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febrero, 1997:

Guadalajara en la Internet

 

El fenómeno de moda, conectarse a través de un ordenador personal a la red mundial de comunicaciones personales o Internet, ha hecho su aparición en Guadalajara. Y no es para menos. Usuario feliz de la misma, internauta convencido, yo mismo he podido comprobar la utilidad que este invento proporciona a cuantos tenemos que estar, en el día a día de nuestra profesión o aficiones, conectados con el mundo entero. Mensajes urgentes, adquisición de noticias e informaciones de última hora, recogida de direcciones de personas con intereses comunes, envío de textos y fotografías con calidad de imprenta por línea telefónica, y mil cosas más, pueden conseguirse a través de esta técnica. Hoy, como ayer se dijo de la prensa o de la televisión, «lo que no está en Internet, no existe». Las ideas cabalgan hoy por los bits instantáneos de la red universal. Tertulias en voz real con cualquier grupo de universitarios de México, de editores en Alemania, o simplemente de tertulianos en tres continentes al mismo tiempo, es algo que ya puede hacerse cómodamente instalado ante el monitor de un simple ordenador casero. No es un sueño: yo lo hago casi a diario.

 Guadalajara en Internet

Y como estamos en el mundo, no podía nuestra tierra por menos que estar presente en esta red. A través de un «buscador» de temas, algo imprescindible para moverse en esta proliferante telaraña de ofertas, he buscado la palabra Guadalajara. Impresionante: aparecen miles de referencias. Imposible leerse y mirar todo: naturalmente es la Guadalajara de México, la capital de Jalisco, a la que aludo. Una ciudad con más de cuatro millones de habitantes, varias universidades, un comercio floreciente y una «movida» intelectual de altura. En la Guadalajara de España apenas hay en este momento cuatro o cinco presencias. A ellas voy a referirme.

Aparte de un par de empresas, en todo caso mínimas, y de la Peña Quinielística 1X2 de la calle Antonio Machado, solo encuentro la «web» (referencia abreviada internacional a la página informativa de hipertexto conectada a la World Wide Web) de la Agrupación Fotográfica de Guadalajara, que gracias al entusiasmo, y el buen hacer de algunos de sus miembros, dirigidos por Andrés Sánchez, han puesto en la red mundial la presencia de una Asociación Cultural alcarreña que por algo está considerada (y hace ya cuarenta años de ello) como puntera en la cultura guadalajareña. Cualquiera con acceso a Internet puede consultar esta página en la dirección http://www.ctv.es/tofo y podrá admirar el buen gusto que han tenido realizándola, al tiempo que quedarán informados, día a día, de todo cuanto hace y programa esta Agrupación.

Tendilla en Internet

Algunos pueblos han surgido que se han puesto en la línea de partida de esta carrera de la comunicación. Y están consiguiendo, me consta, el fruto que apetecían. Uno de ellos es Tendilla. Está creada y mantenida esta página por J.L.G. de Paz, desde la Universidad Autónoma de Madrid, y en ella ofrece mil y un datos (todo lo que se sabe) sobre este pueblo alcarreño. Con muchas fotos (demasiado grandes, por lo que tarda mucho en cargarse esta Web, que a veces no se coge). Se agradece que en la bibliografía, el autor cite mi libro sobre Tendilla. En cualquier caso, se nota bastante que le gusta, porque ha ilustrado su Web con todas las fotografías de mi libro. Me alegro haberle sido útil. Se coge en esta dirección: http://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/depaz//mendoza/tendilla.htm

