Una familia de liberales: los López Pelegrín

sábado, 10 febrero 1979 2 Por Herrera Casado

 

El señorío de Molina ha dado siempre inteligencias y voluntades fuera de lo común. Son ricas pues, sus nóminas de personajes ilustres, los rimeros de nombres que por una u otra causa han pasado a la historia. Capitanes y frailes, escritores y guerreros, artistas y comerciantes. De todo han dado las tierras, y los vientres de este alto páramo. En algunos de sus pueblos ha sido copiosa la cosecha, y en otros surgen aisladas notables figuras. Algunas familias prolíficas han llenado con los nombres de sus miembros largas y densas páginas de la historia, y algunos apellidos y dinastías están ligados a unos campos y a unas casonas, a unas actividades singulares que mantienen el recuerdo entre sus paisanos.

Una de estas familias repletas de nombres ilustres es la molinesa de los López Pelegrín. Sus miembros nacieron en Molina y Cobeta, desde mediados del siglo XVIII al comedio del XIX. Todos ellos, por unas u otras razones, estuvieron ligados al modo de pensar liberal que en el pasado siglo, frente al reaccionario o absolutista centró toda la actividad política y de pensamientos en nuestro país. Constitucionales isabelinos, siempre militando en las filas de la avanzada mitad de la España decimonónica, que pugnaba por desprenderse unas veces con facilidad y otras a trompicones-los restos caducos del antiguo Régimen.

Seis figuras en total, todas varones, dieron los López Pelegrín a la historia de España y de Molina. Por orden cronológico, y en resumidas pinceladas de sus más características actividades doy su biografía o retazos de sus vidas que vienen a demostrar cómo, cada uno en su campo y actividad propia, contribuyeron a hacer una España mejor, y con su genio vital dar mayor lustre a la patria molinesa, de la que como árboles poderosos tomaron su savia.

Don Ramón López Pelegrín nació en Molina de Aragón, ya mediado el siglo XVIII. Estudió en la Universidad de Zaragoza, licenciándose en teología y filosofía. Fue considerado gran especialista en derecho y ejerció diversos cargos en la administración de justicia de la capital de Aragón. En la guerra de la Independencia, fue preclaro luchador contra el francés, y claro defensor del Rey constitucional. En Cádiz formó parte de las Cortes celebradas en aquella ciudad siendo durante la contienda Fiscal del Supremo Tribunal de Justicia, y llegando en 1815, ya con el amparo de Fernando VII, a Ministro del Consejo de Castilla. En 1812 recibió los nombramientos de Secretario de Estado y del Despacho de la Gobernación de Ultramar, equivalentes a los cargos de ministro de Estado y de Ultramar. La reacción absolutista de 1823 le eliminó de sus puestos, poniendo en peligro su vida y la de sus hermanos que, refugiados en Cobeta, pudieron ser considerados como súbditos ingleses, y así salvado de una muerte segura. Acabó sus días poco después de que muriera el Rey Fernando VII, con quien le unió siempre estrecha amistad.

Su hermano, don Juan López Pelegrín nació en Molina de Aragón en 1769. Estudió también en la Universidad de Zaragoza, graduándose en Teología, Filosofía, Derecho natural y Derecho Canónico. Se dedicó a la enseñanza de estas materias en la Universidad aragonesa, y más tarde fue profesor de Disciplina eclesiástica en el seminario conciliar de San Fulgencio en la ciudad de Murcia, explicando además la cátedra de Decretales, Leyes y Jurisprudencia práctica. Alcanzó finalmente los cargos de canónigo de la catedral de Murcia, siendo capellán real y Vicario general castrense.

Hermano de los anteriores fue don José López Pelegrín, de más apagada biografía que ellos, aunque aún alcanzó varios cargos provinciales e incluso el de Intendente de la provincia. Nació y murió en Molina.

Otro hermano de ellos fueron Francisco López Pelegrín, quizás la más interesante figura de los cuatro. Liberal y gran luchador por el orden nuevo y por la libertad. Natural también de Molina de Aragón, alcanzó el puesto de Procurador del Real Señorío de Molina, y formó parte de las primeras Cortes españolas las de Cádiz, que en 1812 elaboraron la primera Constitución. Defendió en aquella reunión los derechos del Señorío molinés y de sus gentes, denunciado valientemente los numerosos ejemplos de presión y abuso económico que por parte de algunos nobles aún se ejercían en el señorío molinés. También en 1823 sufrió persecuciones por lo que debió refugiarse con sus hermanos en Cobeta.

Hijo de don José, fue don Santos López Pelegrín y Zavala, nacido en Cobeta en 1801. Estudió leyes y otras ciencias en el colegio Imperial de Madrid y en la Universidad de Alcalá de Henares. Fue nombrado abogado de los Reales Consejos en 1827 y al año siguiente recibió el cargo de Asesor General del Gobierno en las Islas Filipinas, por lo que en largo y azaroso viaje hubo de trasladarse hasta aquel remoto archipiélago, en el que durante tres años sirvió ejemplarmente a España. Una vez de regreso en la península, fue nombrado Magistrado de la Audiencia de Cáceres, y luego Alcalde corregidor de Madrid. Durante el segundo período constitucional fue Diputado a Cortes, en 1838, y luego otra vez en 1840. Fue, como sus antecesores en el apellido, gran liberal, y estuvo perseguido en los períodos de represión absolutista. En 1838, en que de nuevo volvió a la política activa, se declaró como un magnífico escritor, dando a los periódicos madrileños del momento, «La Gaceta», «El Diario de Avisos» y «El Correo Mercantil» numerosos artículos de tema satírico en torno a la política del momento. Firmados con el seudónimo «Abenamar», tuvieron una extraordinaria acogida sus comentarios políticos y taurinos, temas que muchas veces gustaba de poner en relación. Autor de diversos libros, son de recordar un tomo de «Poesías», «Abenamar y el Estudiante», y varias comedias («Cásate por interés», «Ser buen hijo y ser buen padre» y «A cazar me vuelvo») así como un magnífico tratado de «Tauromaquia» que en su segunda edición tituló «Filosofía de los Toros». La primera aparecida en 1836, iba firmada por el torero Montes, a quien protegió. La segunda, de 1842, ya la firmó López Pelegrín. Murió este insigne molinés en 1846.

Hermano del anterior, don José Ramón López Pelegrín, nació en Cobeta y alcanzó en el reinado de Fernando VII, y durante los períodos de gobierno liberal, altos puestos de la administración y el mando: fue corregidor de Santo Domingo de la Calzada y de Lorca; jefe político de las ciudades de Salamanca y Valencia; Auditor General de los Ejércitos del Duque de la Victoria, y luego, en 1841, del Ejército del Norte a las ordenes del Marqués de Rodil. Fue también magistrado de Pamplona, diputado provincial y presidente de la Audiencia de dicha ciudad, donde murió. Sufrió también, como sus tíos y miembros de la numerosa familia de los López Pelegrín, persecuciones absolutistas del reinado de Fernando VII. Hasta el punto de que su mujer fue llevada en prisión al castillo de Beteta, de donde pudo sacarla pagando una fuerte suma.

Notable fue, por tanto, la aportación que esta familia, numerosa y brillante hizo de sus miembros para el bien de la Patria: eclesiásticos y juristas, políticos y escritores, que en muchos casos rigieron los destinos de ciudades, comarcas y territorios ultramarinos, destacando siempre en la defensa de la literatura, y siendo protagonistas, muy directamente, de la implantación del constitucionalismo en España.