Un libro capital sobre Brihuega

viernes, 12 octubre 2007 2 Por Herrera Casado

 

Este fin de semana se celebran en Brihuega una serie de actos que tratan de homenajear la memoria de quien fuera, a comienzos del siglo XX, Cronista Provincial, natural de Brihuega, y verdaderamente enamorado de su tierra natal. Se trata de Antonio Pareja Serrada, que ahora, ochenta años después de su muerte, verá cumplido su anhelo de que sus restos descansaran en el cementerio de su villa natal. Serán trasladados desde la Almudena de Madrid al cementerio/castillo de “la roca del Tajuña”.

Recuerdo biográfico de Pareja Serrada

Antonio Pareja Serrada (Brihuega, 1845 – Madrid, 1925) fue un abogado que se dedicó a las más variadas actividades, pues ejerció, aún muy joven, como administrador de Correos en su villa natal, pasando luego en Madrid a estudiar Derecho, y dedicándose casi toda su larga vida al ejercicio del periodismo, sin desdeñar actividades de asesoría con el Conde de Romanones, de quien era devoto, como lo manifiesta en alguno de sus libros.

Era primo del historiador don Juan Catalina García López, también muy vinculado a Brihuega, y a la muerte de este, en 1911, recibió de la Diputación Provincial el título de Cronista Oficial de la provincia de Guadalajara, junto con el encargo, que él acogió con entusiasmo, de escribir una “Historia de la provincia de Guadalajara”. El problema es que tanto el título como el encargo los recibió cuando tenía una edad que no se presta a demasiados entusiasmos, proyectos ni esfuerzos, pues a la sazón contaba con 66 años, y aún mantenía un permanente y agobiante trabajo como director de algunos periódicos en Madrid.

Así y todo, Antonio Pareja tomó la empresa con un envidiable entusiasmo, y púsose a escribir esa “Historia de la provincia…” poco a poco, a través de una titulada serie de “Monografías Provinciales” que comenzó con la publicación, en 1915, a sus 70 años de edad, de “Guadalajara y su partido” y al año siguiente el de “Brihuega y su partido” que es sin duda el más documentado, amplio y generoso de todos cuantos se han escrito sobre la villa capital de la Alcarria.

El más importante libro de Pareja Serrada

Haré ahora un repaso al más querido libro de Pareja Serrada, la segunda de sus monografías provinciales que tituló “Brihuega y su partido”. Tan voluminoso que alcanzó las 748 páginas, y que desde entonces ha servido de obligada consulta a todos cuantos han querido decir algo serio sobre esta villa.

Este libro lo dedicó  al Ayuntamiento de Brihuega, y al “no menos ilustre hijo de dicha villa, el diputado provincial don Ramón Casas Caballero”, que a la sazón ocupaba el puesto de Presidente de la Diputación Provincial.

Dice en la Introducción “Al que leyere” que le juzguen con enorme indulgencia, puesto que “escribo en los últimos años de mi vida”. Y para hacernos una idea de su peculiar estilo literario, que, por lo demás, estaba muy en la línea de lo que entonces se llevaba, su expresión de cariño asoma en estas palabras: “Entre los bastiones de su histórico castillo, duermen el sueño de la eternidad los restos queridos de mis mayores y a su tumba voy a verter una lágrima y a murmurar una oración cuando me lo permiten mis ocupaciones y puedo emprender un viaje siquiera de dos días. Voy a saturar mi alma de gratos recuerdos, a recorrer los lugares donde se deslizó mi infancia, a postrarme ante el altar donde mi santa madre me hizo arrodillar por vez primera…. etc, etc.”