Molina de Aragón en la Web

Calentita todavía, pues se acaba de lanzar este mismo mes de febrero, la Web de Molina de Aragón es un embrión magnífico de lo que dará de sí esta página. Patrocinada por el Ayuntamiento de la localidad, y con el buen gusto y profesionalidad de Joaquín Yarza García y Alfredo Martínez Sanz, ofrece al visitante múltiples aspectos de la ciudad (su historia, sus monumentos, sus restaurantes, sus fiestas, incluso las páginas amarillas de comercios, empresas y profesionales…) y del Señorío, con especial hincapié en el Alto Tajo, del que ofrece enlaces al Boletín Informativo sobre la elaboración del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Alto Tajo. Buenas fotografías de paisajes y monumentos, y una apertura total a las sugerencias. Se encuentra en http://www.molina-aragon.com y también puede consultarse la página del Centro Veterinario de Molina, en la dirección http://www.redestb.es/personal/vetmolina, que es quien me puso en la pista de la existencia de la web principal.

Hita y otras cosas

Rumores me han llegado que Sigüenza había puesto también una página en la Internet. La verdad es que me ha sido imposible localizarla. Quizás no la han situado en un buscador adecuado, y así no hay manera (en el momento actual, se calcula que existen unos sesenta millones de web abiertas, en todo el mundo, por lo que si no se conoce la dirección, o un buscador nos localiza lo que buscamos, es imposible encontrar nada).

También me dijeron que Hita había montado su presencia en la red. La pregunta a un buscador internacional (el conocido «Yahoo!» norteamericano), empezó a soltar en pantalla direcciones graciosas en las que aparecía la palabra Hita. Un par de japoneses así apellidados, y una larga referencia a presencias de la HITA norteamericana (la Hospitality Industry Technology Association). Pero también estaba allí la alcarreña villa del Arcipreste. Se encuentra tecleando http://www.redestb.es/personal/hita. No se identifica el mantenedor («Webmaster» en la jerga internautil), pero lo ha hecho realmente bien. Un logotipo que alude a Hita como lugar con «siglos de poesía» sirve para dirigir al visitante a múltiples páginas entre las que destacan la de Historia, el Patrimonio, las Fiestas y Gastronomía, los Festivales Medievales, la Asociación Cultural «La Troje», el Monasterio de Sopetrán (de momento vacía), Radio Hita y un sin fin de ofertas que nos hacen pasar un rato entretenido visionando esta página en la que aparecen además muchas fotografías.

Por fin, y por aquello de no perder un momento la carrera de la modernidad, yo mismo he puesto mi página en la Internet. Como era de esperar, hablo en ella de los libros que me gustan, de los pueblos que visito y recomiendo visitar (Sigüenza, Pastrana), de las rutas mejores por la Alcarria, y de lo que puede hacerse por esta tierra en cualquier rato libre. Se accede a ella tecleando http://www.aache.com/personal, y por supuesto no aparecen sino informaciones veraces, palabras medidas y muchas imágenes (pequeñas, para que cargue rápido) del Doncel, la Princesa de Éboli, Camilo José Cela, el castillo de Torija, etc. Por supuesto, ningún enlace para «bajarse» el Netscape 3 o acceder a Lycos.

Un camino nuevo que se abre a todos cuantos, desde Guadalajara, nos sabemos ciudadanos del mundo. De un mundo cada vez más pequeño, más unido, más interconexionado. Guadalajara, sus pueblos, sus gentes, se han echado a andar por ese camino. Seguro que dentro de muy poco, la tierra entera que nos acoge estará diciendo su palabra, y poniendo su imagen hermosa, por todo el planeta.

Otro templo renacido: el de TORIJA

 

Todos conocen Torija. Su castillo orgulloso sobre la barrancada tímida. Su aspecto vigilante y a un tiempo cerealista en la llanura. Siempre en fiesta, en celebración, en demasía. Siempre atenta a lo que pasa, a quién pasa, a cómo se lo pasa. Torija es mirada y objetivo. Nada de lo que allí ocurre le es ajeno al resto de la provincia. Por eso en estos días es noticia su castillo, duro como el pedernal y frágil como cualquiera de las palomas que se columpian en sus almenas.

