Alto Tajo, destio preferente

viernes, 26 enero 2001 0 Por Herrera Casado

 

Uno de los puntales sobre los que va a pesar gran parte de la economía y el quehacer de las gentes que habitan el límite oriental de la provincia de Guadalajara, durante este siglo que ahora se inicia, es sin duda el Parque Natural del Alto Tajo. Obtenida su declaración como tal el pasado año, a partir de ahora van a aplicarse las normas que posibilitarán sea este un lugar de viaje y admiración por parte de gentes numerosísimas que vendrán de todos los rincones del país. Su amplia variedad de flora y fauna, su enorme oferta de paisajes, cambiantes y bellísimos siempre, convierten al Alto Tajo en un paraje único en el conjunto de la Península Ibérica.

Con un Patronato rector recién constituido (presidido por el señor de la Cámara, garantía absoluta de buena gestión y seriedad en cuanto emprenda), serán dos las vertientes por las que empezará a trabajar la maquinaria encargada de añadirle vida: de una, la conservación perfecta del medio, el control de sus recursos, la defensa de sus riquezas naturales. Y de otra, la divulgación de cuanto contiene, la publicidad (en una palabra) que dé a conocer que existe, que merece la pena visitarlo, y que desde cualquier punto de vista es este un lugar que supone un motivo de orgullo a la tierra que lo alberga. El conjunto de paisajes en los que se alternan las llanuras con las quebradas hoces y los cantiles rocosos, está ocupado por una amplia variedad de microhábitats variados y hasta hoy bien conservados, donde residen y se desarrollan numerosas especies de flora y de fauna, adaptadas tanto a la meseta como a la montaña, tanto al tupido bosque de pinos como al matorral.

La geografía en estado puro

El Alto Tajo se encuentra localizado en el borde más occidental o castellano de la Cordillera Ibérica. El suelo se compone de materiales originarios entre el Ordovícico y el Cuaternario, predominando calizas, dolomías y margas. Pero también existen buenos espacios representativos de las areniscas, los conglomerados, las arcillas, los yesos y las sales. Las pizarras y cuarcitas son, sin embargo, muy escasas. Hay zonas en las que abundan los fósiles, lo que revela una intensa vida en su superficie hace millones de años. Respecto a minerales útiles o dignos de admiración, pueden citarse el caolín, que se explota en lugares como Poveda de la Sierra, así como cuarzo y arenas feldespáticas, siendo los aragonitos, los yesos rojos y los jacintos de Compostela los más llamativos de todos.

En el aspecto geológico, el Alto Tajo ofrece algunos lugares de curiosas formaciones rocosas, como son las Dolomías del término de Chequilla, o las calizas y dolomías tableadas de Cuevas Labradas, lugares en los que las rocas aparecen labradas por los agentes atmosféricos a lo largo de los siglos, sobre todo el agua, y así se resuelven en impresionantes formaciones como son los cañones, las hoces y las terrazas que han dado lugar a grandes escarpes, cascadas y saltos de agua. Son especialmente espectaculares los cañones que el agua, a lo largo de cientos de siglos, ha ido excavando sobre los niveles más resistentes. El propio cauce del río es un cañón casi continuo, y lo es también, el más espectacular, el que labra el río Gallo desde Corduente hasta que arroja sus aguas al Tajo. Se escoltan de formas rocosas elevadas y singulares, en forma de agujas, de colmillos, de monolitos aislados, de bloques areniscos muy característicos. Torcas y tormos, como hundimientos del terreno, o elevaciones de la roca sobre el mismo, son expresión de esa continuada erosión secular de la tierra castellana en esta comarca. De los ciento veinticinco lugares geomorfológicos catalogados en el espacio del Parque Natural, el gran edificio tobáceo y la cascada del Campillo, junto al puente de San Pedro, o el canchal del arroyo del Enebral, en la Sierra del Tremedal, pueden considerase como de interés internacional. Pero es que, solo por mencionar los más relevantes, podríamos componer una larga lista de lugares de impresionante belleza y singularidad geomorfológica. Así, estos lugares a los que invito a visitar a mis lectores, son también espacios de personalidad única, merecedores de una visita y una admiración: las hoces y tormos agudos del Valle de los Milagros, los cortados taludes del río Arandilla cerca de la ermita de la Virgen de Montesinos y del río Gallo a partir del término de Ventosa; la cueva de Los Casares; los cañones que forma el propio río Tajo entre el puente de La Herrería y el Hundido de Armallones, o entre los estrechos del Hornillo y del Horcajo y, desde este último, a las Juntas del Tajo con el río Hoceseca entre el barranco de Valdelatas y La Herrería; el salto de agua y las terrazas de Las Cárquimas en Armallones; los edificios tobáceos y las cascadas de la Fuente de las Tobas, de La Escaleruela y del Nacimiento del Cuervo, que estando en Cuenca ha quedado incluido en el recinto del Parque Natural; terminando con la laguna de Taravilla y los tormos monolíticos de la «ciudad encantada» de Chequilla.

El Parque Natural del Alto Tajo está centrado y vive del agua del padre río. Es él quien forma su paisaje, quien moldea sus horizontes. A su cauce van llegando otros ríos y arroyos que forman su cuenca más alta, la que da vida y verdor al Parque. Desde su nacimiento en tierras de Teruel (en los altos de Casas de Fuente García) hasta la desembocadura de la rambla de Carrascosa en este término, el Tajo es eje del Parque. Recibe numerosos afluentes, especialmente por su margen derecha, destacando el río Cabrillas, el Bullones (que llega al Gallo), el Gallo, el Arandilla (que también al Gallo entrega sus aguas), el Salado, el Ablanquejo, el Hoceseca y el Tajuelo. Como los cauces de todos ellos han sufrido muy escasas intervenciones, con márgenes estables y vegetación de ribera abundante y variada, esa pureza es aún mayor. Sólo el tramo del río Gallo próximo a la Virgen de la Hoz puede considerarse intervenido con elementos extraños a la propia naturaleza, pero también en escasa medida. A ello podemos añadir cinco enclaves limnológicos, muy singulares y atractivos de esta zona: el Nacimiento del Río Cuervo, la Laguna de la Parra o de Taravilla (el humedal más extenso), la Laguna de Valtablado del Río, las Salinas de Armallá y las Salinas de Saelices.

El clima en el que se enmarca el Alto Tajo, de características plenamente mediterráneas, abundantemente regado por los frentes atlánticos durante los otoños y primaveras (esta otoñada pasada ha resultado especialmente generosa en lluvias) le convierten en un espacio vivo y palpitante siempre, renovado y grandioso, que está pidiendo la admiración y el respeto de todos. Porque esta declaración oficial de Parque Natural no serviría de nada si no supusiera el cuidado completo por parte de todos cuantos lo visiten a partir de ahora. De sus organismos rectores esperamos eso y mucho más.