Carmen Soler, al rescate de la memoria del exilio

viernes, 9 diciembre 2005 0 Por Herrera Casado

 

Una nueva oportunidad de rescatar del exilio a quienes ya no viven en él. Porque murieron. Pero sí a su memoria. A los ejemplos que dejaron. Hemos tenido la oportunidad de mirar de cerca, de leer con pausa, el testimonio vivo de una intérprete de aquella sinfonía: Carmen Soler Llopis, la viuda que fue de José Herrera Petere, dejó escrito un manuscrito al que tituló “Buceando en mis recuerdos”, y que ahora ha salido publicado con atinadas y detallistas apreciaciones de Jesús Gálvez Yagüe

Carmen Llopis, una vida literaria

Carmen Soler Llopis había nacido en La Coruña, en 1912, llegando a morir en su exilio suizo de Ginebra, en 1992. Nació en una familia de la alta burguesía de su tiempo, y tuvo la oportunidad de adquirir una formación liberal y de amplias miras. Contrajo matrimonio civil en el Madrid en guerra (varias veces cuenta la anécdota de que inició su “luna de miel” en un camión cargado de espoletas) con el escritor José Herrera Petere (Guadalajara, 1909 – Ginebra, 1977), Premio Nacional de Literatura en 1938. A partir de ese momento, el destino de Carmen quedaría íntimamente fundido al del poeta, a través de una vida de amor completo, pero de largas y dolorosas separaciones. Acompañó al esposo –que se alistó desde el primer momento de la contienda en el famoso Quinto Regimiento– en algunas actividades de los frentes de guerra. Al acabar la contienda, encinta y después de sortear diversas penalidades, consiguió pasar la frontera,  llegar a Perpignan y reunirse en París con los suyos. México y Ginebra serían después los lugares del exilio definitivo de la familia.

Ya viuda, y al final de su vida, por la insistencia de sus hijos, en la ciudad suiza donde residía, escribió esta autobiografía en la que repasa tantos episodios de una intensa vida caracterizada por  su fortaleza, inteligencia y amor. En esas memorias de Carmen Soler desfilan sin tregua las situaciones difíciles, los episodios emocionantes y muchos nombres de quienes protagonizaron años claves de la historia de España y de Europa, recogiendo de ellos una inestimable ayuda que nos proporciona acceder a la recuperación de la memoria histórica de aquellos años difíciles de la República, la Guerra y el Exilio.

Figuras del ayer

Si el manuscrito recuperado de Carmen Soler tiene hoy interés, se debe a lo que tiene de íntimo y sosegado contrapunto, cuajado de anécdotas y apreciaciones femeninas, de una auténtica tormenta vital: la de su esposo José Herrera Petere. Este es, sin duda, el personaje clave de la Guadalajara en Guerra.  Una época de nuestra historia que se ha querido centrar en personajes marcados por la tragedia: el comandante Ortiz de Zárate, jefe de la sublevación militar en julio del 36, o el alcalde Marcelino Martín, ejecutado por los vencedores en abril de 1940. Arrastrados por la violencia ciega de las armas, han hecho olvidar que hubo otras voces, más sosegadas, que no pudieron parar, aunque quisieron, aquella locura, y que de un modo u otro fueron marcados después, sin merecerlo, aunque formaron parte de esa España (esa “tercera España” que aún existe) de liberales que siempre quisieron lo mejor para su Patria, y no pudieron evitar que se les cayera encima. Entre ellos, y por poner cuatro nombres solamente, Gregorio Marañón, Antonio Machado, Pedro Laín Entralgo, Emilio Herrera Linares, y entre nosotros, Francisco Layna Serrano y José Herrera Petere.

De este, ya existe una magnífica biografía, escrita por Jesús Gálvez Yagüe, en la que expone sus merecimientos literarios, fundamentalmente. Porque los elementos anecdóticos fraguados en la Guerra, o en el exilio, solo sirven para darle dimensión humana. La auténtica, la intelectual, es la que deberíamos recuperar esencialmente.

