Julio Caro Baroja y sus dibujos de Guadalajara

viernes, 8 noviembre 1991 1 Por Herrera Casado

 

Una de las grandes personalidades del mundo de la cultura en España es, sin duda, el académico don Julio Caro Baroja. Se trata de una de esas raras personas que han conseguido, a pesar de mantenerse en una estricta independencia política, brillar con  luz propia en el panorama actual de nuestro país, y ser reconocido por todos como uno de los valores más firmes de nuestra cultura.

A propósito de unos dibujos que sobre la localidad de Robledillo de Mohernando realizó Caro Baroja en los años cincuenta, quiero recordar hoy, siquiera sea brevemente, su figura y su obra. Estuvo aquí en Guadalajara, y no hace mucho (el 15 de febrero de 1991) hablándonos de la «Historia falsa de España», en una charla que suscitó entusiasmos y fue premiada hasta con el beso de una admiradora. No es para menos. Porque don Julio Caro ha demostrado ser, tanto un erudito de despacho, como un hombre de su tiempo capaz de discernir lo libresco de lo real, alcanzando conclusiones que desvelan buena parte del ser de España y de sus pobladores.

Nació este vasco universal en Madrid, en 1914. Se inició en los trabajos arqueológicos y de historia antigua, comenzando a trabajar y publicar en los temas de «Los pueblos del norte de España» (1943), «Los pueblos de España» (1946) y «Los vascos» (1949). Tras ellos, Caro se decantó por una perspectiva etnológica y por la antropología cultural. En aquellos años publicó «Análisis de la cultura», resultado de un curso que dio en el Archivo Histórico de Barcelona. Sus conclusiones se mantienen absolutamente vigentes hoy.

En 1944 fué nombrado director del Museo del Pueblo Español, trabajando intensamente, hasta 1954 en que fué retirado del cargo, recogiendo piezas por España, y haciendo análisis profundos de la etnografía hispana. En esa época, 1950 concretamente, viajó por toda España, y muy singularmente por Andalucía, en compañía del antropólogo norteamericano George M. Foster. Se hicieron 16.000 Km. por los caminos de España, recogiendo entonces fotografías y sobre todo apuntes de campo y dibujos que han sido luego la base de su contundente muestra artística.

Porque Caro Baroja no es sólo un erudito o un antropólogo genial, es también un magnífico dibujante que ha sabido plasmar lo esencial de las cosas vistas en cuatro trazos de plumilla. Si de aquél viaje con Foster surgieron libros tan interesantes como los «Estudios sobre la vida tradicional española» (1968), y otras cosas aún posteriores como «Teatro popular y magia», «El Carnaval» y «La estación del amor», es cierto que allí comenzó su pasión por el dibujo y de entonces se conservan los más genuinos esbozos de personajes, de fiestas, de elementos tradicionales y de arquitectura popular debidos a su mano.

Vinieron después los profundos estudios sobre la historia española, especialmente relativos a aspectos o minorías marginadas: los judíos, la brujería, la Inquisición, la literatura de cordel, los moriscos granadinos, etc. Quizás uno de sus más profundas y monumentales obras, poco conocida aún, sea «Las formas complejas de la vida religiosa (Religión, sociedad y carácter en la España de los siglos XVI y XVII)», editada por Akal en 1978, todo un monumento de erudición y análisis. Trabaja ahora don Julio en esa «Historia falsa de España» que en Guadalajara nos presentó.

Vinieron luego los nombramientos y el reconocimiento universal: académico de la Historia y de la Lengua, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (1983), Premio Nacional de las Letras Españolas (1985), etc.

De la muestra espléndida de dibujos de Caro, se han hecho ya muchas exposiciones en España. Una de ellas, en 1986, en una galería comercial de San Sebastián, tuvo tal éxito, que según confesó el propio autor, ganó con ella más dinero que en toda su vida escribiendo libros. La Generalitat valenciana hizo otra en 1989, resultando de ella una publicación muy interesante, en la que el autor nos da una «Explicación defensiva» de su pasión por el dibujo, que es el exponente máximo de su real pasión por el análisis de las cosas.

En ese libro figuran los dos dibujos que hoy presento a mis lectores. Se trata de sendos edificios populares de la localidad campiñera de Robledillo de Mohernando: una casa de la plaza, y la ermita de la Soledad, a la salida del pueblo. Los hizo Caro en enero de 1965, cuando junto a su hermano Pío viajó por algunos pueblos de nuestra provincia, para escribir el trabajo sobre «A caza de botargas» y producir para NO&DO el documental que luego se reprodujo mil veces, genial de factura y contenido, sobre estas tradicionales fiestas de nuestros pueblos. Fué a Montarrón, a Robledillo, a Beleña y a Retiendas. El artículo resultante de ese viaje, aunque sin dibujos, se publicó en la edición de «Estudios sobre la vida tradicional española» que en 1968 hizo Ediciones Península. Luego viajó Caro a otros lugares de Guadalajara, entre ellos a El Casar, donde analizó la fiesta de las Candelas, aunque nunca llegó a publicarla en profundidad.

Estos dibujos de Julio Caro Baroja sobre sendos edificios populares de Robledillo, dan una idea bastante justa de cual es su forma de tratar las cosas. Son apuntes rápidos, esquemáticos, pero muy fidedignos. Sin mediciones exhaustivas, sin proporciones exactas, tienen lo esencial de lo retratado, sus elementos que le identifican, y hasta algunos detalles de minuciosidad que prueban lo entrañable que resulta para este autor dibujar las edificaciones más simples de nuestra tierra. En ellas encontró, encuentra todavía, la esencia del pueblo y de sus formas de vida. Y con esos dibujos estudia y se expresa, y a todos nosotros nos maravilla.