Cogolludo. Una gran historia

viernes, 13 agosto 1999 0 Por Herrera Casado

 

Aunque está generalmente admitido que la Historia no es construida por individualidades, por los «grandes hombres» que aparecen en los libros, sino más bien por los grupos humanos, también es cierto que la Historia no la escriben los grupos, sino los hombres, las personas concretas que se ponen a buscar, a estudiar, a investigar, y luego en solitario siempre siguen aunando informaciones, ligando datos y escribiendo páginas.

Este es el caso de una historia singular que nos llega estos días como un verdadero regalo, en cualquier caso como una sorpresa. Es el libro que sobre Cogolludo, la historia de este pueblo, la descripción de su patrimonio y el relato de sus costumbres, nos brinda Juan Luís Pérez Arribas, la persona que desde hace muchos años se dedicó a ir recogiendo, con paciencia digna del mejor aplauso, datos y documentos sobre esta villa preserrana, y que luego, con sabiduría y tino, ha ido fraguando en forma de libro hasta alcanzar en estos días la edición final, la materialidad de un grueso volumen de 500 páginas, en el que se refleja todo cuanto se puede saber sobre Cogolludo.

La primera impresión que se me viene a la cabeza, la primera referencia a algo ya conocido, son las obras que escribiera Layna, el gran Cronista Provincial, sobre lugares de tanta historia como Atienza, como Cifuentes, como Guadalajara misma cono todos sus Mendoza. Porque la tarea de Pérez Arribas en Cogolludo ha sido de ese calado: años de búsqueda, de cotejos, y «saberse el pueblo» para después redactar, hilar y componer esta obra a la que no cabe otro calificativo que grandiosa.

Un Prólogo justo

Poco antes del verano, cuando Juan Luís Pérez Arribas se decidió finalmente a dar a la imprenta su magna obra de investigación, me pidió fuera yo quien prologara su libro. No tuve ninguna dificultad en hacerlo, porque lo que me enseñaba era impactante, arrebatador, entretenido y valioso. Y no sólo por el texto, por la cantidad de nuevos datos que entrega para la historia conocida de Cogolludo, sino por sus dibujos también, casi un centenar, hechos todos de su propia mano, con detalle, minuciosidad, arte incluso: hay planos de todo lo que merece tenerlo en la villa; detalles de sus plazas y sus fuentes; miniaturas de sus escudos, reconstrucciones ideales de sus palacios, castillo y muralla. De esta especialmente hace tal análisis, que parece que la reconstruye, que Cogolludo vuelve a ser Edad Media, entera y verdadera. Estas son algunas de las frases que me he permitido poner en la vanguardia de este Cogolludo, su historia, arte y costumbres: Hay libros que son testimonios, y otros inventos. Hay libros que cuentan mitologías, y otros analizan cuentas. Este libro es la historia de una pasión. Quizás lo mejor, lo más alto que puede ponerse en un libro. Es la historia de la pasión que surgió en el corazón de Juan Luís Pérez Arribas la noche que llegó a Cogolludo. Quizás el amor y el asombro, mezclados en su alma. Quizás la sorpresa y la admiración por un mundo único y mágico, en el que se mezclan olores, cadencias, fiestas y talladas piedras.… Y añado en referencia al autor: Hoy por hoy, nadie puede dudarlo, es Juan Luís Pérez Arribas quien más sabe de Cogolludo. No hubo antes nadie que tal supiera, ni parece fácil que en el futuro vaya a haberlo. Porque toda la información sobre esta villa serrana a medias, a medias campiñera, está puesta en los papeles escritos por Pérez Arribas. Puede el lector tener la seguridad de que no va a encontrar fuera de este libro algo sobre Cogolludo que no esté en él reflejado. Es, realmente, un modelo de historia local. Porque en esta obra no queda nada al azar, no se ve improvisación, prisas o alegres brindis al tendido. Con una sistemática rigurosa, pensada, hondamente clavada en el terreno documental, van surgiendo de forma temática y cronológica todos los aspectos que dan la clave y el horizonte de esta villa.

