Los Bolaños de Establés

viernes, 8 enero 1988 2 Por Herrera Casado

Don Fausto Bolaños García, natural de Establés

El Señorío de Molina, siempre dadivoso con la historia a la hora de entregarla personajes de nota, grandes guerreros, pensadores y artistas, no fue tampoco remisa a la entrega cuando de santos y de escritores se tratara. En nuestro repaso ocasional a las ilustres personalidades que la tierra de Guadalajara dio al mundo, vienen hoy tres figuras en comunión simbólica, tanto por ser molineses los tres, como por llevar el mismo apellido, que éllos supieron engrandecer, desde su humildad, pero con su vida plena de entrega a los demás.

Trátase el primero de éllos de don Benigo BOLAÑOS y SANZ, natural de Establés, el pueblecito escondido en las ver­tientes que desde la alta paramera van a dar sus aguas al valle del Mesa. En una de esas recias casonas que se cobijan a la sombra del severo castillo, nació este personaje en 1865. Estudió desde pronto en el Seminario de Sigüenza, pasando luego por las aulas de las Universidades de Zaragoza y Madrid, doctorándose en la Corte en la facultad de Filosofía y Letras. Años después, siempre estudioso y activo, se doctoraría en Derecho y en Teolo­gía. Todo un sabio a la antigua usanza.

Cuando se fundó el periódico El Correo Español, el año 1888, Bolaños Sanz entró como redactor del mismo, llegando años más tarde a ser director del famoso rotativo madrileño. Como escritor, muy prolífico, utilizó los seudónimos de «Eneas» y «Mediocris». Colaboró en otros muchos medios de comunicación, entre otros «La Voz de Valencia», «La Ilustración Catalana», «El Intransigente» y «El Pilar», este último semanario zaragozano del que Bolaños fue el fundador. Fué un activo partidario de las ideas políticas de corte tradicionalista. Murió en Madrid, en plena madurez, el año 1905.   

Otro hijo ilustre del pueblecito de Establés fue el religioso don Fausto BOLAÑOS GARCIA, que nació en la altura molinesa el año 1884, de familia sumamente humilde, y pobre, debiendo pasar una infancia de privaciones, y una juventud de estudio intenso, en el Seminario de Sigüenza. Finalmente, el 4 de abril de 1910, celebraba su primera misa en Establés, tras haber sido ordenado sacerote en la catedral seguntina.

El primer destino de Bolaños García estuvo en el peque­ño reducto soriano de Cenegro, pasando de allí a otros pueblos de Aragón y finalmente vino a ser trasladado al lugar que llevaba en su corazón, porque era su natal terruño. Primeramente en Labros, y después en Turmiel y Establés. Allá llegó en 1933, y su paso por esos lugares quedó grabado entre sus vecinos como un ejemplo de abnegación y cariño hacia todos. Gracias a sacrificios nota­bles, cuantos dineros pudo ahorrar a lo largo de su vida los destinó a la fundación de algunas becas, que él destinaba a favorecer a los naturales de su pueblo que quisieran hacerse sacerdotes o estudiar en Sigüenza. Así, creó la beca llamada del Cura Rural, dotada entonces con la respetable cifra de 22.500 pesetas. Y la beca de La Inmaculada, con 33.000 Pts. Otra tercera beca denominada del Sagrado Corazón de Jesús fué destinada como las anteriores para estimular a los jóvenes en su formación religiosa seguntina. Todavía creó otra de 31.000 Pts. con destino al Seminario de Misiones de Burgos, y otra más de 12.000 para favorecer al clero nativo en los países de misión.

Lleno de buenas obras, y siempre querido y recordado por sus paisanos que al mismo tiempo habían sido sus feligreses, murió en 1960, estando a la sazón acogido en el Hospital de la Mutual del Clero, en Madrid. Sobre su vida escribió una biografía detallada Aurelio Ortiz Sobrino. 

Un tercer molinés ilustre fue don Juan BOLAÑOS AYUSO, natural del pueblo de Luzón, a caballo entre el Señorío y la sierra celtibérica del Ducado. Este hombre, sacerdote y periodis­ta, dedicó buena parte de su fortuna en una obra pública con destino al uso y disfrute de todos sus paisanos: a finales del siglo pasado, fundó y mandó construir en Luzón la denominada Fundación Bolaños, para que en ella los padres Escolapios pusie­ran un convento y colegio anejo, y en él educaran esmeradamente a todos los niños luzoneros. El arquitecto Marañón, el mismo que diseñó y dirigió el edificio de la Diputación Provincial en Guadalajara capital, fue el encargado de diseñar el convento y la iglesia, poniéndolos en lo más alto de la roca que sostiene a Luzón, y dándoles un estilo ecléctico con detalles ornamentales verdaderamente curiosos, que hoy todavía, a pesar del estado de abandono en que se encuentran aquellos venerables edificios, causan admiración entre los viajeros que se acercan a visitarlos.

Sirvan estas tres biografías, enlazadas por la común anécdota del apellido similar y la tierra de origen única, para evocar tres figuras molinesas que, no por olvidadas y silencio­sas, dejan de tener su valor en esta Galería de molineses ilus­tres.