El castillo de Torija (y II)

viernes, 18 diciembre 1987 2 Por Herrera Casado

 

Como veíamos la semana pasada, en nuestro repaso histó­rico, la antigua fortaleza torijana sufrió en el siglo pasado tal agresión que vino a quedar en ruina muy avanzada. Sobre ella pasaron otros cien años de abandono e inclu­so de aprovechamiento de sus piedras para construcciones en el pueblo, de modo que hacia los años sesenta de este siglo, solo quedaba del castillo de Torija un boceto borroso de lo que había sido. La Dirección General de Bellas Artes, inició por entonces una restauración meticulosa y muy bien llevada, que devolvió al edificio gran parte de su antigua prestancia. La adecuación del edificio que actualmente, y por parte de la Diputación de Guadalaja­ra, bajo la dirección técnica del arquitecto D. Tomás Nieto Taberné, se está haciendo con vistas a dedicarle para actos culturales al aire libre, terminará de recuperar esta fortaleza castellana para el disfrute de cuantos gustan de estos restos fosilizados de la historia.

Apoya el castillo de Torija en el borde de la meseta alcarreña, justo en un lugar en el que se inicia la caída hacia el valle, dominando el camino y una fuente amplia. Es de planta cuadrada, con torreones esquineros de planta circular. Construido todo él con sillarejo trabado muy fuerte, muestra en el comedio de los muros unos garitones apoyados sobre círculos en degrada­ción. Las cortinas laterales se rematan en una airosa cornisa amatacanada, formada por tres niveles de mensuladas arquerías, hueca la más saliente, que sostenía el adarve almenado, del que solo algunos elementos se nos ofrecen hoy a la vista.

También los torreones esquineros ofrecen en parte su cornisa amatacanada, aunque ya desprovistos del almenaje que en su día tuvieran. Algunos ventanales de remate semicircular apare­cen trepanando los severos muros.

La gran Torre del Homenaje es el elemento que concede un carácter más peculiar al castillo torijano. Alzase en el ángulo oriental, como un apéndice de la fortaleza, con la que sólo tiene en común el cubo circular de ese ángulo, a través del cual se penetra en la referida torre. Es de gran altura, muros apenas perforados por escasos vanos, y unos torreoncillos muy delgados adosados en las esquinas, que en las meridionales son apenas garitones apoyados en circulares basamentos volados. Se remata la altura de esta torre con una cornisa amatacanada forma­da también de tres órdenes de arquillos, y sobre ella aparece el adarve del que apenas quedan algunas almenas. Al comedio de sus muros aparecen garitones, y la cornisa también continúa sobre las torrecillas esquineras.

El interior de esta Torre del Homenaje muestra hoy todos sus pisos primitivos. Desde el patio y a través de una estrecha puerta se penetra a la sala baja, comunicada solamente por un orificio cuadrado en su bóveda. Haría de sala de guardia. Al primer piso se accedía desde la altura del adarve. La última sala remata con bóveda muy fuerte, de sillería, en forma de cúpula. Sobre ella asienta la terraza. Una escalera de caracol embutida en el muro comunicaba unos pisos con otros.

El interior del castillo de Torija está hoy totalmente vacío. Tendría primitivamente construcciones adosadas a los muros, dejando un patio central. Todo ello ha desaparecido, y hoy se utiliza como recinto abierto y despejado para actos culturales al aire libre.

La fortaleza de Torija tenía, y todavía se ven algunos restos, un recinto exterior o barbacana de no excesiva altura, que seguía el mismo trazado que el castillo propiamente dicho. En la parte norte, que da sobre la plaza, al ser más llana y por lo tanto más fácilmente atacable, estaba dotado de un foso por fuera de dicha barbacana, que recientemente se ha excavado. La entrada a la fortaleza se hacía por esta cara norte, atravesando el foso por medio de un puente levadizo que, cayendo desde la entrada del recinto exterior, apoyaba sobre sendos machones de piedra puestos al otro lado de la cava.

El ingreso al interior del castillo no estaba, sin embargo, donde hoy se ha abierto la puerta. La estructura defen­siva de estos elementos guerreros, obligaba a realizar un recorrido por el camino de ronda, y hacer la entrada por otra de las cortinas del mismo. En el caso de Torija, es muy posible que esta entrada estuviera sobre el muro meridional, el que da al valle, donde siempre ha habido una pequeña puerta practicable.

Todavía una muralla de no excesiva altura se extendía, sobre el flanco del valle, rodeando la meseta y reforzando la defensa del pueblo. De esa antigua muralla se ven restos y un valiente cubo de refuerzo sobre la misma carretera que va contor­neando a la villa. En cualquier caso, y gracias al cuidado que en los últimos años ha recibido este hermoso castillo, Torija es hoy uno de los exponentes más fieles y bellos de la arquitectura militar medieval en toda Castilla.