La Botarga de San Blas

viernes, 3 febrero 2006 0 Por Herrera Casado

El domingo este que viene, día 5 de febrero, y si el tiempo no lo impide (que nunca lo ha impedido, porque la costumbre es que haga frío, y todos con guantes y bufandas se echan a la calle), saldrá la botarga en Peñalver. Una botarga que debería haber salido hoy, porque hoy es San Blas, su fiesta auténtica, el día en que la magia de la primavera soterrada se estremece. Ayer fue la Candelaria, y el tiempo ploró, lo cual quiere decir que el invierno, por esta vez, se ha consumido. Ya solo queda esperar que broten las yemas de los almendros.

En Peñalver es fiesta doble este fin de semana en el que ahora entramos. De una parte, mañana sábado, por la tarde, a las seis y media, en el salón de actos de su Ayuntamiento, se presentará un libro que viene a ofrecer todo cuanto es y ha sido Peñalver a lo largo de los siglos. Un libro que es una historia, con mayúsculas, de esta villa alcarreña, pero que sus autores han querido titularle “Peñalver, memoria y saber” porque tomaron sus notas de los recuerdos de sus gentes, y de los libros y documentos que narran sus viejos fastos. Comentaremos esta presentación, y este libro, la semana que viene. En ese libro, también, aparece con minucia detallada esta fiesta que aquí se anuncia.

Máscara de la botarga de San Blas, de Peñalver.

La botarga por las calles

Este año será el domingo 5 de febrero, domingo, por la mañana, cuando saldrá en Peñalver la botarga, recorriendo sus cuestudas calles, asustando a la chiquillería. La costumbre es ancestral, antiquísima, y es además poco usual en la comarca de la Alcarria. Ernesto Navarrete, estudioso del folclore alcarreño, daba hace años esta explicación, tomada de lo que la gente le contó, en 1950: «Se hace esto en loor de San Blas bendito, rememorando lo que el Santo quiso hacer con la Virgen. Como la Virgen era muy joven cuando salió a misa con su Divino Hijo, a la Presentación, el día 2 de febrero, San Blas, para que la  gente no se fijase en la juventud de la Madre y hubiese pábulo para la maledicencia, propuso vestirse él de «botarga» e ir delante de la Virgen cuando ésta fuese al templo, y con su raída vestimenta y sus movimientos y saltos se llevaría la atención de la gente, pasando con ello desapercibida la Virgen. Pero la Madre de Dios le dijo:»No, Blas; yo delante y tú detrás». Y por eso en el calendario la Presentación es el día 2 y San Blas es el día 3«.

Traje de botarga

Viste la botarga con pantalón y camisa blanca. Del primero cuelgan unas cintas rojas. No lleva gorro, y cubre su cara de una máscara de cartón duro, pintada de vivos colores y con gesto terrorífico. Esta botarga no lleva cencerros a la cintura ni a la espalda. Lleva en su mano una cachiporra con la que persigue a los pequeños, arrojándola al suelo cuando pasa la gente, para que tropiece con ella. Cuando termina la misa, se viste con capa castellana y cubre su cabeza con un pañuelo.

Fueron los Sánchez (Pedro, el padre, y Feliciano, el hijo) y luego Agustín Martínez Rebolledo, quienes dieron vida a la botarga de Peñalver durante largos años, casi un siglo. Se vestían en una casa junto al río. El vestirse la botarga, que lo hacía a solas, aunque dejaba que le mirasen, era todo un rito. Luego salía, acudía al templo, corría por las calles, se subía por las rejas y ventanas, acosaba a los niños preguntándoles “¿Tú, te meas en la cama?”… “Pues te llevaré a los montes Pirineos”… con una voz retumbante y aterradora. Y los chiquillos, a su vez, le gritaban: Botarga la larga,/ que a mi no me alcanzas.