En Torija ha ocurrido recientemente otro hecho que, por afortunado y positivo, no me resisto a poner en esta página. Además de que fui, mínimamente, protagonista. Pero porque lo es el pueblo, algunos de sus habitantes, y en general la imagen torijana en su conjunto, me animo a decir de su templo: un edificio renacentista que cada día está más bonito. Ahora, en estas pasadas Navidades, se ha concluido la restauración que (con el sólo dinero puesto por su Ayuntamiento y sus gentes: parroquia y parroquianos) le ha devuelto brillo de antañonas jornadas.

La iglesia parroquial de Torija está dedicada a la Asunción de la Virgen. Se ve también, formando pareja con el castillo, en el esbelto horizonte de su urbanismo. Es obra magnífica del siglo XVI, mandada construir por el segundo vizconde de Torija, don Bernardino de Mendoza. Al exterior se constituye por recio sillar gris, y de su silueta destaca la torre cuadrada, de aspecto castillero, y la portada sencilla, de una herreriana sobriedad. En su interior, de tres naves, y más ahora después de la restauración a la que ha sido sometida, todo es luz y serenidad. Un crucero de grandes dimensiones abre el paso al presbiterio, y lo hace a través de un gran arco mayor formado por semicilíndricos pilares, gruesos y completamente cubiertos de tallados grutescos y adornos propios del plateresco, constituyendo un ejemplo notabilísimo de este estilo. En el presbiterio, a ambos lados del altar mayor, sobre sus muros laterales, se encuentran los enterramientos de los magnates que hicieron posible esta edificación en el siglo XVI: allí quedará todavía polvo de los huesos de don Lorenzo Suárez de Figueroa, primer vizconde de Torija, y de su mujer doña Isabel de Borbón; de don Bernardino Suárez de Mendoza, su hijo, segundo vizconde, y de su mujer doña María Manrique de Sotomayor; y el del hijo de éstos, don Alonso Suárez de Mendoza, tercer vizconde, y de su mujer doña Juana Jiménez de Cisneros. Este último matrimonio fue el que, habiendo renunciado al patronato que tenía su familia sobre la capilla mayor del monasterio de Lupiana, decidieron traer a su iglesia de Torija los restos de sus padres y abuelos, que en principio estuvieron enterrados en el monasterio jerónimo. Los enterramientos de Torija donde se contienen los nebulosos restos de estos nobles mendocinos, son sencillos mausoleos de mármol, sobre los que campea el escudo familiar sostenido por ángeles, tallados en alabastro, con frases bajo ellos que, ahora restauradas, han dejado de estar borrosas y lucen con diafanidad la cartela que dice quienes fueron sus ocupantes primeros.

En el suelo del presbiterio, y bajo una simple losa en la que se ve, dentro de un círculo, tallada una calavera y dos tibias cruzadas, y rodeándola la frase «Nec Potes. Nec Timas», el letrero que sobre ella aparece «Obiit D. Bernardinus a Mendoza anno M 604: 3ª die Augusti» recuerda que allí descansa el conocido militar y escritor don Bernardino de Mendoza, hijo del tercer vizconde don Alonso Suárez de Mendoza. Sobre este caballero, político y escritor, di una charla el 4 de enero con motivo de la inauguración de las obras de restauración de este templo. Breve pero sin olvidar ninguno de los puntos por lo que pasó a la historia. Y que fueron más o menos estos: de gran intelectual calificado siempre, descolló en la corte de Felipe II como capitán de tercios en Flandes, embajador en Roma, Londres y París, fue presidente de la «Real Academia de Guerra» y descolló como teórico del arte de Marte: a su pluma se deben los conocidos, y aun traducidos a diversos idiomas “Comentarios de lo sucedido en las Guerras de los Países Bajos” y “Theoría y Practica de Guerra”. Murió en 1604, en Madrid, pero dispuso ser humildemente enterrado en la iglesia de Torija, a la que donó grandes bienes, y en ella dejó fundado un cabildo en honor de Santa Gúdula de Bruselas, que debía ser atendido por doce clérigos.

