La revista dedicada al Volapük en Guadalajara

viernes, 17 mayo 2002 1 Por Herrera Casado

La semana pasada se celebró en Guadalajara el primer congreso nacional de Prensa y Periodismo Especializado, que reunió en nuestra ciudad a cientos de periodistas consagrados y muchos estudiantes de la materia. Ponencias, conferencias magistrales y mesas redondas estudiaron desde todos los puntos de vista la materia en trámite: el periodismo especializado, algo que va en aumento cada día.

La presencia de Guadalajara en cuanto a intervenciones en este Congreso quedó reducida a la comunicación que propuse, y que fue seguida con cierto interés por el abarrotado salón del complejo Cultural Príncipe Felipe. Como trata de un tema realmente curioso y muy “nuestro”, no quisiera que quedara perdido en el denso paginamen de las Actas del Congreso que se han publicado también, y lo doy aquí para entretenimiento de mis lectores.

La historia de un idioma universal

A finales del siglo XIX, muy en la línea de lo que el pensamiento universalista del momento proponía, al menos desde las perspectivas de la sociedad occidental europea, comandada por Gran Betaña y Alemania, tuvieron su nacimiento algunos movimientos que propusieron la creación de un idioma universal. El del alemán Schleyer fue el que más ímpetu adquirió.

Como imprescindible introducción al tema, debemos recordar aquí que fue el sacerdote católico alemán Johann Martín Schleyer (1831-1912) quien se alzó con el mérito de ser el creador del primer intento de idioma universal. Se dice que lo concibió o maduró en un sueño, en el que Dios se le apareció, tratando de explicarle la forma de resolver una serie de problemas que él había vivido entre sus parroquianos, algunos de ellos emigrados a América.

En 1879 publicó su primer artículo sobre el tema. En 1880 se deba por creado el lenguaje, constituyéndose enseguida una Academia Internacional de Volapük, y celebrándose Congresos Internacionales para ir dando forma al invento. Todos ellos tuvieron lugar en Alemania, el primero en 1884, el segundo 1887 (todos ellos desarrollados, sin embargo, en idioma alemán) y el tercero en 1889, que se decidió desarrollar plenamente en Volapük. Curiosamente, ese fue el término del asunto, porque a partir de ahí comenzó a declinar el universal entusiasmo por este idioma.

Ocurrió también que en el segundo Congreso se postuló para presidente de la Academia, y ganó la presidencia, un francés, Auguste Kerckhoffs, quien propuso una serie de reformas, lo cual sentó muy mal a Schleyer, y se fraccionó la Academia.  Al final de siglo, el Volapük ya no existía. En el momento de su mayor gloria, la década de 1880 a 1890, llegó a haber 283 clubes de Volapük en todo el mundo, especialmente en el occidental, con 316 libros de texto para aprender su gramática, y se publicaron hasta 35 revistas periódicas exclusivamente dedicadas a este idioma internacional. Tras el fin de su efervescencia natal, se siguió manteniendo por algunos eruditos y entusiastas. En 1931, el holandés Arie de Jongs intentó revitalizarlo y renovarlo. Se siguieron publicando revistas, que duraron hasta 1961. Y en 1980, con motivo del Centenario de su creación, el lingüista Bernard Golden trató de reimplantarlo, obviamente sin resultados, pues ni siquiera el heredero el Volapük, el Esperanto, ha conseguido nunca implantarse de forma clara en el mundo. Hoy todavía existen dos docenas de estudiosos y entusiastas que mantienen en Internet sus páginas con las gramáticas completas del idioma, amplios diccionarios y hasta la traducción del Nuevo Testamento completo en Volapük.

