El científico alcarreño Luís del Río Lara

viernes, 28 septiembre 1984 0 Por Herrera Casado

 

En la ancha galería de personajes ilustres que la tierra alcarreña ha dado al mundo, no podía faltar la figura del briocense Luís del Río Lara, ilustre científico, pionero en muchos aspectos, y olvidado injustamente. Se trata de una de las per­sonalidades más relevantes en el pa­norama de la Historia de la Medici­na española, y podría colocársele en una imaginaria orla de los médicos positivistas más notables, junto a Cajal, Rubio, Ariza o Letamendi. El abrió un camino en la nueva ciencia española, recluido en sus cátedras y en sus laboratorios bioquímicos y anatomopatológicos. Calladamente a base de años de vocación y estu­dio, que son las dos armas básicas para saber medicina, levantó unos auténticos cimientos sobre los que luego apoyaría la nueva bioquímica y bacteriología españolas.

Luís del Río y Lara nació en Bri­huega en 1855. Murió también en Brihuega, apartado ya por jubilación de su trabajo y sus relaciones, olvi­dado de todos, en 1939, pocos me­ses después de concluida la Guerra Civil española. Fue a estudiar Medi­cina a Madrid, formándose adecua­damente, como alumno interno, en el entonces prestigioso Hospital de la Princesa. Allí se puso en contacto con la rama más avanzada y pro­gresista de la Medicina española, concretamente con el Instituto de Técnica Operatoria fundado por Fe­derico Rubio. Nuestro personaje en­tró a trabajar en el laboratorio de histopatología que dirigía allí Euge­nio Gutiérrez, pionero en España de esta materia.

Una vez concluidos sus estudios, fue nombrado ayudante de clases prácticas de histología y anatomía patológica en la Facultad de Medici­na de Madrid, junto al entonces ca­tedrático Aureliano Maestre de San Juan. Tras su etapa formativa, en la que pudo estar en contacto con las figuras y las técnicas más avanzadas de la especialidad, del Río marchó a Sevilla para participar en la docencia que impartía la Escuela Li­bre de Medicina y Cirugía, que ha­bía fundado antes Rubio y Galí, y que entonces tenía en Ariza y luego en Roquero los puntales de los nue­vos estudios e investigaciones sobre anatomía patológica en España.

En 1892 se abrieron cátedras de histología en varias universidades españolas. Del Río opositó a ellas, y ganó la de Zaragoza. Allá estuvo muchos años, lo mejor de su vida, enseñando y aprendiendo. Durante 30 años, nuestro personaje formó otras tantas promociones de médi­cos, y los inculcó los nuevos modos de ver la medicina, basados en los aspectos bioquímicos del enfermar, dando también sus clases, ya más tradicionales, de Histología, Anato­mía Patológica y Microbiología. En la Universidad zaragozana creó un laboratorio para enseñanza y prác­tica de estas disciplinas, realizando allí numerosos experimentos, espe­cialmente relacionados con la actinomicosis.

De su estancia en Zaragoza proce­den la mayoría de las publicaciones de Luís del Río. Empezó sus estu­dios sobre la actinomicosis en 1900, y poco antes, en 1898, publicó la primera edición de unos «Elemen­tos de microbiología para uso de los estudiantes de Medicina y Veterina­ria», que puede considerarse como el primer libro español de texto, de­dicado de forma monográfica, a la microbiología, separada ya entonces de forma total, de la anatomía pato­lógica. Años después, y todavía en Zaragoza, publicó un «Manual de técnica micrográfica, histoquímica y citología» (1923), de uso universitario, al igual que el subsiguiente «Manual de histología normal» que publicó en 1924, y que venían a ser unas útiles obras de generalización y ofrenda práctica de todos los co­nocimientos de las respectivas ma­terias puestas al día.

También fue activo participante en los diversos congresos y reuniones que sobre su especialidad médi­ca se hicieron por entonces. Y así, en el IX Congreso Internacional de Higiene y Demografía, que se cele­bró en Madrid en 1898, presentó va­rias comunicaciones muy interesan­tes, y obtuvo una medalla de oro.

La actividad fundamental de Luís del Río, sin embargo, se centró en sus trabajos de laboratorio, para los que contó siempre con una vocación sin límites, aunque con medios eco­nómicos restringidos. Tanto en Se­villa primero, como luego en Zara­goza y finalmente en Madrid, el brio­cense del Río fue pionero en el mon­taje de las instituciones de investigación en torno a la microbiología, y en ese sentido es reconocido uná­nimente por los tratadistas de historia de la Medicina. Sin embargo, en su propia tierra natal fue poco apreciado, quizá por el aislamiento intelectual y científico de esta pro­vincia, especialmente en los años en que del Río actuó: y así vemos que Diges Antón, en su obra sobre «Bio­grafías de hijos ilustres de la provin­cia de Guadalajara», no menciona al sabio briocense.

Luís del Río Lara alcanzó en 1923 la cátedra de Histología en la Facul­tad de Medicina de la Universidad de Madrid, cuando dicha cátedra quedó vacante a la jubilación de don Santiago Ramón y Cajal. Continuó unos años más en lugar de tanto prestigio, y se mantuvo en su línea de trabajo constante y hombría de bien. Es de justicia que ahora, en este Glosario por donde las tierras las historias y las gentes de Guada­lajara desfilan para cumplida memoria, figura la silueta, aunque sea en breve rasgo, de tan ilustre cien­tífico y médico alcarreño como fue Luís del Río Lara.

Bibliografía:

Báguena, M. J.: La Microbiología española del siglo XIX, Valencia, tesis doctoral, 1983.

López Piñero, J.M. y otros: «Dic­cionario histórico de la ciencia mo­derna en España», Madrid, 1983.

Zubiri Vidal, F.: Historia de la Real Academia de Medicina de Zaragoza, Zaragoza, 1976.