En la memoria de Carmen Soler, y después de las vicisitudes de la separación y el reencuentro, ya con los hijos y la estabilidad económica, surgen las memorias de amistades, reuniones, viajes y alegrías. Los recuerdos de aquellos primeros años en París, con el nacimiento de su primer hijo, asistida por un doctor que llevó hasta las últimas consecuencias sus convicciones democráticas: se suicidó el día que entraron los alemanes en la Ciudad Luz, tal como había prometido. Mil anécdotas, en las que son protagonistas Rafael Alberti y María Teresa León (que no hacía más que recomendar a los Petere que se fueran a la URSS, que allí estarían estupendamente), Pablo Neruda, Juan de la Cabada, Emilio Prados… En Paris, habían tenido mucho contacto con Pablo Picasso, que en su estudio de la “rue des Grand-Augustins” les reunió varias veces, retratándose una de ellas Carmen Soler, en la escalera, junto a las lechuzas de terracota que había creado esos días el artista malagueño.

Hay que leerlo, porque además del placer de la lectura, siempre, en estas memorias se encuentran apasionantes ideas y emoción, mucha emoción, hasta el punto de que sin saber cómo, cualquiera sentirá en ocasiones que la garganta se tensa, y a los ojos asoma media lágrima. Porque en esas páginas y en esos recuerdos está la otra España, la que da con rotundidad un sí a la idea de que España, como otros querían, es siempre una y es grande y hoy es libre. Aunque muchos tuvieron que hacerla fuera de sus fronteras, con nostalgia siempre, y con patriotismo irrenunciable.

Aparte

La fundación Herrera Linares

El pasado domingo tuvo lugar en Guadalajara una reunión para establecer la sede de la Fundación Herrera Linares en nuestra ciudad. Como ya está la de Herrera Petere establecida, con el legado que los hijos del conocido autor alcarreño hicieron en su día a la Diputación Provincial, ahora se plantea que pase a tener su sede entre nosotros la Fundación que guarda la memoria de Emilio Herrera Linares, intelectual granadino que en Guadalajara colaboró en la creación del Arma de Aviación, y que por coherencia con sus ideas, tras la derrota del bando republicano en la Guerra Civil, se exilió en México, donde llegó a ser, en los años 60, presidente del Gobierno de la República en el exilio.

Herrera Linares (Granada, 1879 – Ginebra, 1967) fue ingeniero aeronáutico, militar, Director General de Instrucción de Aviación, Fundador y director de la Escuela superior de Aeronáutica. General de Ingenieros. Vicemariscal del Aire de la República española. Ministro de Asuntos Militares (1951-1960). Presidente del Gobierno de la República (1960-1962). Más datos en http://eherrera.aero.upm.es/ La intención es que aquí se custodien sus documentos legados, y se mantenga viva la Revista Aerogaceta en la que se siguen publicando artículos sobre historia de la Aviación Española.

Aparte

Buceando en mis recuerdos

El libro que acaba de aparecer, titulado “Buceando en mis recuerdos” ofrece íntegro el manuscrito que dejó escrito Camen Soler Llopis, tras haber quedado viuda de José Herrera Petere. A petición de sus hijos, amigos y cuantos conocieron al matrimonio Herrera-Soler, ella desgranó en íntimas y sencillas páginas su experiencia de guerra, de exilio, de amor y literatura.

Tiene esta obra un amplio estudio introductorio, biográfico y anecdótico, escrito por el profesor alcarreño Jesús Gálvez Yagüe, sin duda el mejor conocedor de la vida y obra de Herrera Petere. El manuscrito de Carmen Soler se ofrece minuciosamente anotado, con identificación de todos los personajes que en él se citan. Muchísimas fotografías del archivo familiar Herrera-Soler, y un sabor entrañable a una Guadalajara, a una España, que muchos desconocen, porque nunca se habló de ella: la del exilio.

El libro se titula “Buceando en mis recuerdos”, ha sido editado por AACHE de Guadalajara, tiene 208 páginas, y muchas fotografías. Cuesta 12 Euros y está ya en todas las librerías.