Para componer su libro, Pareja confiesa utilizar materiales documentales obtenidos en el Archivo Histórico Nacional, en la Catedral de Toledo, en la “Gaceta de Madrid” y en el “Boletín Oficial de la provincia”. Y, aunque no lo dice, a lo largo de su obra se aprecia que utiliza numerosa bibliografía contemporánea, como los libros de Quadrado, Minguella y, especialmente, los de su primo Juan Catalina García López, especialmente su obra sobre “El Fuero de Brihuega” y los Aumentos a las “Relaciones Topográficas”.

Añade material gráfico curioso, y aunque mal impresas aún se ven fotografías de la desaparecida iglesia de San Juan, retablo de San Miguel, el antiguo Ayuntamiento, el mercado en el Coso, etc.

Adopta una estructura de amplios capítulos monográficos, ordenados por épocas, y completados por Apéndices documentales.

En el primero de los capítulos toca ampliamente el tema de la prehistoria briocense. Y creo que merece la pena poner aquí copia de la descripción que hace del descubrimiento de los elementos que le llevan a afirmar la existencia de población ibera en el asentamiento actual de la villa. Dice que “El año 1904 y con motivo de estar haciendo una cava para preparar plantaciones en una finca de su propiedad sita en la vega, donde llaman “el arroyo de la villa” se encontró un hortelano una especie de olla como de una cuarta de alta y poco menos de ancho. Creyóse el hombre en posesión de un tesoro, e impaciente por gozarle rompió la vasija de un azadonazo, encontrándose con la decepción de ver que solo contenía tierra, cenizas y algunos huesos calcinados”. Y como aquello fue muy comentado en Brihuega, llamados los prohombres del lugar, acudieron allí su primo don Juan Catalina García, sus amigos Eduardo Contreras, Alberto Belmonte y otros, con Pareja Serrada también, por supuesto, y nos cuenta que “para absolver la duda decidimos practicar algunas someras excavaciones… hallando los restos de un muchacho como de unos 12 a 14 años inhumado en decúbito supino y cuyos huesos, ya podridos por la excesiva humedad se deshacían entre las manos”. Analizaron asímismo gran cantidad de urnas funerarias y vasijas de barro, muchas de las cuales se rompieron al ir excavando con más voluntad que pericia.

Después de pasar con abundancia de datos por la Edad Media briocense, a la que dice que su primo tenía especial predilección, Pareja se luce con el estudio de la Batalla de Brihuega y Villaviciosa de 1710. Se extiende luego en el tema de la Fábrica de Paños, y copia entero el trabajo que sobre “La industria lanera en Brihuega” había publicado su amigo Casas Caballero, con lo que el lector encuentra ese interesante y perdido texto entre líneas.

Otros capítulos monográficos, complementados con copia de documentos, dedica Pareja a la “Guerra de la Independencia” y a la “Guerra Civil” que no es otra (escribe antes de 1916) que la carlista entre absolutistas y liberales. Ahí es donde cuenta, con detalle, la aventura de su abuelo Antonio Serrada, el farmacéutico, que vivió intensamente esa contienda y otros emocionantes avatares de la villa, como el cólera de 1855.

Al tocar el tema de la Revolución de septiembre de 1868, dice que esta dejó una imborrable huella en Brihuega, y que vino a dar ocasión a otra nueva guerra civil, “de la cual no debo hablar, primero por la parte más o menos activa que en ella tomé, y segundo porque aún ha de tardar algún tiempo en que la juzgue la Historia”.

En su final capítulo de “Brihuega en la actualidad” cuenta curiosas anotaciones y anécdotas, que nos dan una imagen vívida de la villa en aquellos años del inicio del siglo XX.

Pasa luego a describir con detalle los monumentos, hablando entre otros de la iglesia de San Simón, a la que describe tal como él la conoció, y de la de San Juan, todavía en uso como parroquia a la sazón. El capítulo final es el dedicado a “Sucesos dignos de recordarse” y entre ellos incluye uno vivido personalmente por él, la inundación del 5 de Septiembre de 1877, que fue dantesca, pues derribó más de cincuenta edificios y aunque no se cobró ninguna vida humana, dejó a la villa en pura ruina. Recuerda también las cosas referentes al cólera de 1855, el incendio de San Felipe de 1904, y los fastos del Segundo Centenario de la Batalla, en 1910, de los que fue verdadero protagonista.