La restauración que se acaba de hacer de este templo torijano es un alarde de buen gusto. Limpios los muros, recuperada una capilla a los pies para uso en invierno, cerrada noblemente de una cancela de madera, pintadas las bóvedas en sobrios tonos de gris, y recuperados los desperfectos de pilares, arco mayor y bóvedas, quizás lo que más sorprende al visitante que hoy se ponga en su espacio central, en el crucero o corazón mismo del edificio, sean esos grandes escudos de armas policromados que recuerdan la grandeza del linaje de sus constructores. Allí están cobijados de grandes águilas bienhechoras, los blasonados escudos de Mendoza, de Figueroa, de Cisneros, de Borbón, de Velasco, de Enríquez y tantos otros que fluyeron en el torrente de la sangre vizcondal de los señores de Torija. De estos escudos debe decirse que han sido meticulosamente restaurados, con un primor y una fidelidad a los originales que levanta nuestro aplauso, por Jesús Campoamor Lecea, artista de todos conocido que vive en Torija, y que este invierno, en lo más crudo de sus días, dedicó muchas jornadas a recuperar los primigenios colores y formas de estos emblemas renacentistas. Hoy puede así, con toda justicia, ser calificado de espléndido este punto concreto del patrimonio artístico alcarreño. En el centro de la iglesia de Torija está, como palpitante y cantarina, la historia de una rama de los Mendoza, la de los Suárez de Figueroa, condes de Coruña y Vizcondes de Torija, ofreciendo un campo de prodigio para mirar y sentir.

En la iglesia parroquial de Torija, que ahora puede ser utilizada como alternativa al castillo para mirar y remirar el pasado pétreo de esta villa, sorprenden además otros pequeños detalles, como columnas renacentistas (en el muro del sur hay una puesta al revés, centrando un vano hoy cerrado que debió servir de primitiva puerta para acceder hacia las casas de los canónigos, muy cercanas al templo) fragmentos de viejos altares pintados, el coro a los pies, con su reja y sus escudos amasados en yeso, más las elegantes bóvedas manieristas, que hoy lucen más que nunca. Es un ejemplo, este trabajo de restauración torijano, de cómo pueden y deben hacerse las cosas en materia de patrimonio. Dirigidos por don Jesús, el párroco, y con la colaboración unánime de las gentes de Torija, con su alcalde al frente, se ha conseguido este prodigio de elegancia y afirmación. No podemos olvidar la importantísima colaboración, siempre desplegada con verdadera generosidad, de Mª Dolores Sandoval, viuda del escritor José Mª Alonso Gamo, quien tantas muestras ha dado, y en esta ocasión lo ha repetido, de amor hacia Torija.

¿Decir algo más de la historia de este pueblo? ¿De su castillo que vio luchas de navarros y castellanos, victorias de marqueses poetas y desesperanzas de guerrilleros liberales? ¿De su Museo a la obra de Cela, un paso detrás de otro, por la Alcarria caminante y viajero? No es necesario. Lo que está pidiendo, -cualquier motivo será razonable- es ir a ver esta iglesia, tan grande y limpia, tan brillante y coloreada, tan rezumando sabor a alcarrias, a amores, a luces de hidalguía y a solidaridad. Un monumento más que poder ver en nuestro entorno.

Corduente y el castillo de Santiuste: más puertas abiertas en el Señorío

 

No he podido asistir a la sesión de este año de FITUR (la Feria Internacional del Turismo) y bien que lo he sentido. Esta edición ha ido a más. España se coloca como segundo país receptor de turistas en todo el mundo. Detrás solamente de los Estados Unidos, el imperio que todo y a todos puede. Y lo hace con una oferta cada día mejor, más amplia, más preparada.

