Las Tablas de San Ginés ¿De nuevo en su sitio?

viernes, 30 octubre 1992 0 Por Herrera Casado

 

Uno de los conjuntos de piezas artísticas más interesantes del patrimonio de nuestra ciudad, es el grupo de las llamadas tablas de San Ginés, que consisten en cinco grandes pinturas de finales del siglo XV, debidas muy probablemente al gran pintor alcarreño Antonio del Rincón. Porque son, ‑ o van a serlo pronto ‑, actualidad entre nosotros, quiero traerlas hoy a la memoria de todos, para que se refresque su presencia en esta galería de lo más puramente arriacense.

De Antonio del Rincón, a quien se identifica con el también pintor de la Corte de los Reyes Católicos Hernado Rincón de Figueroa, se sabe todavía muy poco. Fué pintor de los Mendoza en la Guadalajara de fines del siglo XV, y del gran Cardenal don Pedro González de Mendoza recibió poco antes de 1495 el encargo de pintar un gran retablo que sirviera para adorno del altar mayor de la iglesia del convento de San Francisco en Guadalajara. Ahora hace 500 años de aquello, y de su magna obra, tras guerras y destrucciones, quedó muy poco. Tan sólo seis tablas, que, partidas, cortadas y machacadas, fueron llevadas en el siglo XIX a la iglesia de San Ginés, donde se colocaron como mesa de altar y baranda del coro.

Hacia el año 1934, don Francisco Layna Serrano y el párroco de San Ginés las descubrieron, limpiándolas y poniéndolas colgadas de las paredes del templo. De milagro se salvaron de la quema que hicieron en esta iglesia unos cuantos vándalos en julio de 1936, y enseguida se llevaron a Madrid, a ser custodiadas con el resto de bienes del patrimonio artístico eclesiástico durante la Guerra Civil. Tras ella, en 1942, volvieron a Guadalajara, y enseguida se restauraron, siendo depositadas provisionalmente en el Ayuntamiento de la ciudad, donde lucieron un tiempo por los muros de la escalera principal, y luego en la Sala de comisiones. El recordado alcalde don Pedro Sanz Vázquez, decidió que fueran devueltas a su lugar de origen, pero tal hecho se ha ido posponiendo, a pesar de que el Obispo de Sigüenza don Laureano Castán Lacoma las reclamó oficialmente exhibiendo diversos documentos donde consta fehacientemente su pertenencia a la iglesia de San Ginés.

El conjunto de las cinco tablas se puede encuadrar en el estilo de los primitivos castellanos de fines del siglo XV o comienzos del XVI. Representan estos cuadros algunas escenas de la vida de Cristo (La Natividad, -partida y perdida su parte inferior‑, la Presentación del Templo, y la Resurrección), además de un magnífico dibujo al óleo del Arcángel San Miguel, y un retrato del Gran Cardenal Mendoza orante acompañado de cuatro eclesiásticos familiares. Un sexto cuadro, que representaba el Nacimiento de San Juan Bautista, desapareció en la Guerra. En todos estos cuadros aparecen figuras tratadas con una gran perfección y realismo, encuadradas en paisajes muy minuciosos, y con ropajes propios de la época. Después de un año largo fuera de su habitual alojo, han vuelto al Ayuntamiento, perfectamente restaurados, los cuadros que representan la Presentación de Jesús en el Templo y el retrato del Cardenal Mendoza, que junto a estas líneas contemplamos. En este momento se encuentra en proceso de restauración la tabla representando la, Resurrección. Las otras dos esperan su final arreglo.

Tengo noticia de que el Ayuntamiento de Guadalajara está estudiando la posibilidad de que, una vez restauradas estas «tablas de San Ginés», sean devueltas a sus legítimos propietarios, que no son otros que la iglesia y los feligreses de San Ginés, en nuestra ciudad. Sería sin duda una feliz idea, pues se cumpliría con esta decisión (que supongo será aceptada por la Corporación en pleno) un reintegro de ley a su lugar de origen conocido, y por otra las pondría en posibilidad de ser admiradas directamente por toda la ciudadanía, ya que ahora, recluidas en salas muy privadas del Ayuntamiento, a duras penas podían ser admiradas. Esperemos que esta idea, que anda de momento en proyecto, pueda ser muy pronto una realidad. Todos los amantes del arte de del patrimonio cultural arriacense lo recibiríamos con aplauso y satisfacción.