Acaba el libro con referencias a todos los pueblos del partido (algo de historia, algo de patrimonio de cada uno de ellos) y copia íntegro, tomado del previamente publicado en libro por su primo, el “Fuero de Brihuega”.

De la larga sucesión de temas, ampliamente tratados, no es oportuno referir ahora ninguno en concreto. Lo que sí parece adecuado es reproducir algunas frases que dedicó a su villa natal, a esta Brihuega a la que Antonio Pareja amó tan sin barreras y que nos desvela el estilo personal del autor. Su estro poético se desborda cuando de alabar a la tierra patria se trata. Y dice, por ejemplo, cosas como estas, que llenan la página 642 de su obra sobre Brihuega y que titula de “Post Scriptum” a su magnífico libro:

“No acierto a soltar la pluma, querida villa de mis amores, sin rendirte el homenaje filial que como a madre te debo.

Siempre te amé con veneración, con idolatría. Dentro de tus muros, como ausente de tí y de mi España, cuando he salido de sus fronteras, en tí estaba mi pensamiento, aferrado a mi alma como el mineral a la roca.

En tí he pensado en mis horas de alegría, como en los días de pena que han abatido mi corazón; por tí y por mi Virgen de la Peña he anhelado ser algo, servir de algo, para ponerlo a vuestros pies; no he tenido ambiciones para mí, sino ansias para vosotros. Desgraciadamente nada valgo y nada soy; solo puedo hacer en vuestros altares la ofrenda de un corazón que os ha amado siempre, que siempre os amará y os consagrará su último latido.

No tengo ni aun la esperanza de que mi cuerpo que ya se inclina, por exceso de edad, al sepulcro, pueda descansar entre el polvo de los que me dieron el ser; ya ves, pueblo mío, que mi amor no puede ser egoista, ni aun en esto”.

Y es precisamente de esta última frase de la que se han valido sus amigos y admiradores, con la biznieta del cronista, Florence Melero Pareja, y la escritora alcarreña María José Sánchez Moreno, las que promoviendo el entusiasmo del Ayuntamiento de Brihuega han canalizado el acto que ahora se celebra de trasladar sus restos de Madrid a la villa natal, y de dedicarle en esta una calle espléndida.

Apunte

La obra completa de un escritor de los años veinte

Una capacidad innata para escribir y un entusiasmo sin límite le supuso a Pareja dejar una obra literaria bien cuajada en libros y artículos. Además de un libro sobre Astronomía, escribió una obra teatral titulada “¡Quien tuviera madre!” y dos novelas bajo los títulos de “Las Virtudes” y “Noemí o la influencia de la mujer”. Escribió además un libro, mitad hstórico, mitad novelado, titulado “El indiano de Jadraque”.

Pero donde se funda su fama es en los libros de historia que dejó escritos, todos ellos de temática alcarreñista. No se conoce ejemplar de su obra “Tradiciones e historias alcarreñas” que él manifiesta en algún lugar haber escrito y publicado. Tampoco, porque no debió terminarlo nunca, la “Historia Crítica de la Guerra de Sucesión”, de la que en 1916 afirmaba estaba próxima a publicarse. Los fundamentales son los dos tomos de las “Monografías provinciales” dedicados a la historia de los partidos de Guadalajara y Brihuega, los dos tomos de la “Diplomática Arriacense” (el segundo quedó inédito) y el folleto “La Razón de un Centenario” que se publicó en 1911, con la memoria histórica de la batalla de Villaviciosa, para la que él reclama el cambio de nombre por el de Brihuega, y la serie de fastos y conmemoraciones que entonces se hicieron a propósito de aquel segundo centenario.