Guadalajara ha tenido su presencia en esta feria. Una presencia también cada año más amplia, mejor coordinada, más meditada y orientada a la realidad de la demanda: Sigüenza sobre todo, el Señorío de Molina, la provincia entera con sus enclaves que pujan por salir del anonimato: desde los hermosos carpetones y fotografías de la Ciudad Mitrada a las guías del Alto Tajo, pasando por esos clarinetazos que han hecho sonar Cifuentes, Albalate de Zorita, Mondéjar y Horche. Se han oído, que era lo importante.

Y entre ese mar revuelto de los folletos, las hojas volanderas, los colores que chillan un instante y las mil peripecias del marketing turístico, me ha sorprendido una hoja que en el espacio de Guadalajara se entregaba: de un lado, por lo mal presentada que estaba, y de otro por lo interesante de su oferta.

Me estoy refiriendo al Castillo de Santiuste, en el término de Corduente. Un ejemplo a seguir. Me explico.

La oferta

Al propietario del castillo de Santiuste, Antonio Ruiz Alonso, que reside habitualmente en Madrid, le dio hace años por gastarse muchísimo dinero en restaurar y acondicionar su fortaleza molinesa, a pesar de lo cual no ha podido evitar que una de las torres occidentales esté tan en malas condiciones que cualquier día de estos se venga al suelo. Y ha tenido la buenísima idea de ofrecer sus instalaciones para que cualquier día de la semana pueda ser visitado por excursiones que, organizadas desde Madrid, Guadalajara o Zaragoza, lleven en un autocar a personas, grupos, asociaciones, clubes y en general personas que quieran ser sorprendidas por la espectacularidad de un paisaje (el del barranco de la Hoz, allí fundido) y el embrujo de una historia palpitante (los elocuentes muros, las almenas, los arcos y escudos tallados del castillo de Santiuste).

En este lugar se ofrece la recepción por el propietario en persona, la explicación de la historia y el arte del castillo, y los detalles de la reconstrucción que continúa. Y además un vino de bienvenida. Luego, tras un rato inolvidable, los viajeros seguirán a Molina, al barranco de la Hoz, al Alto Tajo…

Es esta una forma real de promocionar el turismo. A base de esfuerzo personal, privado, de imaginación. La prueba de que no cuenta con ayuda oficial es la misma hoja fotocopiada y con borrosa fotografía en la que propaga su idea y su ofrecimiento. Si el tema tuviera algún marchamo de institucionalización, ya le habrían puesto colores, brillos y hasta músicas.

Por eso de toda la Fitur me fijo en esta volandera hojita que ha puesto Antonio Ruiz Alonso. Porque es la forma más básica, pero de las más efectivas, para promocionar el turismo en nuestra tierra. Millones gasta la Consejería de Industria y Turismo en repetir las rutas y las imágenes de siempre: los molinos, el Quijote, Almagro y Sigüenza, la catedral de Toledo y las lagunas de Ruidera. El esfuerzo callado de gentes como Ruiz Alonso (y como los de ATRAMA en Molina, y los de esos pueblos que antes mencioné que han puesto su imagen y su palabra en la inmensa rueda mundial del Turismo) son los que hay que aplaudir y apoyar.

Y, por supuesto, premiar con el viaje y la presencia de los buenos aficionados a «rutear» y mirar por esos campos y esas geografías desconocidas de la tierra castellana.

