El general Vives y la aviación española

sábado, 10 octubre 1981 0 Por Herrera Casado

 

Al proseguir nuestra tarea de actualizar las biografías de aquellas personas que por uno y otro motivo han significado algo importante en la historia de Guadalajara, no podemos pasar por alto la de un ilustre militar que, si no nacido entre nosotros, sí que podemos asegurar que dejó en nuestra tierra lo mejor de su trabajo, ingenio y sacrificio, haciendo a Guadalajara sede del primer capítulo de la Aviación española, y dándola así una nueva-y por muchos desconocida- dimensión histórica. Fue este hombre, don Pedro Vives y Vich, catalán de nacimiento, pero español preclaro por cuantas actividades desarrolló a lo largo de su vida, y el modo en que su trayectoria vital fue ejercida de manera dignísima. Quiero aquí simplemente reseñar los datos biográficos más sobresalientes del general Vives, para en ocasión posterior valorar lo que Guadalajara, y por mano de este hombre, supuso en el nacimiento y aliento primero de la aviación hispana.

Nació don Pedro Vives y Vich en Igualada (Barcelona), el 20 de enero de 1858. Hizo sus estudios de enseñanza primaria y segundaria en diversos lugares de Cataluña, y en 1874, siendo aún un crío, ingresó en la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara, donde en 1878 terminó su carrera con brillantes calificaciones. Ya en 1876 participó como alférez en las últimas operaciones de la guerra civil de ese año. En sus primeros destinos militares, actuó con mando en el norte de África: campañas de Melilla (1893) y luego de Marruecos (1913‑1929) en su faceta de aviador.

Desde el comienzo de su carrera militar estuvo dedicado a los temas aéreos, entonces con las características de casi «ciencia‑ ficción», pues la ilusión de volar y transportar cosas por el aire había sido tenida hasta entonces por poco menos que quimérica. Siendo ya comandante, en 1896 fue designado Vives para implantar el Servicio de Aerostación en el Ejército Español, y esto comenzó a hacerse en la ciudad de Guadalajara. Para iniciar esta tarea, realizó primero diversos viajes por numerosos países europeos, y a su regreso se adoptó, a propuesta suya, el material reglamentario a base del globo ‑ cometa «Parzival» y del transporte de hidrógeno, producido y comprimido a 150 atmósferas en el Parque Aerostático de Guadalajara, en tubos de acero sin soldadura. Siendo ya jefe de este servicio, acudió al frente del mismo a toda clase de maniobras, y a las campañas de Melilla y Tetuán.

Su actividad científica internacional fue muy señalada en los comienzos del siglo. Representó a España en diversos congresos internacionales de Aerostación científica, y a raíz de los acuerdos adoptados en Berlín (1902) sobre la explotación simultánea de las altas regiones de la atmósfera, Vives organizó el lanzamiento de globos‑sonda y globos­pilotos en Guadalajara, y dirigió numerosos trabajos científicos y de observación, tanto desde tierra como desde el aire. Entre sus más memorables hazañas, destaca la demostración aérea dada por Vives en 1906, en la ciudad francesa de Burdeos, pilotando el globo «Jesús Fernández Duro», en los actos en honor de dicho aeronauta hispano.

Las experiencias con «dirigibles» -aquellos inmensos globos en forma de puros, capaces de transportar cargas inmensas y decenas de viajeros- se comenzaron en España a partir de 1909, organizadas y dirigidas por Vives y el capitán Kindelán. Los primeros ensayos se realizaron en Guadalajara en abril-mayo de ese año, y fue el 5 de mayo de 1910 cuando cruzó sobre el cielo de Madrid el primer dirigible, tripulado por Vives, Kindelan, el ingeniero de la casa constructora Hérault y dos mecánicos.