Entre las múltiples revistas especializadas y monográficas sobre el Volapük, queremos destacar en esta comunicación la existencia de una de ellas en Guadalajara, expresión de un club y del trabajo de un grupo de entusiastas y hombres cultos que se convirtieron, hacia 1888-90 en abanderados en la Alcarria de esta salida universalista. El principal promotor de la idea fue el farmacéutico y profesor de idiomas del Instituto de Enseñanza Media de Guadalajara, don Francisco Fernández Iparraguirre, quien en unión del sacerdote de Taracena don Francisco Calvo y Garrido y otros profesores y profesionales, mantuvieron en Guadalajara un núcleo muy activo, con reuniones, clases, publicación de libros y revistas, etc. Es curioso constatar que el declive, muy rápido, casi brusco, del Volapük en el mundo, coincidió con la desaparición de estos dos personajes. Calvo Garrido murió en 1888, a los 42 años de edad, y Fernández Iparraguirre, al año siguiente, 1889, contando solamente con 37 años. Ellos dieron vida a esta experiencia en la Alcarria. Calvo poniendo dinero y entusiasmo (él financió los libros, las gramáticas, el club y la Revista) y otro dedicándose meses, y años, al invento, cediendo la rebotica de su Farmacia (que estaba en el número 4 de la plaza de Santo Domingo) para dar clases y charlas sobre el tema.

El Volapük en Guadalajara

De los diversos elementos que constituyen esta referencia al Volapük en Guadalajara, debo mencionar fundamentalmente tres cosas. Los libros escritos por Fernández Iparraguirre. La Revista divulgativa. Y el club o Ateneo a ello dedicado.

1. La Gramática para aprender el Volapük. Resumen de las lecciones dadas en el Círculo Filológico Matritense, alcanzó dos ediciones. Ambas en la imprenta de la Viuda e Hija de Fuentenebro, calle Bordadores 10. En 1885 y 1886. Tenía 48 páginas. Pocos meses después escribió y publicó el Diccionario Volapük-Español, que alcanzó enseguida un gran éxito. En sus publicaciones, Fernández Iparraguirre explicaba con casi pueril entusiasmo los beneficios que para la Humanidad iba a reportar este idioma: el Volapük: tal es el nombre con que ha sido bautizada la lengua universal, inventada hace algunos años en Suiza (sic) por el eminente filólogo Mr. Schleyer; éste ha formado un idioma universal tan sencillo que en algunas horas puede aprenderse su gramática y en muy pocos meses su diccionario?. Y añadía: El propósito del inventor ha sido dar al comercio un medio que facilite sus comunicaciones en todos los países; mas dado el entusiasmo con que el invento ha sido recibido no será extraño que bien pronto los hombres de ciencia traten de utilizarlo para la traducción de las diversas obras que en las distintas naciones ven la luz.

En el libro de Iparraguirre, figura una introducción que puede ser muy significativa a la hora de valorar la obra y su autor. En el Resumen de las cinco lecciones de Volapük que nuestro paisano dio en el Círculo Filológico Matritense en diciembre de 1885, la primera lección es quizás la más ilustrativa. Comienza con la pronunciación, y dice que el alfabeto del Volapük comprende ocho vocales. A continuación aparecen los 31 principios fundamentales del Volapük en castellano, algunos de los cuales decían así textualmente: 1‑Para una Humanidad, una Lengua. 6 ‑ En todas partes, caracteres latinos. 7 ‑ Ninguna letra muda o superflua. 9 ‑ Ninguna excepción en las reglas. 13 ‑ Nada de verbos irregulares. 17 ‑ Todo lo bueno, bello, breve, sencillo, libre y lógico de todas las lenguas, utilizado. 24 ‑ Signo de plural único, la s. 30 ‑ El acento, sobre la sílaba final de cada palabra. 31  ‑Una Academia Internacional de la Lengua, un Congreso Volapükista y un Senado Nacional.

Las restantes lecciones, de la segunda a la quinta, son una auténtica gramática: sencillamente explicada, pues el idioma no encerraba ninguna dificultad especial en cuanto a su estructura, y todo ello expuesto con brevedad (sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, etc.). Al final de cada lección, un pequeñísimo vocabulario, y una práctica.

Al dar fin a su libro y suponiendo que el que lo hubiera leído con un mínimo de atención estaría ya en los secretos de la Lengua Universal, Fernández Iparraguirre creyó oportuno colocar unos cuantos Rimapets o pareados, compuestos por un tal Jleyer, J.M., para entrenamiento de los alumnos, y que, sin el doctor F. Iparraguirre confesarlo claramente, intentaban elevar al Volapük desde un principio a la categoría de idioma poético, a la par que eminentemente científico y comercial, que era para lo que fundamentalmente se había creado. Este era uno de los rimapets:

Begin  / Vo, begin valik  / binom fikulik

Begin significa principio. Vo, verdaderamente. Valik, todo. Binom era la tercera persona del presente de indicativo del verbo binoem, que significaba ser. Y fikul se traducía por dificultad, con lo cual,  fikulik resultaba su adjetivo calificativo al añadirle la sílaba ik. Por todo lo cual, podría traducirse el tal Rimapak de esta forma:

Verdaderamente, al principio todo es difícil.

