Regino Pradillo, un artista universal nacido en Guadalajara

viernes, 6 diciembre 1991 0 Por Herrera Casado

 

Entre la innumerable galería de personajes alcarreños que por unos u otros motivos se han asomado a estas páginas, aún con el dolor que su reciente pérdida nos produce, aparece hoy la figura y la obra de Regino Pradillo, que debe ser considerado como uno de los mejores pintores con que ha contado Guadalajara en este siglo. Además de sus características personales, todo cordialidad, humanidad y dedicación al trabajo, su estilo netamente definido, dentro de una corriente figurativa, le han aupado a los primeros puestos de cotización y aprecio de la pintura española de nuestra época.

Nació Regino Pradillo Lozano en Guadalajara, en 1925, y desde pequeño demostró su afición al dibujo y la pintura. A base de muchos sacrificios por parte de su familia y de él mismo, que dedicó algunas temporadas de sus vacaciones a trabajar como pintor industrial en obras y reformas, consiguió estudiar en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, donde se graduó con toda brillantes, consiguiendo a continuación y por oposición el grado de Catedrático de Dibujo de Enseñanzas Medias.

En esa calidad estuvo algunos años enseñando a las jóvenes generaciones de alcarreños, entre las que con todo orgullo puedo contarme, a dibujar y a tomar afición por las formas y los colores. Después fue a Paris, también como Catedrático de Dibujo y ya como Director del Liceo Español, permaneciendo allí hasta su jubilación, forzada por problemas de salud, en 1989.

Desarrolló una actividad continuada y metódica en su calidad de artista creativo, de pintor, dibujante y grabador. Pradillo ha dominado todas las técnicas del arte figurativo, y muy especialmente el óleo, en el que ha destacado por su maestría en el retrato, habiendo llegado a pintar varios centenares de retratos de muy destacadas personalidades de la vida española y francesa. Concretamente a su pincel se deben algunos de los retratos de las galerías oficiales de Arzobispos de Toledo, de Gobernadores civiles de Guadalajara y de Presidentes de la Diputación de nuestra tierra.

También ha destacado en la pintura de escenas y figuras religiosas, adornando con sus grandes paneles la capilla de la Residencia Infantil de Solanillos, y dejando maravillosas composiciones en los salones del Ayuntamiento de nuestra ciudad, como esa portentosa «La Primera Misa de San Juan», llena de colorido y equilibrio en sus figuras, o el clásico lienzo de «la mora» que desde hace tantos años ‑pues fue una de sus obras de juventud‑ adorna una céntrica pastelería de Guadalajara.

Todavía son destacables al máximo sus paisajes, especialmente aquellos en los que trata la tierra de Castilla, el paisaje austero y difícil de su tierra natal, nuestra Guadalajara. Las ondulaciones, los rastrojos, el distanciamiento neblinoso de los montes y carrascales tupidos, se reflejan magistralmente en las pinceladas llenas de vigor e inteligencia, también de sensibilidad y cariño, de Regino Pradillo. Son, quizás, la mejor expresión de su arte. Además dibujó y pintó al óleo muchos lugares europeos, especialmente de París, de Estrasburgo, de Moscú, etc.

En otras facetas del arte descolló Regino Pradillo. Son quizás las más conocidas las del dibujo y el grabado. En el primero de ellos realizó multitud de bocetos, apuntes rápidos, composiciones muy sueltas con figuras femeninas, imágenes de la Virgen María, grupos de niños, etc. En el segundo, a pesar de la dificultad que entraña técnicamente, logró Pradillo maravillosas piezas, también con retratos de personajes alcarreños, tipos populares y paisajes entrañables de la ciudad que le vio nacer.

De tanta actividad y creatividad singular, nuestro artista cosechó innumerables galardones y la admiración de toda Europa, que paseó con sus exposiciones con un éxito enorme. Alcanzó el nombramiento de Académico correspondiente en París de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Encomienda con Placa de la Orden de Alfonso X el Sabio, la Encomienda al Mérito Civil del Ministerio de Asuntos Exteriores, Académico correspondiente de la Academia del «Second Empire» de París, llevando por otra parte multitud de premios, como la gran Medalla de Oro del Salón de los Artistas Franceses celebrada en el Grand Palais de Paris, trofeo que muy pocos españoles han alcanzado. Los laureles se concretaron en premios tan prestigiosos como las «Palmes Academiques» del gobierno francés, o la Medalla Pedro Pablo Rubens de Amberes, etc. Serían incontables de referir sus premios y pormenorizar sus éxitos a lo largo y ancho de toda Europa. Sus exposiciones en París, en la sede de la UNESCO, en Bruselas, en Estrasburgo, en Londres, eran esperadas con atención, y por ellas desfilaba la mejor sociedad de esas capitales comunitarias.

Cuando Regino Pradillo, en la cumbre de su gloria, se sintió enfermo, continuó alentando su afabilidad con todos, pero volvió los ojos hacia su España querida, hacia su Guadalajara natal más concretamente, donde todos le conocíamos más en calidad de «amigo que progresa y que anda por ahí, en el extranjero» que de pintor internacionalmente consagrado. En las sabiendas de que acababa su vida, eligió esta ciudad para morir en ella. Ocurrió su paso al infinito el viernes 18 de de noviembre de 1991. Su memoria, y su gran obra pictórica, quedaron para siempre grabada en los mejores anales de Guadalajara. Y entre sus gentes más memorables, su figura.

Lástima que no haya alcanzado en vida el reconocimiento que su ciudad natal le debía y que se estaba preparando. Aunque en principio se anunció por parte de la Delegación de la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades una gran Exposición Antológica de Pradillo, a celebrar en Guadalajara en el mes de Mayo de 1991, junto con la edición de un catálogo amplio con información de su personalidad y de su obra, este homenaje no llegó a realizarse, ignoramos por qué causas. El pintor estaba muy ilusionado con ello, pues pensaba que en la ciudad a la que él tanto quería, granaría de algún modo ese cariño y le retribuirían sus paisanos con un aplauso al menos. Se los ha llevado, junto con lágrimas y algún agobio de corazón, pero ha sido el día de su entierro y funeral, al que han asistido numerosas personalidades de la cultura y la política, además de sus amigos de siempre. El Ayuntamiento, al menos, ya ha anunciado la intención de dedicarle una calle. Debería ser muy céntrica, porque Regino Pradillo está, ha estado hasta hoy, y estará por siempre, muy cerca del corazón de cuantos le conocimos y de quienes vean en su pintura la magistral proeza de maravillar con sus pinceles, sus lápices, sus buriles entrañables.