El castillo de Santiuste

Para viajar hasta el castillo de Santiuste hay que llegarse prácticamente hasta Molina. Centrando la fértil vega del río Gallo, antes de que dicho curso de agua penetre en las profundidades de la Hoz, se nos presenta el enclave de Corduente como una imagen ideal de población en llano, rodeada de feraces huertas, densas arboledas, algunos campos de cereal, y un sinfín de montañas y alturas cubiertas de pinares. Es, sin duda, un lugar ideal para el descanso, para la vacación veraniega, y de ese modo ha sido elegido por muchas personas, que animan extraordinariamente este pueblecito durante la estación del estío. Su término es abundantísimo en maravillas naturales, pues a los bosques de pino se añaden los picachos agrestes, y diversos arroyos que van a dar en el Gallo. En su término municipal se incluye parte de la orilla derecha del futuro «Parque Natural del Alto Tajo», siendo también de gran encanto y muy recomendable para pasar un día de excursión el lugar de «La Dehesa», en medio de un denso pinar, adecuado por el ICONA con mesas rústicas, barbacoas, etc., para el disfrute pleno y ordenado, de la naturaleza. Similar, y por encima de toda ponderación, es el entorno del «barranco de la Hoz», que corre río abajo, hasta Torete, ofreciendo mil y un rincones donde pasar la jornada campestre.

Este lugar se pobló en el siglo XII, al compás de la repoblación del Señorío por sus señores los Lara. Fue siempre concejo comunal. En el siglo XVII, año de 1640, creó el Estado una fábrica de armas en sus alrededores, fundiendo en ella balas y bombas, con el fin de abastecer a los ejércitos que se dirigían a la campaña de Cataluña por esos años. El año 1642, el rey Felipe IV visitó esa fábrica y el término de Corduente, saboreando y ponderando mucho las truchas del río Gallo, hasta el punto de que mientras duró la guerra contra Cataluña, y lejos el rey ya de Molina, siempre pedía que el pescado de río fueran truchas del Gallo.

De Corduente podemos destacar la iglesia parroquial, que preside la plaza mayor, llegándose a ella por unas escalinatas de sillería. Muestra su portada orientada al sur, consistente en un arco de medio punto, sin datos especiales de tipo artístico, y una espadaña sobre el muro de poniente, de remate horizontal.

Y es justo en los inmediatos alrededores de Corduente donde se encuentra el enclave de Santiuste, el motivo último de nuestro recomendado viaje, donde se muestra imponente el castillo, hoy salvado de la ruina por una cuidada restauración de su propietario. Perteneció desde la repoblación como lugar al Común de Molina, pero en 1410 lo adquirió por compra, en señorío, D. Juan Ruiz de Molina o de los Quemadales, el «caballero viejo», quien en 1434 consiguió un privilegio del Rey Juan II por el que obtenía la facultad de edificar «una Casafuerte con quatro torres enderredor, así de piedra como de tapia tan alta como quisiéramos, con almenas a petril, e saeteras e barreras» para de ese modo colaborar en la defensa contra Aragón. Efectivamente, Ruiz de Molina levantó su castillo, de planta cuadrada, con un recinto exterior circuido de desaparecidos muros y torreones esquineros, y un recinto interno o casa‑fuerte propiamente dicha, que es lo que hoy subsiste, con cuatro torres en las esquinas, y una puerta orientada a levante formada por un arco de medio punto de gran dovelaje, y sobre ella el escudo de los Ruiz de Molina. Este castillo pasó luego al mayorazgo familiar, del que más tarde se constituyó en marquesado de Embid.

También en términos de Corduente, y para los viajeros muy andarines y trepadores, deben mencionarse los restos escuetos, y ya ruinosos, del caserío de Cañizares, en la orilla derecha del río Gallo. La tradición dice que tal enclave fue de los Caballeros Templarios (cosa harto improbable) y luego pasó a propiedad del Cabildo eclesiástico de Molina. Hoy quedan sólo las ruinas de su humilde iglesia. Otro caserío del término es Castellote con ya escasos restos de antigua habitación, rémora de lo nutrido y poblado que estuvo el valle del Gallo en este tramo durante los siglos del Medievo… Un emocionante ramillete de posibilidades que se abren a los ojos de todos cuantos quieran hacer un turismo real, y diferente.

