HUMANES Y SU CAMPIÑA

sábado, 19 febrero 1983 0 Por Herrera Casado

 

Del inmenso repertorio de pueblos que en polimorfo mosaico forman nuestra provincia de Guadalajara, destaca Humanes como uno de los más grandes y prósperos. Palabra extraña ésta, aplicada a uno de los municipios guadalajareños. Humanes va hacia arriba. Siempre fue un pue­blo de posibles. Pero hoy se crece. No está de más que hagamos un re­paso de su latido, de su historia y su patrimonio.

En la llana planicie que se forma en la margen derecha del río Hena­res, muy cerca del lugar donde se encuentran las aguas de este río con las del Sorbe, asienta el hoy muy extenso caserío de Humanes, que constituye uno de los más impor­tantes enclaves de la comarca de la Campiña de Guadalajara. Su paisaje, formado por amplias parcelas de regadío y también secano, es presi­dido por la montaña de La Muela, que cae a pico sobre la margen iz­quierda del río, y el lugar de Peñahora, en la junta de los mencio­nados ríos, da también algo de vi­vacidad al entorno Posee, además de la rica agricultura, varias empre­sas dedicadas a la fabricación de materiales de construcción, que em­plean a numerosas personas. Y des­de hace unos años ha crecido de manera muy notable la colonia de chalets y casas de vacaciones a lo largo de la vega del Sorbe, con un movimiento veraniego importante. Posee hotel, complejos deportivos, y es muy famoso «el Colchón» de Humanes, una pequeña presa sobre el río Sorbe que facilita los riegos y proporciona buenos baños en el verano. Por levante se extiende el barrio de la Estación, también po­puloso.

El pueblo de Humanes es de for­mación relativamente moderna. En sus cercanías, en el ya citado encla­ve de Peñahora, hubo desde la Edad Media, y quizás aún mucho antes, un pequeño poblado, fortificado y con edificio de intenciones castille­ras. Dominaba la junta de los ríos Sorbe y Henares, y controlaba el ca­mino que desde Alcalá subía a Sigüenza, teniendo allí una iglesia de­dicada a la Virgen de Peñahora, de gran devoción en la comarca.

Este enclave fue de la Corona de Castilla, desde el siglo XI en que se reconquista la zona, hasta el XII en que doña Urraca, reina, lo entrega en señorío a su vasallo don Pedro Fernández de Hita, dueño de gran parte de la preserranía entre Henares y Jarama. Este magnate, en 1188 lo donó a la Orden Militar de San­tiago, con su amplio alfoz en derre­dor. La orden santiaguista poseyó en este lugar, además de castillo y muralla, la facultad de cobrar portazgo a todos cuantos pasaran, con merca­durías y ganados, por el puente que custodiaba desde su altura. En 1328, el rey Alfonso XI autorizó el traslado del cobro del portazgo des­de Peñahora a Mohernando, lugar también poseído por los santiaguis­tas, y erigido desde entonces en ca­beza de la Encomienda. A partir de entonces, Peñahora fue despoblán­dose, y creciendo Mohernando y Humanes, en lugares más llanos y cómodos.

El rey Felipe II, necesitando de dinero para sus numerosas contiendas, enajenó a la Orden de Santiago el señorío de los pueblos que forma­ban la encomienda de Mohernando (entre ellos a Humanes) e incluso enajenó la Encomienda, vendiéndolo todo, en 1656, por elevadísima can­tidad a su secretario real, que tam­bién lo había sido de su padre el Emperador, don Francisco de Eraso y a su esposa doña Mariana de Pe­ralta. Poco después completaba la entrega del territorio vendiéndole las alcabalas de estos pueblos. Que­daron los Erasos dueños y señores de Humanes y los otros pueblos de la antigua encomienda (Mohernan­do, Peñahora, Razbona, Robledillo y Cerezo), pasando a ser una de las grandes fortunas de Castilla, y due­ño de las mejores tierras de la alta Campiña del Henares. Adquirieron pocos años después, en el último cuarto del siglo XVI, el pueblo de El Cañal, en la orilla derecha del Henares, más abajo de Fontanar. El rey Felipe IV concedió a los herederos de Eraso el título de condes de Humanes, siendo el primero así titulado su nieto don Francisco de Eraso, gentilhombre del Rey. Siguieron en el señorío y condado sus he­rederos, doña Josefa de Vargas y Eraso, y doña Teresa Sarmiento de Vargas y Eraso, en el siglo XVII. En 1752 era conde de Humanes don Ramón M. Ponce de León y el títu­lo aún hoy se mantiene la estatua -magnífica talla obra de Pompeyo Leoni en mármol- que ornaba el sepulcro de don Francisco de Eraso y doña Mariana de Peralta, protegi­dos por la figura de San Francisco, en la iglesia parroquial de Moher­nando, ha sido trasladada al Museo Diocesano de Sigüenza, donde se puede admirar junto al escudo de su linaje, leyenda latina y otros ele­mentos del grandioso enterramiento.

