Un escudo para la abadía de Valfermoso

viernes, 5 diciembre 1986 0 Por Herrera Casado

 

De todos es sabido que en este ano de 1986, concretamente en el presente mes de Diciembre, se conmemora el Octavo Centenario de la Fundación del Monasterio benedictino de Valfermoso de las Monjas, hundido en las verduras del valle del rió Badiel, y hoy todavía vivo y entregado a la sociedad que le rodea. Es este de Valfermoso, junto con el cisterciense de Buenafuente del sistal, los únicos monasterios de la provincia de Guadalajara que se mantienen vivos con la misma comunidad que les dio origen, a través de múltiples siglos.

Concretamente la semana pasada, dio solemne comienzo el Ano jubilar, bajo la presidencia de Monseñor Pla y Gandia, Obispo de la Diócesis de Sigüenza. Ello supone que realmente el centenario comienza ahora,  que por parte religiosa, como por la parte cultural de nuestra provincia, estas efemérides serán convenientemente recordadas. En principio, y por parte del Aula de Historia de la institución Provincial de Cultura «Marques de Santillana», se anuncia para el próximo día 17 de diciembre un interesante acto a celebrar en el salón de la Excma. Diputación Provincial: el académico D. Rafael Lapesa, recientemente galardonado con el Premio «Príncipe de Asturias» a su labor de anos en pro del idioma castellano, vendrá a impartir una lección magistral sobre el tema de «El Fuero de Valfermoso», con lo que esta conmemoración no podrá tener mejor pregonero, ni mas sabio.

Con motivo de este acontecimiento centenario, hemos realizado algunas investigaciones respecto a un aspecto hasta ahora inédito de la historia del Monasterio de San Juan de Valfermoso. Trátase de su Escudo de armas, su emblema heráldico, que como toda institución tuvo durante siglos antiguos, aunque actualmente apenas si lo utilizaba. De su gran archivo monasterial, apenas si quedan fragmentos, aunque esos tienen todavía algunos documentos de gran interés como la Carta‑Puebla concedida por los fundadores D. Juan Pascasio y Dona Flambla a los repobladores del pequeño valle alcarreño. No se recuerda, por tanto, la posible existencia de un sello o emblema heráldico medieval. Sin embargo, las religiosas benedictinas que hoy guardan con tanto cariño los vestigios de su pasado, nos mostraron hace poco la impronta en caucho de un sello utilizado por el cenobio, al menos desde el siglo pasado, en el que aparecen unas armas curiosas y que hemos tratado, por unos y otros medios, de desentrañar su significado y darle los esmaltes correspondientes.

En este sentido, quisiera aquí agradecer públicamente la colaboración inestimable que en este, y en tantos otros asuntos de investigación provincial, me ha aportado el sacerdote madrileño D. Servando Escanciano Nogueira, quien durante meses ha indagado sobre los posibles orígenes y esmaltes de este sello. De todos modos, entre lo investigado y lo recreado, tenemos ya un Escudo Heráldico que proporcionar a Valfermoso, en esta ocasión señalada de su ochocientos cumpleaños.

En el antiguo sello de caucho, muy borrosas, se veían las figuras, en campo ovalado, de un castillo, un león, un báculo y una corona, con la punta del escudo ocupada por tres figuras circulares, muy pequeñas, de difícil identificación. Indudablemente, al ser este Monasterio de Valfermoso una fundación particular, pero de protección real en siglos posteriores, es lógico que llevara las armas del rey de Castilla, lo que le confería un prestigio indudable. El báculo central, sumado en una corona, vendría a simbolizar el sentido abacial de su estructura, y la protección del monarca sobre su instituto. Lo que se queda realmente misterioso en esta deducción histórica, es el significado o posible simbolismo de la campana en que se muestra esos tres elementos pequeños y redondos. ¿Quizás unas flores de lis degeneradas? ¿Una alusión a la Trinidad? ¿Un simbolismo del dinero? ¿Del trigo? En definitiva, y como siempre que se trata de rehabilitar un escudo o emblema muy antiguo para el que se ha perdido el simbolismo, debe respetarse al máximo la imagen antigua, aunque a nuestro actual entender no se le justifique su presencia.

De esta manera, y tras haber esmaltado el emblema heráldico, quedaría así definido el Escudo Heráldico de la Abadía Benedictina de Valfermoso de las Monjas en Guadalajara: un escudo eclesiástico (ovalado por tanto), que puede rodearse en su embocadura con un cordón multilobulado, o simplemente con una cenefa o bordura simple. Partido, en el campo diestro, de gules (rojo), un castillo de tres torres, de oro, mazonado de sable y aclarado de gules. En el campo siniestro, de plata o blanco, un león rampante, de gules, que mira al centro del escudo. Al centro del emblema, un báculo de sable. Y el báculo sumado de una corona real, cerrada, esmaltada del uno al otro (esto quiere decir que la corona lleva dos colores. el de la derecha, puesto sobre campo rojo, es de plata; y el de la izquierda, puesto sobre campo de plata, es rojo. Esto le confiere una cualidad grafica y resalta perfectamente en el contexto del escudo. En campana (esto es, en la punta o parte inferior del escudo), de color sinople (verde), aparecen tres bezantes de oro puestos en faja. O sea, que sobre el campo verde de la punta, surgen tres pequeños círculos dorados puestos el uno al lado del otro, en postura horizontal.

Hemos interpretado este escudo como la suma de dos: el más antiguo y primitivo, puesto en campana, seria el de Don Juan Pascasio, caballero atencino del siglo XII, que posiblemente usara estas armas tan simples y propiamente medievales en su primera época. Y el más moderno, hoy llenando el cuerpo del escudo, el emblema tradicional de la monarquía de Castilla y León, con los añadidos identificativos del báculo y la corona. Este escudo no lleva timbre ni adorno alguno, pues aunque podría acolarse de un báculo abacial, ello supondría jurisdicción territorial que en realidad las monjas nunca tuvieron.

Creemos que la investigación realizada ha tratado de sumar alguna noticia a este mundo de la historial monasterial y heráldica de nuestra tierra alcarreña, siempre compleja pero atrayente como pocos. Esperamos que este VIII Centenario de Valfermoso que ahora se inicia, sea rico en frutos para cuantos queremos y admiramos la trayectoria de esta ejemplar institución religiosa.