La ciudad encantada de Tamajón

viernes, 28 septiembre 2001 0 Por Herrera Casado

 

Tamajón es la puerta de la Sierra Norte, la avanzadilla de los serrijones pizarrosos y los sabinares silenciosos, de las construcciones de arquitectura negra y los olorosos jarales. En Tamajón debe parar el viajero que suba hacia la “Sierra Negra”, hacia el Ocejón y el Puerto de la Quesera, a disfrutar de las Casas Rurales de Campillejo, Campillo de Ranas y Majaelrayo, a patearse la mínima belleza recuperada de Roblelacasa, y a descubrir que el mundo está limpio todavía, abierto y vacío por esas alturas a las que pone bóveda el cambiante pincel de las nubes.

En Tamajón hay varias cosas que ver, pero no es ese ahora nuestro objetivo. La iglesia parroquial románica, el Ayuntamiento /Palacio de los Mendoza, la casona de los Montúfar… sus plazas recoletas y sus largas y vistosas calles, son algunas de las cosas que el viajero puede degustar en su viaje. Eso sin hablar de la magnífica gastronomía que en sus “Casas de Comidas” puede degustarse. No. Nuestro objetivo ahora está un poco más allá, a un kilómetro largo del pueblo en dirección a Valverde y Majaelrayo. Justo a partir de la bifurcación de las carreteras que llevan a ambos sitios, empieza el sabinar y se muestra espléndida una de las joyas de la Naturaleza en la provincia de Guadalajara. Se trata de la “Ciudad Encantada” de Tamajón, a la que invito a ir a quienes quieran pasar un rato admirando tierra valiente y expresiva, paisajes únicos y vistosos.

Un sabinar perfecto

Compuesto de densas masas del Juniperus thurifera, en altitud que media de los 1.000 a los 1.100 metros, nos permite pasear sin problemas entre sus ejemplares antiguos y venerables, sin que la vegetación de arbustos, también muy desarrollada, nos moleste lo más mínimo. No es cuestión aquí de hacer literatura barata, a propósito del sonido del viento entre las ramas, etc, etc, ni aportar datos específicamente científicos de lo que allí se encuentra. Solo decir del valor que ese sabinar, amplio y todavía vivo, tiene de cara al conjunto del patrimonio natural de nuestra tierra. Desde siempre fueron respetuosos en Tamajón con este espacio boscoso, y las escasas labores agrícolas que en su torno se han hecho lo han respetado. La excepcionalidad de su situación geológica, a caballo entre el área de materiales paleozoicos de la Sierra, y las calizas cretáceas de inferior, permite ver contrastes interesantes en el suelo y la vegetación. El paisaje no, porque es homogéneo y tiene de mostrarnos la bravura serrana cubierta del verde oscuro del sabinar denso.

Es curioso reseñar la existencia de un edificio monumental, cargado de arte y leyenda, en medio de este bosque. A la orilla derecha de la carretera que conduce al pantano de El Vado y a Majaelrayo, se alza la ermita de Nuestra Señora de los Enebrales, patrona de Tamajón, a cuya imagen y devoción se han escrito también versos y endechas por los habituales vates de la mariología alcarreña. La ermita es realmente un templo grande, como de pueblo. Y en su portada luce el escudo, todavía policromo, de los Mendoza de Tamajón, una rama secundaria nacida del tronco de los Infantado arriacenses. En el interior, tras la reja que protege al templo por la necesidad/costumbre de tener siempre abierta una hoja de la puerta, se ve la gran pintura mural que recuerda la aparición de la Virgen sobre una sabina al sacerdote don Diego Castro de San Félix, quien al ir a decir misa (en tiempos remotos) al hoy desaparecido lugar de Majadas Viejas, le salió al paso un terrible reptil que le amenazó de muerte, siendo salvador por la intercesión de la Virgen aparecida. Es un lugar lleno de encanto, que merece una parada en medio del lustre de la vegetación serrana.

La Ciudad Encantada

Pero lo que centra el interés de nuestra excursión es la maravilla natural de “La Ciudad Encantada”. Primeramente, trataremos de describir con palabras técnicas, tomadas de la “Guía de Espacios Naturales de Castilla-La Mancha”, este espacio. Para luego comentar nuestras impresiones y sugerencias. Sobre una plataforma rocosa determinada por los estratos calcáreos del Cretácico superior, que se muestran en una llamativa posición horizontal, los procesos de erosión de la lluvia y de la disolución de las sales por el agua caída de las nubes han ido conformando esta muestra de formas curiosos. Se sitúa en los 1.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, y en ella se han producido además intensos fenómenos kársticos, con creación de cuevas, una de las cuales, a la que llaman “La Cueva del Turismo”, sabemos que estuvo ocupada por los pobladores primitivos, habiéndose encontrado restos arqueológicos en su interior. Precisamente esa capacidad (distribuida uniformemente a lo largo de los siglos) de disolución de las rocas, y su erosión, ha proporcionado formas visibles al estrato que ha quedado al aire:  se encuentra diversas piezas en forma de monolitos aislados con forma de seta (lo que se llaman tormos en geología), así como pequeñas cavidades, socavación de paredes e incluso aparición de algunos puentes rocosos que le dan al ámbito una apariencia mágica, como de “parque temático” sin pagar entrada. Incluso pueden verses sobre la cima de la plataforma caliza algunas incisiones a modo de multitud de pequeños hoyos (lapiaz) que horadan la roca. Es finalmente de destacar el color y los contrastes que sobre las rocas aposentan: blanco, dorado y negro/gris intensos, todos ellos debidos al arrastre y escurrimiento del agua en el transcurso de las lluvias y el consiguiente depósito sobre ellas de óxidos de manganeso.

Es un placer andar subiendo y bajando estos roquedales de Tamajón. Uno piensa que se encuentra en un escenario (natural y viejísimo) en el que podrían representarse en cualquier momento emocionantes escenas de guerra y pasión. Se ven torres auténticas, gigantes envarados, sobre los las sabinas. Y un inmenso auditorio, con una escalinata preparada para que baje la artista principal, escalinata además tapizada por el agua que escurre desde algún nivel impermeable. Hay un gran puente de roca, efectivamente, y unos contrastes llamativos en el color de las paredes: desde el gris perfecto, que parece recién pintado, hasta los dorados solemnes y los negros pizarrosos. Un espectáculo de luz y silencio, una maravilla tan cerca…

En Tamajón tenemos, por tanto, la posibilidad de pasar un buen día de admiración de Naturaleza, de gozo artístico y de gusto gastronómico. En cualquiera de las direcciones que se salga del pueblo hay posibilidad de establecer paseos sencillos y cómodos por caminos que atraviesan bosques y miran siempre a la altura del Ocejón. Concretamente está muy bien señalizado el “Antiguo Camino de Tamajón a Retiendas”, que algunos llaman el camino olvidado y que pudiera rememorar, a los que lo anden con ganas de imaginar viejos tiempos, el paso de los monjes blancos del Cister en Bonaval o de los pardos frailes franciscanos del mismo Tamajón, junto a sus mulas, por entre los robledales de las orillas. En la oficina de Turismo de Tamajón se puede encontrar mapas concretos de esta ruta, otros más amplios de toda la sierra, y siempre la información abierta para quien desee hacer de este enclave serrano su lugar de inicio de los descubrimientos naturales de la Sierra Negra.