2. La Revista Volapük. Fundada en 1887 por Francisco Fernández Iparraguirre, su encabezamiento era el siguiente: «Volapük. Gased bevunetik,  literatik é golodik. 1887. Balul (Enero) ‑ núm. 1 ‑ DiIekel: Dl. D. Francisco Fernández Iparraguirre, lodol. Plaza de Santo Domingo, 4,  in Guadalajara. Pübel: don Francisco Calvo y Garrido, lodol, calle de Luchana, 13, in Madrid. Guadalajara 1887.‑Imprenta y Encuadernación provincial». Era de periodicidad mensual, y estuvo apareciendo sin interrupción desde su fundación hasta noviembre de 1890, poco después del momento del fallecimiento de Fernández. Es esta una revista que merecerá un estudio detenido. Aquí solo damos noticia de ella, y encarecemos su revisión a fondo. Afortunadamente se conserva, casi al completo, en la Biblioteca Pública Provincial de Guadalajara, sección de publicaciones locales.

En cuanto a Francisco Calvo y Garrido, decir que este señor, presbítero, natural de Taracena y residente en Madrid, fue quien sostuvo con su dinero, la empresa de artificio y color de Volapük. Calvo y Garrido fue quien pagó la edición de la Gramática y el Diccionario, sin obtener ni una sola peseta de beneficio. Y además, llevado de su entusiasmo, costeó igualmente la revista. Don Francisco Calvo y Garrido murió en Madrid el 5 de enero de 1888, a los 42 años.

3. El Club o Centro Volapükista Español, fue también creación de Fernández Iparraguirre. En la Guadalajara de fines del siglo XIX, pequeña pero con un importante núcleo de intelectuales de marcado corte progresista y liberal, surgió el Ateneo Escolar, que tiene muchos elementos para despertar nuestra admiración. Se dedicaba al esparcimiento de los socios sin olvidar los actos culturales. Este Ateneo Escolar, que en un principio se subtitulaba «de Guadalajara» más tarde adoptó el apellido de «Caracense», porque sus promotores se empeñaron en la idea de que Guadalajara era la antigua Caraca de los romanos y no la Arriaca hoy comúnmente admitida. Esta denominación se usó desde el año 1881, pues la revista que el Ateneo Escolar publicaba, así se titulaba. Esta revista era de un interés notable. Tenía la extraña costumbre de cambiar cada año de nombre. Así, en 1882 abrevia el encabezamiento. Y se dice «El Ateneo Caracense» a secas. En ella se publicaban las crónicas de las conferencias que se celebraban en la Sociedad y artículos científicos y literarios redactados por los socios. En el año de 1882 se reprodujo un plano presumible de la antigua fortificación de Guadalajara. Así continuó llamándose hasta 1886. Por entonces se publicaba en la revista un interesante folleto de don José Julio de la Fuente: «Enseñanzas que existieron en Guadalajara». Y es en este año de 1886, después de dar sus lecciones en el Círculo Filológico Matritense, cuando aparece en la Revista del Ateneo Caracense el primer artículo sobre Volapük por don Francisco Fernández Iparraguirre quien, junto con el señor Ugarte, eligieron la sociedad para que sirviera de club y centro de propaganda del Volapük. El señor Ugarte, eminente filólogo y profesor de idiomas, ya le había propagado en Pamplona.

La savia del Dr. F. Iparraguirre se dejó sentir muy pronto, y así, en junio de 1887, la Revista pasó a titularse «Ateneo Caracense y Centro Volapükista Español”.  En el Ateneo, que entonces se instaló en unas habitaciones del antiguo Convento de la Piedad, se daban lecciones y conferencias; y en la trastienda de la farmacia del señor F. Iparraguirre se despachaba la correspondencia con el extranjero o se hacían las traducciones que luego se insertaban en la revista.

Un apunte de evocación y nostalgia, de lo que era Guadalajara a finales del siglo XIX, cuajada de  hombres con ideas e ilusiones en un futuro que ha demostrado ser más crudo del que pintaban.