Cogolludo, una etapa necesaria

Para quien conoce, o quiere conocer, en profundidad la provincia de Guadalajara, se hace obligado ir a Cogolludo. En la altura de su privilegiada situación se encuentran muchas razones que explican la evolución de nuestra tierra. Está la sombra de los Mendoza, ¡cómo no!, y están las órdenes religiosas (franciscanos, carmelitas…) sumadas de los caballeros calatravos, de los artistas renacentistas, de la Inquisición, del sentido solidario de las Hermandades…

En Cogolludo brilla sobre todo ese palacio de los duques de Medinaceli que a finales del siglo XV construyera Lorenzo Vázquez, poniendo en su fachada la fuerza de su almohadillado florentino, y en el remate la sutileza de las crestería plateresca, más el misterio de sus «flores de lis/panochas de maíz» en la portada a la que suman belleza y misterio los querubines, -todo alas- que sostienen laureado el escudo de los La Cerda.

En Cogolludo brillan (hoy menos tras su voluntario derrumbe hace unos 20 años) las ruinas del convento franciscano, o se debaten entre la maleza las trazas sobrias y doradas de la fachada del convento de carmelitas. En Cogolludo, finalmente, se define horizonte y esencia con el puntiagudo remate del chapitel de su parroquia de Santa María, y las ruinas vetustas pero palpitantes de su alcazaba originalmente árabe y luego de todos: un castillo que se circuyó de murallas de las que aún quedan ejemplos y restos interesantes.

Todo es curiosidad y brillo en Cogolludo. La obra que acaba de escribir y ver publicada Juan Luís Pérez Arribas, y que trata con la minuciosidad de un orfebre, de un historiador de cuerpo entero, tiene un interés común: narra la evolución de un pueblo, es como la crónica de siglos de lo que se ha ido comentando en la plaza. Saber (y poder) reconstruir esas voces, es una tarea de mérito que merece tener entre las manos y comprobarla con detalle.

Cogolludo en un libro

Es este un libro, como también digo en su prólogo, como la copa de un pino. Grande y denso, brillante y oloroso. Ningún calificativo le cuadra, quizás, mejor que ese. Por estas razones que apunto: A un tiempo erudito y ameno, apasionante y riguroso, el autor de esta auténtica y voluminosa Historia de Cogolludo nos entrega documentos, datos sueltos y agavillados, visiones y opiniones, formando un conjunto que al final resulta luminoso y veraz. Porque en estas páginas el lector puede ir, desde la primera a la última, como harán todos los apasionados hijos de Cogolludo, encontrando la secuencia vital de este lugar de Castilla. Pero también se puede entrar, directamente, en cualquiera de los temas que como piezas de «rompecabezas» conforman la estampa final de tan hermoso espacio. Desde los restos prehistóricos (esa apasionante ciudadela de «La Loma del Lomo» hasta las construcciones medievales de los calatravos (castillo y muralla) y desde los templos renacentistas y prodigiosos en sus detalles de arte sacro, a ese palacio ducal de los Medinaceli que presidiendo la Plaza Mayor se constituye en el más hermoso y brillante referente del primer Renacimiento en Castilla. Desde los pergaminos ajados con edictos de ferias y privilegios de «pasazgos» hasta los libretones de constituciones de Hermandades y cofradías… todo un bloque, recio y consistente, de documentos, de reflexiones y ofertas.

Una pieza más que demuestra la voluntad y el buen hacer de este hombre, Juan Luís Pérez Arribas, que se ha ganado a pulso no solamente un fuerte aplauso de quienes miramos a la provincia cada día, sino todo un monumento de sus paisanos y convecinos. Porque a Cogolludo este libro le pone en su sitio justo: en lo alto del cogollo que es Guadalajara, que es Castilla entera.