El nuevo Museo de la Trinidad en Atienza

viernes, 25 julio 2003 1 Por Herrera Casado

 

 Para mañana sábado 26 de julio está anunciada en Atienza la inauguración del tercer Museo de la villa, un espacio antiguo y hermoso que ahora se llena de piezas de arte recuperadas, restauradas y brillantes: es la iglesia románica de la Santísima Trinidad, en la que se expondrán los elementos propios del templo, allí colocados desde hace siglos (el retablo, el Cristo de los Cuatro Clavos, la portada plateresca de la Capilla de las Santas Espinas, etc.) y nuevas piezas encontradas y allí perfectamente asentadas. El factotum del Museo, como de todo lo que supone aliento cultural y empuje turístico de Atienza, es don Agustín González, el párroco arcipreste de la Villa, quien sigue sin descanso en esta batalla de dar a conocer, de salvar, de ofrecer a todos lo que Atienza tiene de rico y de glorioso, de arte puro y de historia concentrada.

La iglesia de la Santísima Trinidad

 La iglesia en la que se ha instalado el Museo de la Caballada tiene un origen románico, plenamente medieval. Actualmente, el único resto de ese estilo es el ábside, magnífico, de clara influencia segoviana. En sus muros, aparecen dos pares de columnas que no llegan al suelo, apoyando sobre ménsulas con carátulas. Corre una imposta con decoración bellísima de tallos serpenteantes, a dos niveles, sobre todo el ábside. En él se abren también tres interesantes ventanas, abocinadas, formadas por dos arcos: el exterior baquetonado y el interior sobre columnillas acodilladas, con capiteles fina­mente elaborados en los que se ven variados motivos vegetales.

En el siglo XVI sufrió una reforma amplia, haciéndose nuevo todo el templo, excepto la cabecera. Se pusieron muros de sillería, más altos, con torre adjunta de planta cuadrada. La puerta de acceso, al mediodía, y precedida de un amplio atrio o patio rodeado de barbacana, es de sencillas líneas clasicistas, resguardada de un gran arco de medio punto, y reja gran­diosa, hecha en 1729.

El interior del templo es de una sola nave, dividida en tres tramos, con coro alto a los pies. Su bóveda es de crucería, con nervaduras que descargan en capiteles a modo de ménsulas, de tipo jónico. El alargado presbiterio se cubre de bóveda apuntada. A los lados de la nave se abrieron en los siglo XVI y siguientes diversas capillas. Entre ellas destacan la de las Santas Espinas, cuya reliquia se conserva en una arqueta de orfebrería. La portada de esta capilla es de alabastro policromado, algo que era muy corriente en el Renacimiento. La capilla de los Ortega se abre en el muro norte, junto a la cabecera del templo. Es obra de 1582, cubriéndose de bóveda hemisférica apoyada sobre pechinas. Sobre el arco de entrada, escudo de armas y leyenda en la que se recuerda cómo fueron don José Ortega de Castro, alguacil mayor de la villa, y su esposa quienes pagaron el retablo, obra espléndida barroca con un cuadro central que representa a la Sagrada Familia. En el muro sur de la nave se abre la capilla de la Purísima Concepción, obra realizada en estilo rococó francés. De planta cuadrada y cubierta de bóveda hemisférica, tanto la cúpula y pechinas como las paredes ostentan abundante y fina decoración exuberante, con cornucopias del estilo. Esta capilla se hizo en 1767, y fue decorada por Lorenzo Forcado y José de la Fuente. En el altarcillo principal, una extraordinaria talla de la Inmaculada, posiblemente de mano de Luis Salvador Carmona.

El retablo mayor de la iglesia de la Trinidad cubre por completo el muro semicircular del ábside, y se muestra espléndido en su estilo barroco, de hacia 1660. Con un grupo escultórico representando a la Santísima Trinidad, ya del siglo XVIII, y varias pinturas sobre lienzo, algunas de ellas de acusado tenebrismo, y otras mostrando sobre tabla las imágenes de santas y apóstoles.

El contenido del Museo

Si el continente ya es una joya (la propia iglesia románica de la Trinidad) el contenido es riquísimo y puede entretener y admirar a quien lo visite durante largo rato.

En la Sacristía del templo se han colocado elementos múltiples relativos a la Cofradía de La Caballada. Ello hace que sea este un Museo monográfica de la archiconocida Cofradía castellana, cuyo origen se remonta a más de ocho siglos, en la memoria del rescate que los recueros atencinos hicieron del monarca, entonces niño, Alfonso VIII de Castilla. En esa parcela se ofrecen los estandartes, los manuscritos en pergamino de las primitivas constituciones, muchos documentos claves de la historia de la cofradía, muchas fotografías y muchas curiosidades. Tanto a los atenciones, que viven en lo más hondo esta costumbre centenaria, como a los visitantes, les llenará de asombro este Museo de La Caballada.

Luego, por el resto del templo, van extendiéndose todas las obras de arte religioso se dan cuerpo y latido a este Museo: en la capilla del bautismo se ha colocado, con sobriedad castellana, una pila románica y un Calvario en el que destaca el Cristo de los Cuatro Clavos, impresionante talla del siglo XIV, de la que llama poderosamente la atención la cabeza solemne de Cristo.

La pieza mejor del conjunto museístico es el Cristo del Perdón, de Luis Salvador Carmona, quien en un gesto muy utilizado por este artista castellano, nos presenta a Cristo doliente y en plena Pasión, poniendo su rodilla dolorida y ensangrentada sobre la bola del mundo, en la que aparecen pintados Adán y Eva, como orígenes del pecado en la naturaleza del hombre, y que Cristo viene a perdonar y redimir. Procede del Hospital de Santa Ana, y luego pasó a la parroquia de San Juan, recuperándose con mejor vistosidad y visibilidad en este espacio.

Se pueden admirar también un par de estatuillas góticas, en alabastro, proce­dentes del convento de San Francisco; un busto de Ecce Homo, de gran naturalismo; destacan en el coro un gran catafalco con la Danza de la Muerte, así como cantorales, relicarios y cruces, carracas de Semana Santa, moldes de sagradas formas, etc. En su conjunto, este Museo e iglesia ofrecen al visitante un espectacular conjunto de piezas de arte religioso enmarcadas en su ámbito natural: una iglesia magnífica que sigue siendo lugar de culto, y sede de la Cofradía de La Caballada. Así pues, desde mañana contamos en la provincia con un nuevo espacio para el arte y la cultura. Un precioso folleto patrocinado por Caja de Guadalajara ofrecerá a quien recorra sus espacios detallada información de su contenido. Y la música y la luz del ambiente, recreada para este objeto, avalorará si cabe aún más tanta joya reunida, tanta maravilla que nos confirma en lo que ya sabemos: que Guadalajara (y Atienza en especial) es una vitrina de sorpresas y asombros.