El recorrido de la botarga actual, vestida de igual manera que antiguamente, es el pueblo todo. Desde la casa en que se viste, en el barrio de abajo, -de donde sale ya con su copa de anís tomada, por aquella de templar por dentro el cuerpo frío de la mañana febreril-, hasta la iglesia, y luego por todas las cuestas y callejas. En su recorrido por la villa le acompaña el alcalde, los concejales, y los miembros de la Hermandad de San Blas, que van recogiendo por las casas, y de quien quiera darles, la limosna en forma de dinero, o de uvas frescas y pasas, con las que luego formará “la caridad”. Acompañará al santo en procesión, y al final, en la puerta del templo, repartirá esa “caridad” que siempre se tuvo por milagrosa contra las enfermedades de la garganta.

En esta fiesta, además, participan los que en Peñalver llevan por nombre Blas o Blasa: ellos se encargan de dar a quienes los quieran tomar pestiños hechos con masa de trigo y miel abundante.

Fiestas de botargas

El folclore de nuestras tierras castellanas, a la chita callando (aunque algunas veces con más ruido que otras) es variadísimo y en cada época tiene una manifestación que permite ser vivida, gozada, participada por quienes la alimentan. En estas fechas (calendas podrían decirse, porque las centra la festividad de ayer, la Virgen de la Candelaria, y la de hoy mismo, San Blas) surgen como pequeñas explosiones de color y alegría, en medio de los campos húmedos y verdeantes, entre las escarchas tímidas de las vaguadas, al sol tímido de los mediodías, las fiestas de las botargas, que cada año son nuevas para muchos ojos, aunque todas tengan siglos de rodadura y cencerradas.

Especialmente en los pueblos de la campiña del Henares y primeras estribaciones de la Somosierra guadalajareña, mantenidas desde decenios inmemoriales, o recuperadas dignamente en años recientes, en este fin de semana aparecerán fiestas que son auténticos vestigios arqueológicos. Ya hubo en Valdenuño Fernández, los primeros días de enero, en la fiesta del Niño Perdido, y hace poco las ha habido en Robledillo, en Montarrón y Mazuecos. En plena euforia del “renacer festivo” de la naturaleza estamos.

En este fin de semana en el que entramos, oportunidad no faltará para enfrentarse a otras magníficas imágenes: las de botargas, diablos y cofradías subiendo y bajando los montes con su casi mitológica cargazón de carreras, de gestos, de porras talladas y gritos a la Virgen.

Las botargas de la Campiña y Serranía de Guadalajara son sin duda herencia directa de los días prehistóricos, de las reuniones tribales, basados en un concepto más vitalista de su uso y repetición que el meramente festivo que hoy se da: los ritos propiciatorios están en las botargas serranas de Retiendas, de Arbancón, de Montarrón o Beleña; también lo está, sin duda, en la carrera onírica de este ser monstruoso de Peñalver, que no deja rincón sin hurgar ni cara sin sorprender, con su tintineo de botarga en trance; o, por tirar algo hacia el Sur, y llegar hasta el límite meridional de las Alcarrias, en tierras que fueron en su día propiedad del Cardenal Mendoza y de la Princesa de Éboli, en Almonacid del Marquesado, en la provincia de Cuenca.

Nota de etnólogo

Según López de los Mozos, en su libro “Fiestas Tradicionales de Guadalajara”, con su prosa limpia y clara, en pocas palabras, nos dice qué sea esta fiesta y su personaje: “La Botarga de San Blas en Peñalver, se trata, en líneas generales, de un enmascarado cuya actuación se heredaba antiguamente de padres a hijos y que iba delante del santo a la hora de la procesión. Actualmente, esta botarga se ha logrado recuperar después de haber estado cerca de quince años sin hacer sus mojigangas y persecuciones a los niños y mozas casaderas, que le cantan eso de: *Botarga la larga / que a mi no me alcanzas+.

Su misión consiste en acompañar a miembros del Ayuntamiento y de la hermandad del santo provistos de unos cestillos en los que los peñalveros depositan uvas frescas o pasas y dinero. Después de recorridas todas las casas del pueblo se asiste a misa y, una vez terminada, en la puerta de la iglesia, sin máscara y revestida con una capa castellana, comienza a repartir las pasas, ahora bendecidas por el sacerdote, que se usan como medicina protectora de los males de la garganta”.