Puebla de Valles, olivareña y rosa

viernes, 16 junio 2006 0 Por Herrera Casado

El próximo jueves 22 de junio, y a eso de las siete y media de la tarde, en el salón de actos de la Biblioteca Pública Provincial, que está en la segunda planta del palacio de Dávalos, va a tener lugar la presentación de un libro que tiene por protagonista a un pueblo de nuestra provincia: Puebla de Valles es en este caso la estrella, el lugar del mundo que se ve retratado, analizado, recordado y con toda su historia, su arte, sus leyendas y sus gentes en pie.

Acudirán de estrellas de la presentación sus autores, que son Manuel Sanz Iruela, “Manolo” allí, que fue alcalde muchos años de Puebla, y se ocupó en revivir el elemento que ahora es símbolo del pueblo, su olivo milenario. El otro coautor es Francisco Martín Macías, “Paco”, un neo-rural que ha servido de acicate y renovación con su Casa de la Vereda de Puebla, y sus ideas y memorias, constituyendo la labor de ambos un precioso documento que se lee de un tirón y nos da la imagen de un lugar vivo, tan antiguo.

Historia y Patrimonio

La primera parte de este libro es como la esencia del espacio que retrata. Se habla en ella de la Naturaleza, de la Historia (más aún, de la Prehistoria) y de sus monumentos, que parecen escondidos, pero que tienen latido, sonido, como el olivo, y rostro, como la torre de la iglesia, a la que alguno ha querido ver como el “fantasma particular” de Puebla.

En la Naturaleza de puebla sorprenden sus erosionadas terreras que forman parte de los naturales muros del valle donde asienta. Como arañados por un gigante omnipotente, como si fueran “las huellas de un dinosaurio” como allí cariñosamente las llaman, o como unas “pequeñas médulas” que nada tendrían que envidiar a las grandes de León: el caso es que solo por ver esos espacios que rodean al pueblo, merece el viaje hasta Puebla de Valles.

Luego se describen los barrancos, los caminos, los bosques y los arroyos que forman la escolta del gran valle del río Jarama, que por allí pasa apenas nacido, y que da espléndidos rincones, en especial ese cercano “puente medieval” que en el camino hacia Valdesotos nos hace soñar con épocas pasadas, con leyendas sin fin.

De los monumentos, que no son muy abundantes, cabe mencionar la iglesia parroquial, de época renacentista aunque con arreglos posteriores, dando sombra a los peregrinos su generoso atrio, y emoción en los pechos cuando suena su campana.

Además los restos de un viejo palacio; el molino del rulo, que Manuel Sanz ha convertido en espléndido museo particular; la plaza del Rincón; los puentecillos, la espléndida fuente de tono barroco, y el olivo, sobre todo el olivo “milenario” que se ha convertido ya en emblema de Puebla, y que se ha confirmado como el más capaz de atraer visitantes a la villa, para degustar la sensación de vida (vegetal, pero vida latiente y sonora) que se desprende de sus ramas múltiples, de su tronco rugoso y sabio.

Las Leyendas y los cuentos

En Puebla de Valles, y este libro las recoge todas, existen algunas curiosas leyendas que conviene conocer. Las cuentan, al amor de la lumbre, en el invierno, los viejos y viajes del lugar. Las oyeron de niños quienes ahora las escriben. Y deben caber en todos los oídos, porque son hermosas y terribles a un tiempo. Ahí está la leyenda del “Pozo Oscuro” que se ha quedado prendida en el nombre de una calle, el “Callejón de las Ánimas”. O la de Canrrayao, el pueblo que desapareció del mapa en el siglo XIX, y para el que la tradición le busca explicación por tres caminos: el mágico, el tradicional, y el trágico. Si el segundo es el más plausible, el tercero es terrorífico, y el primero excesivo, pero en cualquier caso sirve para pasar el rato, contándolo, rememorándolo, sacando conclusiones…

La leyenda de “Patas Blancas”, detrás de la curiosa relación de “La dama del Pinar”, sumada a la de la Cadena de Oro, al relato de las centellas y decenas más, nos sumergen en un mundo de misterios y dudas, que en pocos lugares más se concentra en tal modo. Es posible que este sea, el capítulo dedicado a los cuentos y las leyendas, el más nutrido y valioso de este libro que acaba de salir y se presenta el jueves próximo. Un mundo de evocaciones rurales y apariciones santas o demoníacas, resonando entre los muros de adobe de este lugar de nuestra serranía.

Tradiciones y usos de Puebla

Los autores, que llevan años preguntando, recordando y apuntando cosas, han reunido también un puñado de referencias a los usos del mundo rural de nuestra provincia. Aunque los ritos y procedimientos que cuentan son comunes a muchos otros lugares, ellos nos los dicen de una manera que parece que fueran inauditos y únicos en el mundo. Los detallan y viven, como por ejemplo la secuencia de la recogida de las olivas, el cuidado previo de los olivos, la técnica completa de la obtención de aceite, a través de los molinos aceiteros, con su argot detallado, sus pasos contados, su auténtica solemnidad, porque formaba todo ello parte de la vida del pueblo.

Pero nos ponen sobre las páginas, vivos, los tránsitos humanos sobre la pesca, la recogida de nidos, los cuidados a ovejas y corderos, a los cochinos sobre todo, verdaderos seres mimados de la villa, para ser sacrificados al tiempo de su correspondiente San Antón.

Nos hablan Sanz y Martín de las costumbres pastoriles, de la caza, de la forma de distribuirse, hacerse y mejorarse la casa típica. En fin, un inacabable rosario de propuestas para conocer este lugar que, tras leer su libro, se nos antoja único en el mundo, o, al menos, singular en nuestra provincia. Esa es una idea que yo vengo sacando desde hace años de muchos de nuestros pueblos. Cuando hay me cuenta, o cuenta a todos, las formas en que las gentes de un pueblo trabajan, se divierten, o añoran el pasado, me parece que son únicos, originales, todo un espectáculo de sabiduría y verdad. Y esto es lo que me ha ocurrido leyendo el libro que ahora Manolo Sanz Iruela y Paco Martín Macías han puesto en nuestra manos: un libro amplio, bien hecho, y sobre todo cargado de viejas esencias, de sabidurías ancestrales, de profundas raíces que se incrustan en esta tierra de Guadalajara, y echan ramas, hojas e imágenes rescatadas de la antigua vida.

Apunte

Un libro divertido

El libro que firman Manuel Sanz Iruela y Francisco Martín Macías se titula “Puebla de Valles. Usos, costumbres, cuentos y leyendas” y está editado por AACHE como número 61 de la Colección “Tierra de Guadalajara”. Tiene 240 páginas, y un buen número de imágenes en color, algunos planos, y mucha información. La Naturaleza, el costumbrismo, las leyendas que vienen repitiéndose de abuelos a nietos, y un final “Diccionario local” muy divertido, preparado por Tomás Sanz, en el que se ofrecen cientos, miles de palabras propias de Puebla, con su significado originalmente aceptado.

Es sin duda este libro un acicate profundo para ir a conocer Puebla, sus gentes (también retratadas con tino) sus paisajes maravillosos y su aire de pueblo viejo y latiente a la vez.