El Museo de Cela en Torija

viernes, 20 abril 2001 0 Por Herrera Casado

 

Muchos viajes tienen hoy por sólo objeto visitar Museos, estancias en las que se almacenan y ofrecen las imágenes del pasado, los testigos fieles de otro tiempo, de otra cultura. Hace pocos años, hubo cierto afán iconoclasta que trató de condenar a los museos a la inoperancia, diciendo de ellos que eran lugares sin alma, vacíos y silenciosos testigos de la nada. Porque la vida, lo que se mueve en torno, es lo único que nos puede lanzar hacia el futuro.

Y no es así. La vida es tanto futuro como pasado. La personalidad de cada uno (qué bien, que todos seamos distintos) se proyecta más hacia una u otra de estas pulsiones del presente. Jano camina con nosotros y unas veces nos enseña su cara de joven expectante, otras la de viejo evocador. Pero hay un equilibrio, y ese está, a nivel de la burbuja cultural en que nos movemos, en los Museos. Como lugares en los que se alberga el pasado, con todas sus minucias, capaces de dar sentido al presente, de explicarnos (solo a quien sepa leer, a quien esté acostumbrado a escuchar) el futuro.

El Museo del Viaje a la Alcarria de Cela es uno de los pocos museos que existen en la provincia de Guadalajara. Y es, sin duda, un Museo exquisito, moderno, distinto, aleccionador y vibrante. Lo vi cuando se inauguró, (sé del entusiasmo y las horas que echaron en él sus creadores, que fueron Paco García Marquina, Jesús Campoamor, Emilio Cuenca y Margarita del Olmo, Pedro Aguilar, y muchos otros que colaboraron, sin más interés que el que tienen por mejorar su tierra) y lo he vuelto a ver ahora, años después, en una húmeda mañana de esta primavera. Pero ahora envuelto en una barahúnda de turistas, haciendo cola (como si de un Pequeño Prado en medio de la Alcarria fuera) para entrar, subir sus escalas y pasear por sus ofertas.

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El Museo del Viaje a la Alcarria de Cela es singular por muchos motivos. Los alcarreños podemos estar orgullosos de él, recomendarlo a los demás, visitarlo nosotros mismos. Está enclavado en la torre del homenaje del Castillo de Torija, uno de los más espectaculares elementos arquitectónicos de la Edad Media castellana. Restaurado, cuidado siempre por la Diputación Provincial, que es la propietaria del edificio, ha sido concebido con un aire de modernidad que parecía en principio complejo y arriesgado. Porque el acceso a la torre se hace a través de un cuerpo exento y adosado, en materiales de madera y metal, que chocan frontalmente con la estructura pétrea y uniforme del castillo. El arquitecto Condado Ayuso logró una simbiosis de discreción y utilidad, que realmente gusta y resuelve un problema en principio insuperable, el acceso al primer piso de la torre, que es donde empieza el Museo.

Museo que se alarga, en vertical, por cuatro pisos yuxtapuestos, unidos entre sí por una escalera de caracol fabricada con metal pintado de verde, y en el centro de la torre, un gran vano que permite la visión continuada del conjunto del Museo desde cualquiera de sus plantas. No me resisto a declarar que me parece espectacular, hermoso y acogedor. Un Museo único y bello.

El contenido es también muy interesante, conjuntado y con una línea maestra claramente trazada: el libro “Viaje a la Alcarria” escrito por Camilo José Cela en 1946, y que ha alcanzado la madurez de la obra genial, como lo ha conseguido su autor, Premio Nobel de Literatura, entre otras muchas cosas, y uno de los mejores escritores en lengua castellana de todos los tiempos. Alternan en paredes y en vitrinas los contenidos rurales junto a los literarios, los testimonios sociales y costumbristas en par de los documentos gráficos de aquel viaje. Y el visitante irá ascendiendo las escaleras hasta la primera planta, y deambulando por las galerías superpuestas mientras se le aparecen ediciones varias del “Viaje a la Alcarria”, o cartillas de racionamiento, libros de texto y postales, más cartas personales de Cela a sus amigos alcarreños, todo ello en el entorno gráfico de las fotografías de los pueblos, los personajes y la silueta estirada y simpática del autor.

Hay muchas fotografías (y ese es uno de los mayores valores de este museo torijano) que ofrecen la imagen de los protagonistas auténticos del viaje: Quico, el alcalde de Budia, el de Trillo, el de Pastrana; el viejo Portillo de Brihuega, las fondas, las fuentes y los puentes por donde Cela pasó realmente…. esa amalgama de evocación, certeza y realidad salida de la literatura, es muy difícil encontrarla en otro sitio. Aquí en Torija, en los muros de este museo dedicado por entero, y en exclusiva, al libro “Viaje a la Alcarria” de Cela, es posible encontrarlo. En opinión de muchos, el mejor libro escrito en lengua castellana a lo largo del siglo XX. En opinión personal, el libro más rotunda y más bello que se ha podido escribir sobre la Alcarria. Sin parangón con nada.

Algunos datos

El Museo dedicado al libro alcarreño por antonomasia, -y la visita aneja a su espectacular entorno castillero- abre solamente los sábados y domingos, mañana y tarde. La entrada es gratuita, y solo se pide respeto a los elementos que le conforman. No tocar las piezas, no estropear nada. Qué menos, en un país del primer mundo. No tengo estadísticas, pero lo sé por simple experimentación personal, cada día acuden a torija, a su Museo especialmente, cientos de turistas. Ese potencial de viajeros, de admiradores de nuestra tierra, merecerían mucha más atención por parte de nuestros responsables políticos. Por ejemplo, ¿no sería acertado insertar en el propio castillo de Torija, en una edificación bien conjuntada con el interior del castillo, un “Centro de Interpretación Turística” de toda la provincia? Que Torija fuera, en ese recio entorno medieval, la puerta de entrada a Guadalajara, a todos sus pueblos, sus paisajes, sus rutas y su patrimonio.

Otro detalle a tener en cuenta por quienes mantienen este Museo tan vivo y brillante, sería el de limpiar periódicamente las vitrinas en las que se exponen los objetos que le dan gracia y color. En esas vitrinas se ha colado el polvo que procede de los muros (un castillo medieval tiene esas servidumbres…) y nadie se lo ha sacado desde hace meses. La imagen que deja ante los visitantes es de un ligero abandono, que a ninguno de los alcarreños nos interesa que se lleven nuestros visitantes. Pero son detalles mínimos, detalles que refuerzan el valor de este lugar, al que recomendamos a nuestros lectores acudir y saborearlo. Está ahí mismo, a cuarto de hora de la capital, en la misma autovía de Aragón, a mano de todos. Y su visita detenida (con paseo incluido por Torija y su monumental y bellísima Plaza Mayor) será preámbulo de otros viajes por la tierra alcarreña, de muchos ensueños y evocaciones, de una militancia activa en esto de la aventura rutera por Guadalajara. Un empeño que puede empezar por tener Torija como una bandera alta y limpia.