Fotografías y fotógrafos de nuestra tierra

martes, 21 octubre 2008 1 Por Herrera Casado

 

En esta semana se han movido por la actualidad y los escenarios dos libros y varios fotógrafos, referidos todos a Guadalajara. La imagen de un mundo rural visto con los ojos de Santiago Bernal, ha sido el fundamento de un homenaje que ha reunido amigos y admiradores. Y la salida de un libro sobre Sacedón ha puesto en Guadalajara nada menos que al presidente del Consejo General del Poder Judicial, y a la memoria gráfica de la villa alcarreña como referente de coleccionismo gráfico.

Santiago Bernal, mirada viva

La memoria que a todos nos acude a la cabeza cuando nos hablan de un fotógrafo de Guadalajara captando instantáneas por las calles, los pueblos, las fiestas y los aconteceres de hondura, es la de un hombre sencillo, de bigote poblado, y manos activas en torno a dos (a veces a tres) máquinas de fotos: ese es Santiago Bernal, a quien esta semana se le ha dedicado un doble homenaje, nacido de sus paisanos aquí residentes. El Centro Segoviano de Guadalajara, presidido por Emilio Pérez, y con una directiva y un completo elenco de socios entusiastas, le ha preparado dos sorpresas, en las que él ha tenido que colaborar, obligadamente.

La primera ha sido una exposición antológica, inaugurada el lunes día 17 y que durará hasta el miércoles 26, en el Salón de Actos de la sede central de Caja Guadalajara. En el medio centenar de imágenes que se presentan, surge una evidencia, sin medias tintas: la de que Santiago Bernal ha sabido “ver” y dejar impresas sobre el papel las múltiples facetas de la realidad hacia la que ha acudido: hay en esa exposición imágenes del hombre en esta tierra, y de sus costumbres, los paisajes en que habita, los sueños de que se puebla. Todas las fotografías de esa exposición antológica de Bernal tienen al ser humano como centro de reflexión y perspectiva.

La segunda de las sorpresas, un libro: “Santiago Bernal, mirada viva”. Un conjunto impreso, sobre papel barnizado, en duotono vivo, con pastas duras y gran tamaño, en el que surgen las 200 mejores instantáneas realizadas por su cámara. También ahí está la esencia de este artista, de este humanista, porque de muchas maneras se puede alzar la voz y decir que el hombre es lo más importante, que la naturaleza humana es la medida de todas las cosas, y que solo a través del alma humana, del comportamiento de las gentes, puede entenderse la naturaleza y el Cosmos. Aparte de los números, las teorías y las jerarquías, está el corazón humano. Desde ese corazón, químicamente puro, están hechas las fotografías de Bernal. Desde su ojo espeluznantemente limpio.

En esa exposición y en ese libro, que es antológico, y es definitivo, se mide a la perfección la obra de este artista. Nacido en el pueblecito segoviano de Santiuste de San Juan Bautista, en 1927, vino a residir en Guadalajara a principios de los 60. De formación autodidacta, relojero de profesión, animoso como pocos, Santiago Bernal ha sido de una parte un pionero en la visión del mundo: formando parte de la que han llamado “escuela de Madrid” en la fotografía de la segunda mitad del siglo XX, ha conseguido los más importantes premios y el reconocimiento internacional, con homenajes y exposiciones antológicas por toda España y Europa. Pero, por otra parte, a Bernal se le recordará probablemente por su empeño formativo, organizativo y animador de la cultura. Presidente de la Agrupación Fotográfica de Guadalajara, ininterrumpidamente desde 1968, y ahora Presidente de la Asociación Fotográfica de Castilla-La Mancha, ha desarrollado además actividades deportivas como directivo y participante del Club Alcarreño de Montaña, y, sobre todo, ha sido el mentor de muchos otros fotógrafos actuales, más jóvenes, que le han tenido como un maestro y un generoso surcador de nuevos caminos.

Por eso ha sido noticia, una vez más, Santiago Bernal. Por eso el mundo de la imagen en Guadalajara está de enhorabuena: por este homenaje, esta exposición y este libro, sonoros espaldarazos que entre todos los que le queremos le hemos propinado estos días.

