramaturgo (escenas cambiantes y soplo de vida en los personajes que laten), y como ensayista o viajero, está la capacidad de dejar al lector tranquilo, sabiendo que no ha perdido el tiempo al coger un libro suyo: porque como los grandes escritores, hace vivir más a quien le lee, le hace soñar, imaginar y aterrizar en otros mundos. Verdaderamente todo lo que hace Villaverde lo hace villaverdemente. Esto es, brillantemente.

De viajes con Alfredo Villaverde

Es Alfredo Villaverde el más viajero de los escritores castellano-manchegos. O el más escritor de sus viajeros. El caso es que tiene tantos libros escritos, que sería difícil, ni aquí ni en otro momento, hacer su sosegado recuento. Pero en esta apartado, en el que quiero considerar a Villaverde en su faceta más explosiva y variopinta, en la de viajero, no está de más recordar uno de sus últimos escritos, muy bien recibido por la crítica, muy leído en muchos ambientes: el “Viaje por la Mancha de Don Quijote y Sancho” a través del que recala en todos los puertos de esta tierra nuestra. Desde Guadalajara a Calatrava, y desde Piedrabuena a Cuenca, por todos los caminos de la Región se mete, y en todos encuentra a Don Quijote, a Sancho, a sí mismo, que es lo que promete un buen viaje: el encuentro con el propio autor (del viaje). En este libro aparecen las claves de cómo hacerlo.

Algunos viajes he hecho con Villaverde por el mundo. Unos tranquilos y relajados, al uso de las agencias. Otros, algo más alborotados y con cierta perspectiva de peligro, como aquel viaje a las selvas de Colombia, por Barranquilla y Santamarta donde se nos quedaron los coches embarrados en los caminos por donde habitualmente pululaba la guerrilla, aunque él tiene su record de terror en un barrio de Estambul donde vio muy de cerca el fin tras un estrambótico secuestro. Haberse paseado por los oasis del sur de Túnez a lomos de un camello, por las rojas gargantas del Gran Cañón del Colorado subido en un helicóptero y admirado las techumbres de la Scuola San Rocco de Venecia, son algunos puntuales méritos que marcan ese sello viajero de Villaverde. El sello del cosmopolitismo, de la vacuna contra el nacionalismo, y del generoso perdonar de las traiciones. Viajar, él lo sabe mejor que nadie, es vivir mucho, y hacerse enormemente humano, misericordioso con cualquier estrépito armado por los ignorantes.

Datos para un homenaje

Será mañana sábado, 12 de junio, a las 2 de la tarde, en la Terraza-Jardín del Restaurante “La Perla” en la calle Arturo Soria, 200 (esquina a López de Hoyos), en Madrid. El teléfono del lugar es el 915 193 599, y los encargados de la coordinación del acto han sido Nicolás del Hierro (915 651 131) y Luis F. Leal (913 028 828).

Tras el almuerzo, a eso de las 4 de la tarde, se procederá a la  presentación del libro “La luz de la Memoria” (Antología Poética 1979 – 2009), editado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y del que se hará obsequio de un ejemplar a todos los asistentes. Después de ello se abrirá un turno de palabra en el que, seguro, serán bastantes los amigos de Villaverde que querrán intervenir. Y finalmente, habrá una actuación especial del cantaor flamenco Basilio Villalta (Premio al Mejor Cantaor de Flamenco de Castilla-La Mancha 2009) quien acompañado a la guitarra por José Almarcha, interpretará “Cantares” con letras originales de Alfredo Villaverde. Todo un gran momento solemne y merecido de homenaje a este amigo de todos.

Entre las instituciones que se han adherido a este homenaje, figuran la FEPET (Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo), la Asociación Castellano-Manchega de Escritores, el Ayuntamiento de Guadalajara y la Diputación Provincial, la Asociación Colegial de Escritores, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la Asociación “Prometeo” de Poesía de Madrid y el Capítulo de Nobles Caballeros de Isabel la Católica, entre otros.