Un sabio modereno: José Miguel Muñoz Jiménez

 

Cuando no hace muchas fechas, el presidente Tomey de la Diputación de Guadalajara proponía (era la clausura del Quinto Encuentro de Historiadores del Valle del Henares) la creación de una Academia de Historia del Valle del Henares, había ya un firme candidato a pertenecer a la misma. Uno de esos hombres que han estudiado a fondo los valores de este territorio, tanto en su evolución histórica como en su proceloso devenir actual. El profesor José Miguel Muñoz Jiménez lleva ya diez años investigando y escribiendo sobre temas muy variados del patrimonio artístico de Guadalajara, y muy especialmente del localizado en la cuenca del río Henares (que es, por otra parte, el espacio en el que más acontecimientos históricos han ocurrido en nuestra geografía provincial). De sus artículos, conferencias y libros hemos aprendido muchas cosas nuevas. De sus estancias largas en archivos hemos visto resultados y novedades. De sus andanzas por la provincia han surgido siempre nombres nuevos, renovadas atribuciones, valoraciones sorprendentes. Y siempre ha ofrecido sus estudios con la seriedad y el mínimo rito que estas cosas conllevan. Me refiero a que no ha caído en esa fácil y tentadora manera de presentar hallazgos: ruedas de prensa, montajes publicitarios o autopromociones tan al uso. La validez y consistencia del trabajo de Muñoz Jiménez no necesita de esos malabarismos. Su intención es clara: investigar y valorar lo que nos rodea. Dar una visión progresivamente más cierta del ámbito patrimonial en el que asentamos.

La obra de Muñoz Jiménez

No voy a perder mi tiempo, y mis líneas (siempre tan acotadas) en frases de adulación. No las necesita nuestro personaje de hoy. Simplemente voy a ir refiriendo, quizás con la aridez de los títulos y las cifras, pero seguro que con la utilidad de abrir puertas y horizontes a muchos lectores, la obra más destacada de nuestro autor. Es mucho más lo que ha hecho, y en especial en temas como el arte en Cantabria, o la arquitectura y el urbanismo en el mundo clásico, temas de los que también es especialista. Pero nos centraremos en su obra sobre Guadalajara, porque abre muchas horas de lectura e información.

Nacido en Santander en 1956), José Miguel Muñoz Jiménez es Doctor en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, desde 1984, y Profesor en el Instituto «Beatriz Galindo», también de Madrid desde 1978.

Son fundamentalmente dos libros los que ofrecen condensado su saber sobre templos, palacios y ciudades. El primero de ellos, el que supuso remate a una larga época de investigaciones con vistas a elaborar su Tesis Doctoral, fue el que publicó la Institución Provincial de Cultura «Marqués de Santillana» en 1987 y que se titula La Arquitectura Manierista en Guadalajara. Mucho más reciente, de 1995, es otro libro, más breve, pero no menos documentado y enjundioso: La iglesia de San Andrés de Albalate de Zorita (Sociología artística de una parroquia). Pero en algunas de sus obras más generales, sobre otro de los temas favoritos estudiados, aparece Guadalajara pintada en sus artistas y en sus ejemplares arquitectónicas más relevantes. Así, en su estudio de 1990 sobre Fray Alberto de la Madre de Dios, arquitecto, surgen noticias abundantes de este artista montañés que, sin embargo, desarrolló lo mejor de su obra en el ambiente carmelitano castellano y más especialmente guadalajareño, llegando a vivir muchos años, y a morir y allí ser enterrado, en el Convento Carmelita de San Pedro en Pastrana. De tema similar es la obra, también de 1990, La arquitectura carmelitana, editada por la Institución «Duque de Alba» de Ávila, y en la que aparecen datos nuevos, dibujos y grabados de todos los edificios, conventos e iglesias relacionados con el Carmelo en la Alcarria. Que son tantos: desde el Carmen y las carmelitas de Abajo, en nuestra ciudad, a las ruinas actuales de Budia o el perdido paraíso del Desierto de Bolarque, en la serranía de Anguix

Obras en Revistas y Encuentros

Lo principal de la obra de Muñoz Jiménez sobre Guadalajara, queda sin embargo reflejada en esas publicaciones científicas y ya tan prestigiadas que son la Revista «Wad-al-Hayara» de la Diputación Provincial, los «Anales Seguntinos» y los sucesivos Libros de Actas de los «Encuentros de Historiadores del Valle del Henares» de los que Muñoz Jiménez es asiduo participante.