Sacedón en seiscientas imágenes

Todo un siglo de imágenes las que definen a Sacedón, esa villa alcarreña que ha pasado de ser una promesa de turismo y riqueza, a uno más de los lugares que en la comarca alcarreña sobreviven de su agricultura de secano, sus servicios, y en este caso, del embalse de Entrepeñas, que la hizo famosa, y ahora soporta heridas de trasvases sin fin.

En todo un siglo, Sacedón ha tenido muchas caras. Las de sus gentes primero: que en traje de quintos, de carnavales, de pastores y olivareros, de alcaldes y mocitas primaverales, de tenderos y amas, han puesto cientos, miles de caras a este libro. Las de sus paisajes después, los del entorno, con su Boca del Infierno que fue tapada a mediados de siglo por las aguas de Tajo, y los de cerros y alamedas, sumados de las perspectivas urbanas, en las que la torre del templo mayor, la solemnidad de la ermita de la Cara de Dios, la singularidad de las neveras, la viveza de las fuentes, y el cambio constante de horizontes de su plaza mayor, le dan una variedad sin cuento.

Alegría a la que se suman las fiestas, la memoria de bodas, de venidas de la Virgen de Fátima, de carreras de bicis, de partidos de fútbol, de corridas memorables de toros, de verbenas y paseos en barca… una traca final de imágenes sacadas del hondo baúl de los recuerdos, es la que protagoniza el capítulo de La Isabela y Poyos. Dos enclaves que formaban parte de su propio municipio, y que fueron engullidos  por las aguas del río Guadiela cuando se avalanzaron sobre los campos, al ser retenidas por la presa de Buendía.

El pasado miércoles, en el salón de actos del Complejo Cultural “Príncipe Felipe” de la Diputación Provincial, se presentó en Guadalajara este fantástico libro de imágenes y recuerdos. Una obra monumental, con un tamaño consistente, papel barnizado e impresión duotonal, en el que bajo el título “Sacedón, un siglo de imágenes” han puesto lo mejor de sus colecciones dos entusiastas sacedonenses de nuestros días. Son Jesús Mercado y María Jesús Moya, que ya hace un tiempo nos deleitaron con su “Historia de Sacedón” y ahora han trabajado para seleccionar, de entre más de 2.000 fotos coleccionadas, las más representativas de su pueblo, en una gavilla densa y sorprendente.

La presentación corrió a cargo, nada menos, que de don Francisco J. Hernando Santiago, presidente del Consejo General del Poder Judicial, la tercera autoridad del Estado. Vino a hacerlo porque en Sacedón vivió largas temporadas, en su juventud, y porque tiene buenos amigos entre nosotros, especialmente por las orillas del Tajo. Y además del anfitrión del acto, el presidente de la diputación Provincial, don José Carlos Moratilla, se sentaron en la mesa los autores del libro, Jesús Mercado y María Jesús Moya.

Se inauguró luego una exposición con las mejores cuatro docenas de las fotos que integran esta suma de imágenes. Durará hasta el miércoles 2 de Noviembre, y se podrá contemplar en la Sala de Exposiciones del CEFIHGU, que es el lugar en que la Diputación centraliza su actividad de promoción y guarda de las fotografías antiguas y las imágenes históricas de nuestra provincia. En el Colegio de San José, en la planta menos uno. Aunque lo mejor será hacerse con el propio libro, que es una suma hermosa y atrayente de instantáneas, en las que se resume el ser completo de Sacedón, de su entorno, de La Isabela, de Poyos y de Córcoles, más la evolución constructiva de la presa, las costumbres y los tipos que hicieron vivo el pasado siglo.

Una semana, pues, que ha estado marcada por la imagen viva, la del arte y la de la memoria, y que a los alcarreños que quieren tener referencias gráficas de su tierra, no va a dejarles indiferente nada de lo que en torno a estos nombres –Santiago Bernal, Villa de Sacedón- ha surgido en estos días.