Pero si el capítulo de la Aerostación fue escrito desde su primera línea por Pedro Vives y Vich, lo mismo puede decirse respecto al de la Aeronáutica militar española. Voló Vives por primera vez en un avión en Pau, con Wright, el 1 de marzo de 1909, pilotando un sencillo aparato, estableciendo luego con carácter de ensayo el aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid, donde comenzó a pilotar los aviones Farman (1911). Enseguida tomó incremento la Aviación, y así se fundó el servicio de Aeronáutica, con dos ramas separadas: Aerostación y Aviación, siguiendo como jefe conjunto de ambas Vives. El dio impulso a la aviación fundando el aeródromo central de Cuatro Vientos, y otros dos en Guadalajara y Alcalá. Bajo su mando, la Aviación española entró muy pronto en campañas de guerra. Con una escuadrilla y una compañía de aerostación, en octubre de 1913, Vives fue destinado al ejército de África. El y su piloto, Alfonso de Orleáns, hicieron el vuelo de Tetuán a Arcila el 29 de noviembre de 1913. En 1914 fundó los aeródromos de Arcila y Zaluán.

En una etapa siguiente, Vives ejerció diversos cargos importantes de mando militar por España. Ya muy prestigioso por su actividad pionera, y por su ejemplaridad en todo, siendo coronel dirigió una temporada la Academia de Ingenieros de Guadalajara. Ascendió a general de brigada en 1917, y en 1920 fue designado para dirigir la Jefatura militar de Ferrocarriles, por entonces creada. En julio de 1922 fue nombrado gobernador militar de la base naval de Cartagena, y en 1923 pasó a comandante general de Melilla. A raíz del pronunciamiento militar del General Primo de Rivera, en septiembre de 1923, Vives y Vich fue llamado a colaborar con el Directorio Militar que se hizo cargo del gobierno del país, ocupando diversos cargos de la administración civil en los que, dados sus conocimientos, sus dotes de organización y su probada honradez, dejó memoria felicísima. Así, en diciembre de ese mismo año ocupó la subsecretaría de Fomento, siendo muy positiva su actividad en los terrenos de la agricultura, las carreteras (recuérdese que en esos años se «adoquinan» numerosas carreteras españolas, siendo de entonces la estructuración de carreteras nacionales radiales, a las que el Gobierno de Primo prestó una especial atención) minería y ferrocarriles, de los que él preparó el nuevo Estatuto funcional. En 1924, pasó a la reserva como militar, pero continuó colaborando en múltiples facetas de la vida española. Tras la caída de Primo de Rivera, el General Vives se retiró de la vida pública.

Ni que decir tiene que poseyó numerosas medallas y condecoraciones militares por sus actividades constantes y pioneras. Muy querido allí donde fue, alcanzó el título de hijo adoptivo de numerosos lugares, entre ellos los pueblos de Sacedón y Azuqueca, donde emparentó y quedó (aún queda) su familia más directa. El Ayuntamiento de Guadalajara, en el centenario de su nacimiento (1958) le rindió un homenaje y posteriormente se le erigió una estatua conmemorativa que aún se yergue en el Parque de la Concordia. Realizó muchísimos trabajos científicos (proyectos de fortificación, edificios militares, memorias, informes, etc.) que no se llegaron a publicar. Aparecieron algunos trabajos de este estilo en el «Memorial de Ingenieros del Ejército» y en la «Revista Científica Militar» de Barcelona. Hizo una publicación sobre «Instalación y régimen de las palomas mensajeras», animales que sirvieron de eficaces colaboradores con el ejército y los inicios de la Aeronáutica española a finales del siglo XIX. En 1886 publicó un trabajo sobre «Tranvías movidos por cables subterráneos», en 1905 apareció otro sobre el «Real Aéreo Club de España», siendo sus más voluminosas obras las «Instrucciones para las ascensiones libres» (publicada en Guadalajara en 1912), y «La Aerostación aplicada al progreso de la Meteorología» (Madrid, 1912).

Aunque en telegráficas líneas por lo denso e importante que fue el discurrir vital del general Vives, creemos que esta inicial visión de su actividad militar y humana, especialmente relacionada con la Aviación hispana, puede servir para que entre los alcarreños sea mejor conocida y apreciada en cuanto vale la memoria de este hombre al que podemos considerar paisano por cuanto entre nosotros dejó lo mejor y más productivo de su existencia.

Bibliografía:

AZQUER, Historia bibliográfica e iconográfica de la Aeronáutica, Madrid 1929; MINISTERIO de ESTADO, La Aviación Española;

KINDELAN, Doctrina de la Guerra aérea;

ACEDO COLUNGA, F., El alma de la aviación española;

MARIE, Les origines de la Aeronautique militaire.