Tradición universitaria. D. Juan García Valdemora

sábado, 16 abril 1977 0 Por Herrera Casado

 

Otra de las figuras señeras que de nuestra tierra alcarreña han salido para dar lustre y encumbrar el espíritu universitario alcalaíno, es la de don Juan García Valdemora, natural que fue de la villa del Casar de Talamanca, hacia mediados del siglo XVI, miembro de una familia acomodada, pero de agricultores. Viendo en resumen su biografía (1) sabemos que se inició desde muy joven en los estudios, pues ya a los 12 años de su edad entró en el Estudio de Alcalá de Henares a escuchar la Gramática, continuando luego con las Artes y la Teología. Entró en el Colegio de la Madre de Dios, también llamado «de los Theólogos», uno de los de más tradición en la Universidad Complutense, y allí se graduó de Doctor, pasando después a ser Colegial «de los de Manto y Beca» en el Mayo de San Ildefonso, donde fue recibido el 17 de septiembre de 1579. Desde este puesto honroso, ganado por oposición, y tras demostrar su gran sabiduría, accedió a la Cátedra de Artes, y poco después obtuvo una Canongía en la iglesia Magistral de San Justo, famosa por ser, junto a la de Lovaina, la única iglesia de este tipo y características en toda Europa, en la que sólo podían formar parte de su Cabildo aquellos religiosos que tuvieran cátedra en la Universidad de la villa. Estuvo en ese puesto muchos años, dando a varias generaciones de jóvenes castellanos lo mejor, de su saber y elocuencia,

Sabemos que más adelante, ya iniciado el siglo XVII, el arzobispo de Toledo le envió por su visitador a los partidos de Talamanca, Hita, Uceda y Mohernando, dando pruebas en, esta misión de su honestidad y buen juicio. Lo que, unido a su fama como catedrático universitario durante muchos años, movió al Rey Felipe III a presentarle por obispo de Lugo, cargo del que tomó posesión en 1064, y gobernando aquella diócesis «con acierto y edificación, portándose zeloso de la dignidad, liberal con la Iglesia, y misericordioso con los pobres» (2). De allí pasó, en 1612, a gobernar la diócesis de Tuy, de cuya ciudad fronteriza fue, además de obispo, señor territorial. Administró con orden su obispado y señorío, y en los años que lo tuvo, de 1612 a 1620, en que murió, se dedicó a dejar grandes y provechosas fundaciones en 14 tierra alcarreña y campiñera, donde siempre tuvo su corazón. Así, para el Casar de Talamanca fundó una escuela y estudio de gramática en 1616, y, tres años después, en 1619, para la Universidad alcalaína creó el Colegio de los Santos Justo y Pastor, o Colegio de Tuy, por ser obispo de tal lugar su fundador.

Estas fundaciones, orientadas exclusivamente a promover la enseñanza y el saber entre sus paisanos del Casar de Talamanca, las hizo con los caudales, no excesivamente amplios, que obtuvo como obispo y señor de la ciudad gallega. La escuela para el Casar (que Flores llama «el Quesar» pues ese era su antiguo nombre, habiendo pasado. a llamarse por entonces «el Casar») tenía como fin, el que los niños de su villa natal, «así naturales, como del contorno, aprendan a lee., escribir y contar». Quedaba la elección de Maestro de la Escuela a la opinión de los Patronos de la institución, que lo eran el párroco, Justicia, Regimiento, Procurador General y un pariente de don Juan García Valdemora. Al mismo tiempo, instituyó una Cátedra de Gramática para su pueblo, que debía salir a oposición cada seis años, y cuyos ejercicios, que quería rigurosos, debían presidir los patronos de la memoria antes citados, además del Abad de San Bernardo de Alcalá; rector del Colegio de Jesuitas y Catedrático de Retórica de la Universidad. Señala incluso que la convocatoria de oposiciones para esta Cátedra de Gramática del Casar, debería colocarse «en las puertas de la Universidad y del Colegio Trilingüe».

Pero la fundación más ilustre de este alcarreño, fue sin duda, la del Colegio de los Santos Justo y Pastor, llamado de Tuy, por ser a la sazón obispo de esa diócesis. En la escritura de fundación, fechada el 21 de junio de 1619, reseña don Juan García Valdemora algunos datos de su biografía, y añade en un canto a la Universidad que denota su sincero agradecimiento: «Y considerando que de la dicha Universidad y estudios della se nos ha seguido el principio de todo el bien que, tenemos». Dispuso caudales para construcción y mantenimiento, hasta un total de 4.000 ducados, donando asimismo unas casas cercanas al Convento de Nuestra Señora del Carmen y esquina a la calle de los Hornos. Dotó en el colegio tres becas para estudiantes pobres o necesitados, y les dividió de esta manera: una sería para un natural del Casar de Talamanca; otra para un natural del arzobispado de Toledo, y la tercera para un, estudiante designado por él o los patrones del colegio (que fueron los monjes de San Bernardo de Alcalá). Por supuesto que, aparte estos tres becados, el colegio admitiría cuantos estudiantes quisieran entrar a él, pero ya pagando sus cuotas correspondientes. Es verdaderamente interesante la escritura de fundación de este colegio, en el que, cosa curiosa, García Valdemora advierte que podrán entrar estudiantes de cualquier materia, excepto de Medicina. La publicaremos la semana próxima.

Ahora, únicamente, reseñar la precaria existencia que llevó esta fundación docente, y cómo tuvo pocos alumnos, hasta el punto de que en 1663, el visitador y reformador general de la Universidad de Alcalá, don García de Medrano incorporó el Colegio de Tuy al de Santa Catalina, o «de los Verdes», que en 1586 fundara doña, Catalina de Mendoza, hija del Conde de Coruña y Vizconde de Torija (3). Es otra relación más, van ya unas cuantas, de Guadalajara y su tierra con la Universidad de Alcalá, en una simbiosis fructífera, honda y cordial que debería renacer nuevamente, en una tradición de siglos.

NOTAS:

(1) La trata ampliamente el P. Enrique Florez, en su «España, Sagrada. Theatro Geográphico‑Histórico de la Iglesia de España»; 1767, Tomo XXIII, pp. 61‑68.

(2). Pallarés, «Historia de Lugo».

(3) Fuente, Vicente de la, «Historia de las Universidades Españolas», 1884, tomo II, página 362.