Arquitectura Negra: Un tesoro para todos

miércoles, 30 diciembre 1998 0 Por Herrera Casado

 

En estos días se están realizando los estudios previos y elaborando los informes que han de llevar la propuesta que hace la administración regional a la UNESCO, para que sea declarada Patrimonio de la Humanidad el área de la Sierra del Ocejón, en nuestra provincia de Guadalajara, con la denominación de «Sierra Negra». Todos, alguna vez, hemos ido hasta allí, o al menos hemos oído hablar de ella. Realmente es un lugar único, mágico, espectacular, íntimo e inolvidable que merece la máxima categoría porque, sobre todo, merece una protección a ultranza.

Visitar la Sierra Negra

Las sierras en torno al Ocejón, en el noroeste de Guadalajara, atesoran un extraordinario filón de ofertas: paisajísticas, históricas, medioambientales, arquitectónicas… de todas ellas puede el viajero gozar si con la información necesaria se acerca hasta esos lugares. Porque no es fácil llegar, más allá de Tamajón o de Cogolludo, adentrándose en los vericuetos de las montañas, arribando a sus pueblos mínimos y oscuros, y aprovechar de un golpe los recursos que ofrecen: en un lugar es una fiesta ancestral (Valverde de los Arroyos, con su Octava del Corpus; Majaelrayo con su Fiesta del Niño) y en otro puede ser el paisaje, los bosques de su entorno, como La Huerce o Valdepinillos, que tienen impresionantes masas forestales de pino negro; o Palancares y Prádena de Atienza, con sus robledales de cuento.

La mayor parte de estos lugares ofrecen un añadido interés: su arquitectura popular, la forma y color de sus edificios de vivienda, sus antiguos lavaderos y sus iglesias, las formas de construir las cercas de los prados, las moles gigantescas de sus caserones de pizarra… entre Tamajón y Majaelrayo se abre un prodigioso valle que es protegido por las alturas peladas del Ocejón y la Somosierra. El Jarama corre, y otros arroyos, por profundas gargantas en permanente erosión. Y en lugares como Campillo de Ranas, El Espinar, Campillejo, Roblelacasa o Robleluengo, con remate del viaje en Majaelrayo, la presencia de edificios solemnes y hermosos, únicos en toda Europa, utilizados todavía para vivir y guardar cosechas, hierbales y rebaños, sacan el aplauso y la admiración de quienes se enfrentan por primera vez a ellos.

Seis rutas imprescindibles

Recientemente ha aparecido un libro, la Guía de la Arquitectura Negra de Guadalajara que ofrece una sencilla y cumplida forma de enfrentarse a este entorno del norte de nuestra provincia. El saber y la profesionalidad de un arquitecto como Tomás Nieto Taberné, y una historiadora como Esther Alegre Carvajal, que son quienes lo han escrito, posibilitan a cualquiera saber qué elementos, y en qué lugares, merece la pena admirar.

A través de seis rutas se puede alcanzar lo mejor y más sabroso de este entorno, variado y múltiple. La Ruta 1 nos lleva desde Retiendas, pasando por el monasterio cisterciense de Bonaval, hasta Matallana y La Vereda, sin olvidar asomarnos a los restos mínimos de El Vado, allá donde el Arcipreste de Hita veneró a la Virgen, y a La Vihuela, entre grandiosos cerros. La «arquitectura negra» más pura se encuentra en estos lugares, de no difícil acceso hoy día.

La Ruta 2 es la que recorre el gran valle del Jaramilla: desde Tamajón hasta Majaelrayo, pasando por Campillejo, El Espinar, Campillo de Ranas y Robleluengo. Siempre con la severa presencia altísima del Ocejón, los espacios urbanos de auténtico tinte negro, grandes casas con corrales todos construidos en pizarra, dan una visión arquetípica del espacio que pretende ser declarado «Patrimonio de la Humanidad».

A Valverde de los Arroyos se dirige la Ruta 3, partiendo asimismo desde Tamajón, y pasando antes por Almiruete y Palancares, llegando a ese lugar de ensueño, meta sempiterna de montañeros y excursionistas, con agua por todas partes y espectaculares perspectivas de altos riscos: Valverde, donde además se oyen y ven los colores de la fiesta de la Octava en el inicio del verano. Por Umbralejo y La Huerce sigue la ruta, que acaba en las alturas pinariegas de Valdepinillos. Una emoción nueva, hacer este recorrido.

La Ruta 4, que parte desde Cogolludo, tras arrimarse a San Andrés del Congosto se dirige a Zarzuela de Jadraque, lugar de la más antigua alfarería de la provincia, y por Semillas y las Cabezadas alcanza Arroyo de Fraguas y las Navas de Jadraque, para llegar a Bustares, y desde allí, tras admirar su iglesia románica, intentar ascender al Pico del Santo Alto Rey, si la niebla o la nieve no lo impiden.

La Ruta 5 tiene a Atienza de punto de partida y llegada. Aparte de lo que esta villa medieval tiene de interesante, por la comarca se pueden admirar los enclaves de La Miñosa, pequeño y gracioso lugar de pura arquitectura serrana. También se puede hacer esto en Prádena de Atienza y Gascueña de Bornova, donde además hay bosques centenarios y gentes que saben viejas leyendas. Hiendelaencina es el lugar final de tanta sorpresa, con sus minas y sus recuerdos de gran ciudad en el pasado siglo.

Finalmente, la Ruta 6 es la más occidental, permite admirar los lugares de El Cardoso de la Sierra, Bocígano y sobre todo Corralejo, que es el pueblecillo que más cantidad de ejemplares de arquitectura negra posee.

Un día para cada Ruta

La obra que hemos podido leer recientemente de Nieto y Alegre, esta Guía de la Arquitectura Negra de Guadalajara que acabo de comentar, es la mejor forma de orientarse por este laberinto de caminos, sierras y pueblos de sorprendente originalidad. Fiestas y senderos, plazales y bosques: todo en el área del Ocejón nos espera para admirar sin pausa, para gustar con satisfacción y deleite. Unas rutas que merecen ser pisadas, anotadas, recordadas. Porque la «Sierra Negra» de Guadalajara está en la mejor disposición de consagrar un espacio que quedó casi vacío hace años, a la admiración simple y sin mancha de quienes esperan de la Naturaleza ese milagro (el de la pureza sin jerebeques) que cada vez se hace más difícil de conseguir.