Guadalajara: Cuna del Renacimiento

sábado, 20 febrero 1982 0 Por Herrera Casado

 

Es la del título una frase que se viene repitiendo desde hace años con asiduidad y énfasis, y no le falta en absoluto razón, pues podemos considerar a Guadalajara, la ciudad y su tierra, su entorno más mediato, como la auténtica cuna del Renacimiento español, al menos desde el punto de vista artístico, formal, visual y palpable. Quizás sea este uno de los aspectos más relevantes de la historia de nuestra comarca, que la ha conferido un carácter subsiguiente muy definido, pues sin duda puede considerarse a la Alcarria como el primer contacto de este compartimento de la civilización occidental en a Península Ibérica.

De una manera casi telegráfica pero clara y que procure la llamada de atención hacia este tema de importancia en nuestro pasado, expondré la forma y los modos de entrada del Renacimiento en tres núcleos humanos y urbanos de la tierra alcarreña: Guadalajara, Sigüenza y Pastrana.

Guadalajara

Es don Iñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana, quien ya en la primera mitad del siglo XV siente una atracción por todo lo que viene de Italia, adquiriendo modos en sus métricas poéticas, y traduciendo al castellano muchos clásicos. Ese afán humanista lo trasladó a sus hijos y nietos, De los primeros, sería el gran Cardenal don Pedro González de Mendoza quien heredaría con

preferencia el amor a las letras, y a las artes, y de los nietos había de destacarse su homónimo don Iñigo López de Mendoza, «el gran Tendilla» segundo conde de ese título, quien como embajador de los Reyes Católicos en Roma trajo a su regreso perfectamente asimilados los modismos del pleno Renacimiento italiano. Y todo ello antes que en ninguna otra parte de España.

Es así lógico que los más antiguos edificios renacentistas de la Península Ibérica se encuentren en la actual provincia de Guadalajara, área de mayor influencia de los Mendozas: en la capital, en Sigüenza, en Cogolludo, en Tendilla, en Mondéjar, Pastrana, etc., se ven todavía palacios y templos, monasterios y fachadas que denotan la magnificencia de esta familia.

En la ciudad, hay diversos edificios que prueban esta temporada aceptación del Renacimiento: además del palacio del Infantado, se encuentran el palacio de don Antonio de Mendoza, con su aneja iglesia de de la Piedad el palacio de los Dávalos; el atrio porticado de la iglesia de do Santa Maria; los soportales de la plaza mayor, la iglesia de los Remedios, etc. En todos estos monumentos hay un sello conjunto que caracteriza al estilo y le confiere el bien en ganado apelativo de «renacimiento alcarreño»: son sus capiteles, que adornando fachadas y rematando columnas, muestran su especifico diseño: un collarín de hojas de laurel, verticales, de las que sale el tambor alto, liso o estriado. Son también muy  típicas las grandes zapatas de madera.

Sigüenza

También puede considerarse a Sigüenza como una de las cunas hispánicas del Renacimiento artístico.

Los obispos seguntinos de los siglos XV y XVI, apoyaron en gran manera la introducción del nuevo estilo renacentista, edificando todas sus fundaciones religiosas en dicho modismo. Fue el más singular de ellos don Fadrique de Portugal, así como don, Pedro González de Mendoza, ya mencionado. El renacimiento seguntino, centrado especialmente en el interior de la catedral, tiene unas características muy especiales, pues en sus monumentos principales surgen los detalles puramente italianos, con otros directamente heredados de la tradición medieval hispana. Así serán especialmente el altar de Santa Librada, el enterramiento de don Fadrique, el altar de la Virgen de la Leche, y muy en especial la Sacristía de las Cabezas, donde este Renacimiento artístico seguntino centra todos sus primores y sus galas.

Pastrana

Y es finalmente la villa alcarreña de Pastrana la que nos da, con su renovada presencia de nobleza antigua, la imagen viva de un Renacimiento inicial y magnífico. La presencia de personajes ligados en gran manera a la monarquía y a la familia Mendoza, como fueron los primeros duques de Pastrana (Ruy Gómez de Silva y Ana de la Cerda y Mendoza), suponen la aparición en esta villa alcarreña de algunos detalles artísticos plenamente renacentistas. Se centra este estilo en el gran palacio ducal de la «plaza de la Hora», que hoy sabemos fue trazado y dirigido por Alonso de Covarrubias. Los detalles de su estructura, fachada y salones interiores, se corresponden fielmente con el renacimiento arquitectónico primero, que tanta y tan buena representación tiene en la provincia.       

Dentro de la comarca pastranera, Mondéjar muestra también sendos ejemplos magníficos de «Renacimiento alcarreño», como son su iglesia parroquial de la Magdalena, casi catedralicia por sus proporciones y detalles, y las ruinas del convento franciscano de San Antonio, cónstrucci6n de fines del siglo XV pero plenamente renaciente, toscano, estando hoy declarado como monumento histórico‑artístico nacional.

Otros varios lugares quizás podrían ponerse también como ejemplos, ya no de tanto relieve como los anteriores, de la entrada en Guadalajara del Renacimiento. Lo significativo es eso: que son muchos, y muy dispersos, los elementos que en nuestra tierra vienen a dar la imagen primera, y plenamente autóctona, del nuevo modismo constructivo del humanismo. De esta premisa pueden partir estudios y apreciaciones en detalle, de los que algunos ya han sido expuestos en ocasiones anteriores aquí mismo