En la primera de estas revistas ha publicado temas tan interesantes como estos: «La Catedral y el Urbanismo Renacentista», en el número de 1982. «El patio de las comedias del Hospital de la Misericordia de Guadalajara (1615‑1639)», en la edición de 1984. «De la ciudad medieval a la ciudad del Siglo de Oro: análisis de la transformación urbanística y arquitectónica de Guadalajara (1550‑1650)», en el año 1986, pudiendo considerarse este artículo, que ocupaba más de 20 páginas de información densa y exhaustiva, un modelo de análisis urbanístico histórico de nuestra ciudad. «Repertorio documental de la Arquitectura del Manierismo en la Ciudad de Guadalajara (1540‑1635)», en 1987, con copia de documentos relativos a su obra principal, y «Los escultores y pintores más destacados de la ciudad de Guadalajara entre 1550 y 1630 (nuevos datos para su estudio)» también en ese mismo año. En 1989 publicó nuevos documentos sobre arte en Pastrana y en 1990 el artículo «La colección de pinturas de Don Luís de Ollauri en Guadalajara (1654)», añadiendo en el siguiente nuevos documentos sobre edificios artísticos de toda la provincia. En 1992 nos ofrece su estudio sobre Juan de Buega, maestro de obras de la Catedral y del Obispado de Sigüenza (1578‑1598), y en el siguiente número de 1994, Muñoz publica su obra «La arquitectura del Plateresco en la provincia de Guadalajara», que en casi 40 páginas nos ofrece sintetizada la realidad de este importante estilo artístico en nuestra tierra. Lo último de nuestro autor en la Revista Wad-al-Hayara es su estudio «El Cardenal Mendoza como promotor de las Artes». Sin duda la Revista Wad-al-Hayara, que en sus largos 23 años de andadura ha proporcionado los más firmes pilares de la investigación histórica en nuestra tierra, le debe un homenaje a Muñoz Jiménez por su constancia y trabajo desinteresado para ella.

En los Encuentros de Historiadores también ha publicado José Miguel Muñoz muchas apreciaciones del arte de esta comarca. Recordamos aquí los siguientes: «La Arquitectura del Renacimiento en el Valle del Henares: relevancia de la Villa de Cogolludo», que presentó en el Encuentro de 1990. «Iconografía y Topografía: Análisis de la «Vista de Guadalajara» de Antonio de las Viñas y de otras dos vistas barrocas sobre lo mismo» en el de 1992. «Eremitismo y ermitas rupestres en la Cuenca del Henares durante el Siglo de Oro», en el de 1994; y finalmente «El arte de la cantería en la Cuenca del Henares y la traza del Ayuntamiento de Tamajón» en el del pasado año 1996, junto al estudio sobre el Palacio de Dávalos en Guadalajara, realizado en colaboración con Pedro José Pradillo y Esteban.

Otra página más podría llenar con los títulos de Muñoz sobre el arte de Guadalajara. Basten dos referencias más, imprescindibles para conocer su trayectoria: «Sobre el jardín del Manierismo en España: jardines del Palacio de Mondéjar (Guadalajara)», publicado en el Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid, en 1987 y «El arquitecto José Martín de Aldehuela y la iglesia parroquial de Terzaga (Guadalajara)», aparecido en el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1992, un completo estudio de una de las más hermosas y desconocidas iglesias del señorío de Molina.

En definitiva, una trayectoria humana e investigadora, la de José Miguel Muñoz Jiménez, que debe ser conocida y resaltada en este lugar donde todo lo alcarreño, por noble y valioso, tiene cabida.