El lugar de Humanes, a pesar de ser el más rico y próspero de esta zona de la Campiña, y de la antigua encomienda santiaguista, estuvo so­metido a la jurisdicción de Mohernando hasta bien entrada la Edad Moderna. En la segunda mitad del siglo XVII, los vecinos solicitaron al Rey ser eximidos de dicha jurisdic­ción de Mohernando, haciéndola Vi­lla por sí. Continuó creciendo la vi­lla y en el siglo XIX vio la creación de dos fábricas de harina, la construcción y puesta en marcha del Ca­nal del Henares, y el paso del ferrocarril Madrid-Barcelona, con ins­talación de una estación. Este creci­miento no se ha detenido y aún continúa.

Para el posible visitante de Hu­manes, es interesante darle a conocer su patrimonio artístico. La igle­sia parroquial, dedicada a San Este­ban, es un buen ejemplar de arquitectura religiosa del siglo XVI. Construida de sillarejo calizo y piedra sillar en las esquinas, con hila­das de ladrillo en algunas partes, presenta una fuerte torre sobre el hastial de poniente, con vanos para las campanas y sencillas soluciones molduradas en su ornamentación. Sobre el muro sur aparece el amplio atrio sostenido de columnas cilíndricas de sillar, rematadas en capi­teles renacentistas. La portada es sencilla, clásica con buena guarni­ción de clavos de forja y herrajes y fallebas de la época. El interior consta de dos naves separadas por gruesos pilares, con un coro alto a los pies y cubierta de artesonado de madera de tradición artesanal mu­déjar.

La plaza mayor es un ejemplo ilustrativo del urbanismo castellano. Distribuidas por el pueblo se ven al­gunas casas típicas de la Campiña, de grandes volúmenes y superficie amplia, con amplio corral, y en al­gunas de ellas escudos nobiliarios.

La patrona de Humanes es la Virgen de Peñahora. Se celebra su fiesta el segundo domingo de septiem­bre. Asienta su actual ermita, sen­cillo edificio de una nave y atrio anterior, muy bien cuidado, sobre la parte llana y baja de la zona de Pe­ñahora. En su interior se ve, sobre el altar, una buena talla de María Virgen, obra de Federico Coullaut Valera, quien la talló a base de co­piar una fotografía de la antigua, destruida durante la guerra civil de 1936‑39. La fiesta consiste en llevar procesionalmente, sobre andas previamente subastadas entre los fieles la Virgen desde la ermita hasta el pueblo, la víspera de la fiesta. A lo largo del recorrido, y a sus lados, se van quemando grandes montones de rastrojos y leñas, como ofrenda a la Virgen de los frutos ya recogidos. Constituye en la noche un bello es­pectáculo, al ir quedando marcado el camino de la procesión con los puntos rojos de las fogatas. Se celebran entonces fiestas muy animadas a base de todo, bailes y concursos diversos.

Es Humanes, como ha podido apreciarse, un pueblo más, y con importante historia y rico patrimonio, de los que forman el nutrido y apiñado conjunto de nuestra provincia, siempre dada a la sorpresa paisajística y humana. Recorrerla es una de las actividades más sugestivas que pueden plantearse.